How To Be A Heartbreaker (Bibi×Edgar)

Capítulo XII: Traumas

Ese viernes por la noche, luego de dejar a Edgar, Bibi condujo a su casa, donde desdeñosamente bajó de su motocicleta y se metió en su casa. Estaba molesta, furiosa, y en ese momento lo estaba tanto que no se detuvo a pensar por un segundo en el porqué, al menos hasta que se fue a acostar y se quedó sola con sus pensamientos.

     No dejaba de pensar en las palabras que impulsivamente habían salido de su boca. ¿Por qué le importaba tanto lo que hiciera o no Edgar con otras chicas? Después de todo sus citas no eran más que un teatro... Al menos al principio.

     Después de la charla con Fang, la asiática se decidió a tomarse las cosas con calma y darle una oportunidad a Edgar como su amigo. Después de todo, el peli-azul tenía razón, aquella estúpida apuesta se podía ir al diablo, y si Bull o Crow se atrevían a decirle algo los mandaría a comer mierda. Pero ese ya no era el problema en mayor parte.

     Se la había pasado bien y había dejado de pensar, al menos luego de la película y cuando iban caminando por la plaza, en la cuestión de las inquietudes que el muchacho despertaba en ella. Todo iba bien hasta que apareció esa tipa.

     No había tenido tiempo de procesarlo y simplemente actuó por impulso, empujándola y llevándose a Edgar a rastras. Pero, por supuesto, aquel no debería haber sido un comportamiento normal. No considerando que lo veía "muy y apenas" como un amigo.

     Sin embargo, ahora estaba sola, en la quietud de su habitación, donde nada rompía el silencio; y era inevitable que se haya puesto a reflexionar al respecto. En el momento no había comprendido sus sentimientos, pero ahora, para su desagradable sorpresa, se encontró con que de hecho ya había experimentado tal sentimiento.

     Celos. Muy en el fondo lo sabía, pero se negaba tajantemente a aceptarlo. Por otra parte, era algo inevitable, y su memoria se remontó a años atrás cuando lo había experimentado por primera vez.

     Por aquel entonces era una muchachita de preparatoria, aunque problemática, todavía no se involucraba en pandillas ni en la delincuencia. Solía saltarse las clases para ir a jugar al arcade de la ciudad. Ahí fue donde conoció al primer chico que se robaría su corazón.

     Brock era un chico simpático, de piel negra y unos ojos de ébano que resplandecían con un brillo de lo más encantador. El chico era increíblemente carismático y divertido, y rápidamente se ganó el cariño de la asiática. Era cuestión de tiempo para que ambos formalizaran una relación.

     Aunque eran bastante diferentes en algunas cosas, Bibi logró hacer que funcionara, apoyándolo en sus hobbies como las batallas de rap o el baloncesto. Durante los primeros meses todo era miel sobre hojuelas, pero no tardó en decaer. Bibi comenzó a notar que Brock no tenía ya el mismo interés. El chico empezó a cancelarle las citas a menudo, y comenzaron a frecuentarse menos. La peli-negra solía invitarlo a cada uno de sus partidos de béisbol, pero se llenaba de una profunda decepción y tristeza al no verlo por las gradas. Más tarde su novio se disculparía por mensaje, diciendo que le había surgido algo o una cosa así.

     Vivianne lo amaba tanto que deseó confiar en él y convencerse de que realmente se encontraba ocupado. Pero no pudo, y las sospechas e inseguridades crecían cada día, hasta que finalmente se decidió a seguirlo a escondidas. Su confianza y amor se hicieron trizas cuando vio a su novio besando a otra chica, no muy lejos del arcade donde se habían conocido.

     Por supuesto, no se quedó callada, y lo confrontó. El muchacho replicó, pero en vez de mostrarse arrepentido o avergonzado, Brock pareció incluso molesto.

     "Solo fue un beso, no es para tanto. No seas dramática". Aquella fue la gota que derramó el vaso, y de inmediato el amor que sentía se transformó en odio y aborrecimiento. Lo injurió de mil maneras posibles entre sollozos, y de no ser porque en algún momento lo había querido, lo hubiera matado a golpes en ese mismo instante. Solo pudo darle un golpe en la quijada antes de volverlo a insultar e irse.