Capítulo XXVI: Un nuevo comienzo

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Aquella conversación fue al principio un tanto incómoda, pero, eventualmente, se abrieron y pudieron conversar más a gusto. Bibi le contó lo que había sido de la pandilla y cómo formó una nueva ya no dedicada al crimen organizado. Edgar por su parte se sintió avergonzado de no tener mucho que contarle más allá de que seguía trabajando donde mismo, pero que estaba pensando en buscar un nuevo empleo porque se dio cuenta de que su jefe los explotaba laboralmente a su amiga y a él.

     Después, finalmente Edgar le reveló el motivo por el que ahora la buscaba. Le explicó que, aunque había dejado en su corazón una gran cicatriz, estaba dispuesto a perdonarla y reconectar con ella si es que todavía lo deseaba. A Vivianne todavía le parecía increíble, porque después de tanto tiempo ella ya se había resignado en creer que todo se acabó entre los dos. Con gusto y el corazón rebosante de alegría, Bibi aceptó.

     Se pasaron horas hablando en el bar, tantas que Edgar se tuvo que ir a casa porque se oscureció de repente. Aunque Bibi se ofreció a llevarlo, Edgar declinó amablemente. Todavía no se restauraba la confianza entre ellos y Edgar prefería mantener cierta distancia aún. No obstante, eso era más que suficiente para la asiática.

     En cuanto Edgar se fue, Bibi se hecho a llorar en Bull, abrazando a su gigantesco amigo, todavía sin poderse creer lo que había pasado.

     —Edgar... Edgar dijo... Él dijo que me perdonaba... —articulaba entre sollozos, llenándole la ropa a Bull de mocos. Si algo había cambiado en ella es que había aprendido a expresar mejor sus sentimientos y ya no le importaba llorar frente a sus amigos.

     —Sí, sí lo escuché; bueno, más o menos porque no quería invadir su privacidad, pero, ¡Dios, Bibi! Acércate las servilletas o algo, qué asco —se quejaba mientras intentaba apartar un poco a su amiga y buscar algo para limpiarla.

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     Edgar comenzó a frecuentar el bar a menudo para verse con Vivianne. Fue un proceso bastante lento, pero con las charlas, ambos lograron genuinamente conectar de nuevo. Edgar pudo ver a través de las palabras y los gestos de la asiática que no se había equivocado al creer que, en el fondo, era una buena persona, y más ahora que había dejado su vida anterior que le hacía tanto mal; y poco a poco fue ganando un poquito de su confianza cada día. Cuando hablaban, Bibi mostraba una sonrisa genuina, poco a poco comenzaron a bromear, volviendo esos golpecitos juguetones y amistosos en el hombro que Edgar no sabía que extrañaba.

     Aunque ambos creían que la atracción entre ellos se había extinto y pensaban ser solamente amigos, había una chispa en sus corazones que al reconectar de nuevo se convirtió en un pequeño fuego que fue creciendo. Antes, Edgar se había enamorado de Bibi por su aura misteriosa y de chica mala. Ahora se había enamorado no solo por eso, sino por quien era Vivianne en realidad, aceptando su yo actual y no dejando que su pasado la definiera en como era ella ahora.

     ¿Y Vivianne? Bueno, no le fue difícil volverse a enamorar del chico, y fue de hecho la primera en caer de los dos. Le fue imposible resistirse mucho, porque Edgar seguía siendo el mismo chico amable, atento y de buen corazón. Las cosas de las que se burló en un principio cuando lo conoció fueron, irónicamente, las cosas por las que ahora lo amaba.

     Después de descubrir que en realidad ahora ambos volvían a gustarse, no tardaron en formalizar una relación. Finalmente, luego de años, Edgar tenía su primera novia y Bibi volvía a tener la confianza para darle su corazón a alguien más y entregarse a una nueva relación. Ninguno de los dos hubiera deseado que fuera otra persona.

     Cuando los amigos de Bibi se enteraron, no pudieron sino felicitarla y armar una fiesta (peda) masiva en el bar. Ese día Bull cerró y ocupó el bar solo para miembros de la pandilla y amigos cercanos, además de los novios. Ese día Bibi estaba tan feliz que se puso la borrachera de su vida y terminó casi regurgitando hasta su estómago. Había reducido su consumo de alcohol pero por esa noche no le importó. Fue una fiesta tremenda, el bar quedó hecho un desastre. Edgar fue el único que no terminó de perder por completo el conocimiento, ya que toda la fiesta cuidó a su novia.

     En cuanto a la amiga de Edgar, Colette, tuvo unas ganas tremendas de ahorcarlo cuando el muchacho le confesó haber regresado con Bibi, y es que Colette había sido su soporte emocional el tiempo que Edgar estuvo destruido y sentía que era una mala idea. Claro que le había comentado que había reconectado con ella y luego se había hecho su amigo, y aunque a la albina no le convencía del todo, respetó lo que el chico quisiera, advirtiéndole que tuviera cuidado. No obstante ser pareja de la asiática fue la gota que derramó el vaso y la paciencia de su amiga se fue por en drenaje, teniendo una discusión con él. Al final Edgar logró convencerla de que confiara en él, porque Colette era incluso más compasiva.

     —Está bien... Pero si vuelve a lastimarte, yo misma me encargaré de seguirla a su casa y prenderle fuego.

     —No, Colette... Digo, agradezco la intensión pero, no es necesario, y definitivamente no te voy a dejar hacer eso. Por cierto, ¿con "prenderle fuego" te refieres a la casa o a Bibi?

     —A ambas —respondió con una sonrisa algo maniática.

     —¿Para qué te pregunto? Lo que sea, no lo hagas, por favor.

     Por supuesto, no podíamos olvidarnos de Fang. El chico hacia mucho pudo superar su enamoramiento con Bibi, pero no por eso dejó de ser atento y un gran amigo para ella. Nunca se enteró de su "pasado oscuro", pero sí cuando le dijo sus deseos de iniciar una nueva pandilla más dedicada a cosas benéficas, y fue de hecho el que la impulsó a llevar a cabo la idea. Seguía siendo el mejor amigo de Bibi en el campo y, además, su corazón pudo encontrar a alguien que le correspondía.

     En un viaje que hizo a otra ciudad, en un show de acrobacias, conoció a una acróbata que lo dejó encantado desde el primer instante. Poco después dejó Retrópolis y el equipo de béisbol para irse a vivir con su novia. Fue una decisión difícil para él, y a Bibi le costó desprenderse de su pitcher estrella, pero sabía que tenía que dejarlo ir, y si él estaba feliz, ella estaba feliz. Prometieron estar en contacto a menudo y Fang regresaba para las finales estatales, así que no era tan malo.

     Piper y Rico se casaron e invitaron a Bibi y a sus amigos a su boda. Ahí fue cuando se enteró de que su amiga, aquella jovencita que había conocido tan reservada y solitaria en un principio, tenía novio. Piper quedó maravillada con el chico y le dio su visto bueno.

     —¡Qué chico tan encantador! Aunque es algo tímido, pero me parece que están hechos el uno para el otro. Dime, cariño, ¿es este el muchacho que fuiste a buscar a la repostería aquella vez? —interrogó la mujer mientras sonreía dulcemente. Ella no se equivocaba, pues recordaba la descripción y el chico encajaba perfectamente. Era obvio que era él.

     —Uh... —murmuró la chica con las mejillas rojas del bochorno y un tanto incómoda. Piper rió divertida por su reacción.

     —¡Ay, dulzura! No tienes ni qué decirlo. Me alegro de que lo hayas encontrado, para la próxima solo dime que buscas a tu novio y yo sabré quién es —explicó y luego le guiñó un ojo con complicidad—. Por cierto, querida, muchas gracias por ser mi madrina, significa mucho para mí, sabes que eres mi mejor amiga —dijo ella tomando sus manos y sonriéndole dulcemente.

     —No hay problema —respondió ella devolviéndole la sonrisa. Lo cierto es que también Piper era su mejor amiga porque era la única chica con la que tenía amistad.

     —¡Ay, por cierto! Ya que eres mi madrina, yo tengo que ser la tuya para cuando ustedes dos se casen.

     —Piper... Apenas llevamos tres meses —reclamó con las mejillas todavía mas rojas. Su novio estaba peor: se había puesto todo colorado y trataba de taparse el rostro con la bufanda.

     —Ay, cariño, te sorprenderías de cómo pasa el tiempo volando —contestó ella mientras suspiraba y se recostaba en el pecho de Rico.

     Bibi creía que Piper simplemente estaba bromeando, pero la rubia, en el fondo, sentía que esos dos sí llegarían a casarse. A penas conoció a Edgar, y realmente solo era una corazonada. Pero ciertamente la mujer oji-azul tenía un sexto sentido para esas cosas. Sentía algo en ellos, y aunque no conocía su historia, sentía que su amor había pasado por mucho, pero también sentía que sus esfuerzos y dolores serían recompensados desde ese momento con una vida feliz.

How To Be A Heartbreaker (Bibi×Edgar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora