Capítulo IX: Confusión

468 38 10
                                    

Vivianne despertó con una fatiga horrible. Tardó mucho en levantarse de la cama, y cuando lo hizo, dio un largo bostezo. No había descansado muy bien, pero tenía que comenzar el día. Pudo haberse quedado en cama hasta tarde, pero tenía que trabajar. ¡Así es!, la chica, aunque no lo pareciera, tenía un trabajo. Varios de hecho.

     La peli-negra no solía tener trabajos estables. Su mal carácter y poca tolerancia a la autoridad la hacían durar menos de un par de semanas. De forma que para sustentarse, además de recibir depósitos de su padre, tenía algunos trabajos de medio tiempo. Entre ellos, trabajaba a veces como mesera en el bar de su amigo (Bull era el único jefe que podía tolerar) u otras veces solía hacer entregas para Piper, la pastelera local. Esta última era una de esas ocasiones, y por eso debía despertarse temprano.

     Se miró al espejo. Tenía unas ojeras que le daban un aspecto cansado, por no decir demacrado. Luego, tomó su celular, solo para darse cuenta que ya iba tarde. Rápidamente se arregló y se peinó, para luego salir y conducir su motocicleta. En el camino, pasó varios semáforos y se llevó varias reclamaciones que ella contestó con insultos. De por sí, no había despertado de buen humor.

     Gracias a su exceso de velocidad (por suerte no la vio ningún policia vial) logró llegar a tiempo a la pastelería de Piper. Bajó de la moto, y el tintineo de la campanilla arriba de la puerta hizo anunciar su llegada, llamando inmediatamente la atención de la chica en el mostrador.

     —¡Ah, Bibi! Buenos días. Justo a tiempo como siempre —saludó con una tierna sonrisa.

     Piper era una mujer dulce, no mejor adjetivo para describirla. Tenía alrededor de unos veinticinco años, un poco mayor que Bibi. Ella, con su amor a la repostería y gran esfuerzo, logró abrir su propia repostería hacía algunos años cuando se mudó a Retrópolis. De inmediato se ganó el cariño y estima del vecindario por su trato cálido y efusivo. Además, por supuesto, hacia unos pastelillos deliciosos.

     Nadie se resistía al trato cariñoso de la señorita Piper. Ni siquiera Bibi, porque en algún momento había llegado a sentir algo por ella. Sin embargo, aquellos sentimientos no podían ser correspondidos de ninguna manera. Piper en ese entonces había iniciado una relación con Rico. La asiática no se sintió mal por ello, y se contentó con ser amiga suya.

     —Buenos días, Piper —saludó sin más. En otros días la hubiera saludado con una sonrisa, pero estaba cansada incluso como para sonreír. La repostera no dejó pasar eso, y se recargó en el mostrador viendo cómo su amiga se quitaba el casco. De inmediato notó las ojeras que tenía.

     —Cariño, te ves muy cansada —expresó con preocupación. Bibi solo se encogió de hombros.

     —Tuve una mala noche. No pude dormir bien, es todo —respondió quitándola importancia. Sin embargo, los ojos azules de la chica no dejaban de mirarla, intentando descifrarla. No pasó mucho para que Piper diera hablara de nuevo.

     —Algo me dice que no es solo eso. Algo te tiene preocupada. Te conozco —declaró suavemente. Bibi desvío la mirada con un leve sonrojo de vergüenza. No entendía cómo Piper tenía esa cualidad para leer a las personas como un libro abierto. Era algo que en el fondo siempre la hizo sentir vulnerable con ella. No pudo ni responderle—. Tu silencio me lo dice todo —expresó la repostera. Bibi luego soltó un largo suspiro.

     —No es nada importante —sostuvo. Definitivamente Vivianne no era del tipo de persona que compartiera tan fácil sus sentimientos (y menos si ni ella misma estaba segura), incluso con personas cercanas—. En cuanto al pedido... —insinuó, tratando de cambiar el tema.

     Piper notó su incomodidad, por supuesto. Sabía cómo era Bibi, así que decidió no insistir de momento.

     —Claro, ¡aquí lo tienes! —se apresuró a decir acercando una caja que estaba del otro lado del mostrador— La dirección viene escrita en la caja.

How To Be A Heartbreaker (Bibi×Edgar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora