Capítulo I: La apuesta

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La luz neón fluorescente iluminaba aquel pequeño local en la silenciosa y oscura calle. Al entrar se escuchaba el gran bullicio de las risas y charlas de los clientes que pasaban un buen rato. Todo en el bar iba de maravilla, era una noche de fin de semana igual de agitada pero divertida.

En la barra del bar, un par de jóvenes se encontraban sentados charlando con el dueño entre risas y bromas. Ya que el dueño del bar trabajaba los fines de semana, sus dos mejores amigos usualmente iban a hacerle compañía y consumirle algunos tragos.

El aire del bar estaba cargado con huellas de cebada y tabaco. Ya habían consumido varias latas de cerveza que comenzaban a apilarse en el bote de basura y otras estaban desperdigadas por la barra. Para ese punto, se encontraban ya algo borrachos y comenzaban a hablar y reírse de cualquier tontería.

En medio de las risas, a uno de ellos se le ocurrió decir algo que empezaría el nuevo tema de conversación y, de cierta forma, de debate.

—Saben, el otro día conocí a una chica muy bonita —hizo una larga pausa que mantuvo a sus otros dos compañeros en suspenso. Por un momento se le olvidó lo que iba a decir, pero cuando hubo retomado la idea, continuó-. Casi la conquisto, de no ser porque estaba esperando a su novio y el sujeto era igual de corpulento que Bull.

Siguió una serie de risas de sus dos amigos. Usualmente Crow no contaba los detalles de las conquistas que le salían mal, pero ya no estaba tan sobrio como para quedarse callado. Cuando se calmaron, el dueño del bar habló primero.

—Sin ofender, viejo —comenzó diciendo—; pero vamos, ¿cuántas veces tus conquistas han salido bien? La semana pasada fue una pelirroja y recuerdo que también nos contaste de una chica alta. De una u otra forma terminas metiendo la pata.

Estos comentarios molestaron ligeramente a Crow, que rápidamente buscó cómo defenderse.

—Quiero decir, al menos no soy tan frío Bibi. Es una tipa demasiado ruda y espanta a los chicos y chicas que se le acercan.

—Mejor para mí. No estoy interesada en salir con alguien —explicó la chica indiferentemente.

—O quizás sea que no puedes —reclamó el chico, a lo que la chica inmediatamente lo fulminó con la mirada.

—Yo podría hacerlo si quisiera —declaró con el ceño fruncido.

Fue entonces que a Crow se le pasó un pensamiento malicioso por la cabeza. Sonrió con perversidad antes de proponer la idea.

—¿Ah, sí? —inquirió en un tono retador— Entonces te propongo algo, a menos que seas demasiado cobarde como para aceptar.

Bibi lo miró con una ceja levantada, de repente intrigada por aquella propuesta. Desvió la mirada tratando de parecer impasible.

—Te escucho —espetó para después tomar de su cerveza. Crow sonrió complacido por su respuesta.

—Ya que estás tan confiada... —canturreó abriendo otra lata. Para este punto también Bull estaba interesado en la conversación de ellos y dos y se limitaba con observar— Te reto a que ligues a un chico, te hagas su pareja y después lo botes. Esas son mis condiciones.

—¿Qué? ¿Estamos en la secundaria? ¿Qué clase de reto es ese? —se burló Bibi, pensando en que aquello era un disparate demasiado infantil.

—Yo solo digo. Si sientes que no puedes hacerlo...

—Simplemente me parece algo estúpido.

—Entonces solo hazlo. Es tan fácil que podrías hacerlo si quisieras ¿no? —insistió. Bibi simplemente dejó de responder, y en ese momento Bull intervino para hacer el reto más interesante.

—Si ganas, te invito las rondas durante todo un año, mientras que Crow tendrá que pagarme una cuota extra —sugirió Bull—. Si Crow gana, yo lo invito durante todo un mes y a ti te cobro una cuota extra, para que sea justo.

—¿¡Qué!? ¡Vamos viejo, eso no es para nada justo! —se quejó Crow con indignación.

—Tú le pusiste la apuesta, así que creo que es bastante justo que ella tenga un beneficio extra si te gana.

Eso cambiaba las cosas. Ahora la apuesta sonaba más interesante y jugosa. Al ver la cara de consternación de su retador, Bibi sonrió triunfalmente.

—De acuerdo. Acepto el reto.

—Como una pequeña ayuda... —empezó Bull, pero fue rápidamente interrumpido por Crow.

—¿Cómo que ayuda? ¡Ya suficiente motivación tiene con un año de cerveza gratis! —protestó, pero Bull y Bibi lo miraron con una ceja levantada.

—¿Qué? ¿Acaso tienes miedo de perder? —dijeron al unísono.

—Por supuesto que no, pero es más que obvio que hay alguna especie de favoritismo en todo esto —explicó cruzándose de brazos.

—Sin llorar, bro' —se burló Bull y continuó con lo que iba a decir—. Como decía, como pequeña pista para ti, Bibi; hace ya unas semanas que un chico viene a mi bar. Se sienta en la mesa de hasta el fondo, solo. He estado notando que cuando vienes no puede evitar echarte un ojo, así que, quizás sea una buena idea empezar con él.

Bibi lo pensó durante un momento. "Debe ser un perdedor como para venir a tomar solo. Qué más da, si es como dice Bull, seguro solo hace falta que me acerque a hablar con él. Ya puedo saborear esa primera cerveza gratis".

—Muy bien, empezaré con él entonces —anunció con una ligera sonrisa—. Dime cómo es y lo tendré comiendo de mi mano en menos de lo que canta un gallo —aseguró en un tono confiado y hasta socarrón.

—Lo sabrás en cuanto lo veas. Por lo que sé, trabaja en la tienda de regalos de Starr Park. Deberías echarle una visita —sugirió Bull guiñándole un ojo.

—Entiendo. Entonces... Supongo que tendré que sacar los encantos que guardo bajo la manga —expresó para luego dirigirse a Crow con una sonrisa divertida, extendiéndole la mano como forma de promesa—. ¿Entonces, viejo? ¿Cerramos la apuesta o eres un gallina? —dijo con una mirada retadora.

Crow, aunque algo dudoso, se vio obligado a estrechar su mano para cerrar el trato. La apuesta estaba en pie, y Bibi no esperaría mucho para hacer el primer movimiento.

How To Be A Heartbreaker (Bibi×Edgar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora