Capítulo XXII: La visita

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El olor a desinfectante impregnaba el aire. Los pasillos estaban iluminados con luces blancas fluorescentes y brillantes que producían una sensación fría y extrañente poco acogedora, hasta inquietante. Bull se encontraba sentado en la sala de espera, esperando, valga la redundancia, a que pudieran atenderle. En realidad, no esperaba volver a estar ahí, pero sentía que al pobre muchacho se le debían muchas explicaciones.

     —Siguiente —enunció en voz alta la secretaria. El pandillero se puso de pie, y aunque parecía imponente, en realidad era muy educado y cortés—. Nombre y motivo por el que está aquí —pedía la secretaria sin prestarle atención mientras jugaba solitario en el ordenador.

     —Jason. Vengo a visitar a alguien.

     —¿A quién? —inquirió la mujer en un tono hastiado.

     —Eh... Es un chico, se llama Edgar...

     La secretaria minimizó la pestaña de su juego y buscó al susodicho en el sistema.

     —¿Edgar Adder?

     —¡Sí! Ese mismo...

     —¿Qué relación tiene con el paciente?

     —Soy... Su padre. Me llamo Jason Adder —respondió Bull tratando de parecer natural. En realidad a la secretaria no le importaba mucho. La seguridad en el hospital era tan eficiente como la seguridad de la propia ciudad.

     —Piso tres, habitación 207 —mencionó sin más volviendo a poner su atención al juego de cartas digital.

     —Gracias —expresó y sin más se dirigió a donde la secretaria dijo. Cuando vio al chico, este estaba mirando a la ventana, reposando, todavía con el respirador artificial y la faja. Bull carraspeó, atrayendo la atención del chico, y luego pasó— ¿Qué tal, chico? ¿Vas mejorando? —saludó en un tono suave mientras se acercaba.

     —¡Oh! Ehm... Sí... —respondió algo tímido. Todavía no se acostumbraba al tamaño de Bull y la presencia imponente que le transmitía. Notando esto, Bull se sentó y acomodó su postura para parecer más pequeño. El chico emo no perdió el tiempo, y sin dudarlo preguntó por lo que a su corazón tanto le abrumba y lo carcomía— ¿Cómo está Vivianne?

     La expresión de Bull se entristeció ligeramente, recordando el estado mortecino en el que había estado su amiga en la última semana. Suspiró, pensando cómo iba a contarle al chico todo eso.

     —Escucha, sé que no nos conocemos mucho, pero... Déjame explicarte todo.

     De esa manera, Bull le contó por qué había sucedido todo y cómo había terminado involucrado. Se limitó a contarle lo que le competía, tampoco queriendo ser un chismoso y echar a su amiga de cabeza más de lo necesario. Sabía que, si ella lo deseaba, se lo contaría.

     Edgar conoció entonces toda la verdad: que Bibi más que una chica ruda era la líder de la pandilla más influyente de la ciudad, con áreas de la ciudad o "territorios" bajo su poder. También se enteró de la pandilla rival y el plan de secuestrarlo a él como forma de dejar a Bibi vulnerable, como su talón de Aquiles o el punto en la espalda de Sigfrido. También le contó cómo se puso a buscarlo desesperadamente en cuanto desapareció y cómo cometió la idiotez de ir al cuartel de la pandilla rival ella sola para salvarlo, arriesgando su propia vida por miedo a que lo lastimaran.

     Fue mucho qué procesar para el pobre muchacho. Bull trató de explicarle con calma, pero él lo decía tan cuál, sin rodeos.

     —¿Por qué no me lo dijo antes..? —preguntó, más que a la persona que tenía sentada al lado, al aire, a sí mismo intentando reflexionar.

How To Be A Heartbreaker (Bibi×Edgar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora