Eres tu

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Me gustaría decir que desperté cómodamente, recargada de energías y gracias a los hermosos cantos de los pájaros.

Pero mentiría.

Me dolía la espalda de dormir en aquel sofá y había despertado sin poder apenas mover el cuello con una contracción de tercer grado. Y no fueron los hermosos pájaros los que me despertaron, si no las alucinaciones de cierto Mafioso.

A pesar de que conseguí coser la perforación y que gracias a Dios la bala no tocó ningún órgano, su cuerpo lucha contra la herida aún con todas sus fuerzas. Y está débil.

Nicola vuelve a susurrar palabras incoherentes y tiembla. La fiebre es bastante más alta que hace media hora y me preocupa. Llamé a una de las criadas que había visto en el comedor para que me trajese antibiótico y, mientras tanto, trato de ganar tiempo con paños fríos sobre su frente.

Estoy como loca, corriendo del baño a la cama a por agua fresca y asegurándome de que no empeore. Ni siquiera me he cambiado desde la noche anterior, aún con el pijama y el pelo revuelto.

Sinceramente nunca pensé verme a sí por alguien y mucho menos por alguien como Nicola. Estoy verdaderamente preocupada, angustiada, y dispuesta a dejar a un lado el cansancio y mi propio dolor.

¿Todo para que? Seguramente cuando despierte me eche a patadas y me recuerde mi "lugar" como tanto le gusta hacer.

Tal vez solo quiero estar un rato más ahí, sola pero a su lado. Pues se ve más bonito y adorable callado que cuando me saca sus garras de macho Alpha.

Me acerco de nuevo y acaricio su rostro al escucharle balbucear para calmarlo. Un sudor frío recorre su cuerpo y he tenido que quitarle la manta dejando, para mi suerte, su escultural pecho al descubierto. Tal vez le ayudaría una ducha pero no puedo arrastrarlo hasta el baño, no con mi menguada fuerza.

Para mi sorpresa ninguno de sus hombres viene a ver su estado, no desde la mañana. Su socio el italiano se pasó a primera hora, cuando aún la fiebre estaba controlada, pero me dijo que tenían mucho trabajo después de la emboscada y que estaría mejor en mis manos.

Bien. Pues mis manos se me hacen pequeñas para un hombre de tal tamaño y ya no estoy tan segura de poder salvarlo.

- Alexa.

La voz de Patrick me sorprende desde el marco de la puerta y le sonrío cansada, apartando rápidamente la mano del rostro de Nicola, rezando por que no haya visto mi vergonzoso gesto cariñoso.

- Me han dejado traerte el antibiótico. Debía hablar contigo.- Su voz suena seria a la vez que se acerca a mí extendiéndome la medicina.

Me extraño a mi misma de sentirme aliviada ante la ayuda. No debería ser así, pero de nuevo lo achaco a mi instinto de médico y no a lo que haya podido hacer surgir ese beso.

- ¿Por que lo hiciste?

La pregunta que más temía. Me hago la desinteresada caminando hasta el baño con la intención de darle la espalda, de buscar una respuesta. Si tan solo yo supiese por que lo hize, todo sería mucho más sencillo.

- Soy médico, Patrick. No puedo dejar morir a nadie.

Sin embargo mi amigo no parece satisfecho, siguiendo mis pasos de cerca y suspirando con reproche.

- ¡¿A quien de nosotros le importa lo que le hubiese pasado?! A él no le habría importado si los papeles se hubiesen invertido.- Grita entre susurros para que Nicola no despierte y nadie más se entere.

La realidad de sus palabras se clava como un cuchillo en mi pecho. Él no habría hecho nada si la bala estuviese en mi costado, estoy segura. Incluso si ese fuera el caso segurmanete hubiese salido de su piestola.

Aunque me guataría creer que aquel beso lo cambió todo, solo me siento como una ilusa confundida y contradictoria en sus propios deseos.

- Eso es lo que nos diferencia a ellos de nosotros.- Trato de hacerlo entender.- Si no hubiese echo nada tan solo sería una asesina más, como los mafiosos de esta casa.

- ¡Pero podríamos habernos aprovechado de la situación!- Me reprocha de nuevo.- Con todos preocupados por el jefe, nuestra huída sería más sencilla.

- Eric aún no lo tiene todo listo y ...

- ¡Deja de poner excusas!

Al fin lo miro. Sus mejillas parecen rojas del enfado y jamás lo había visto de esta manera. Me hace sentir mal, culpable. ¿Y si verdaderamente ya he elegido? ¿Y si me he equivocado de nuevo?

Tal vez el castaño puede ver la turbación en mis ojos porque parece relajar su gesto de inmediato y se acerca a mí. No puedo evitarlo. Me apoyo en su hombro y, por primera vez en dos días descanso de verdad. Por primera vez en casi dos meses me permito relajarme y tan solo... sentir.

Siento que me estoy volviendo loca. Lo he tenido claro toda mi vida. Enamorada de Eric, amando mi trabajo y viviendo mi independiente y solitaria vida. Y de repente, aquí, coaccionada a servir a estos hombres, sin saber que va a ser de mi vida y sobre todo abrumada por estos sentimientos hacia un hombre por el que no debería sentir más que odio.

Las caridias en mi espalda que me proporciona mi amigo son muy reconfortantes y agradezco tenerlo a mi lado ahora mismo.

- Date una ducha, descansa y piensa las cosas.- Su voz ahora suena casi maternal. Apaciguadora.- Ya verás como te sentirás mejor cuando salgas de aquí.

No se si se refería a salir de la Mafia o de aquella habitación con aquel hombre. Pero en una cosa tenía razón. Necestio pensar bien las cosas y dejar de dar vueltas. Y que mejor forma de hacerlo que con una ducha caleinte que me relaje los músculos.

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Preguntita del día :)

¿En vuestro país, a las muejres médicos se le dice medico o medica?

Es una duda que me ha surgido ecribiendo porque yo creo que ambas son correctas.

Tu DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora