Capítulo X.

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En el capitulo anterior. 

El pecoso se auto convenció que solo necesitaba terminar de asesinar a quienes habían orquestado el ataque en la catedral contra Hyunjin, cuando los tuviera bajo control y hechos literalmente pedazos finalmente se detendría de asesinar y como víctima final acabaría con su otra madre adoptiva.

Sana era el último eslabón que le recordaba cuan retorcida había sido su infancia y necesitaba eliminarla si pretendía aceptar la proposición de Hyunjin.

Sana era el último eslabón que le recordaba cuan retorcida había sido su infancia y necesitaba eliminarla si pretendía aceptar la proposición de Hyunjin

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Allí se encontraba frente a un edificio antiguo que daba hacia un club nocturno en donde de tanto en tanto organizaban subastas de menores de edad para prostituirlos, Felix se sentía asqueado con lo que veía, rememoraba sus propias experiencias cuando veía la desolación en los infantes que iban entrando al lugar, algo absolutamente psicótico, maniático y visceral lo poseyó, debía acabar con esos bastardos.

Su traje era hecho para llamar la atención, que la gente al verlo cubierto de sangre corriera y supiera que el color negro no era el único al que debían temer, eligió el verde para sus crímenes, desde sus pies hasta un pasamontañas que cubría su rubio cabello, llegaba un tapabocas negro que cubría a la perfección la mayoría de sus facciones, sobre todo sus pecas, gustaba de usar cuchillos, navajas o cualquier objeto corto punzante, era casi artístico vislumbrar el daño que esas armas ocasionaban y lo mucho que las victimas sufrían por aquello.

Se había infiltrado por una ventana en el subterráneo, la música en los pisos de arriba era estruendosa y hacia retumbar el techo, saco dos pequeños escalpelos desde la correa atada a su tobillo derecho, camino despacio por el largo pasillo que llevaba hasta la habitación privado en donde exhibían a los niños. Los guardias de la puerta sacaron sus armas apenas vieron al hombre de verde aparecerse.

—Tienes tres segundos para desaparecer de aquí junto a tu disfraz de ninja — dijo uno de los tipos riéndose de Felix, el pecoso no lo pensó demasiado lanzo ambos escalpelos dándoles directamente en la yugular de ambos hombres, cuando el primero cayó herido soltó un tiro al aire.

—Gracias por dar el aviso, hijo de puta — susurro el menor mientras terminaba por romperles el cuello a ambos.

Ahora dentro del cuarto y probablemente en los pisos superiores ya sabían que algo andaba mal, debía ser más rápido que nunca con su actuar, rápidamente entro a la habitación de los asquerosos pervertidos, en una especie de jaula dorada al fondo del cuarto había no menos de diez niños, muchos de ellos llorando y los mayores consolándolos mientras un grupo de seis hombres lo suficiente mayores como para ser abuelos de Felix se encontraba contando billetes mientras visualizaban a los menores.

— ¡¿Quién carajos eres tú?! — dijo alterado un primer hombre quien se levantó de su asiento apuntándolo con su arma.

—La mía es más bonita — dijo el pecoso sacando un arma pequeña, a comparación del arma de los demás casi parecía de juguete pero les podía asegurar que era mucho más letal — niños... cierren los ojos — los menores confiaron en ese hombre vestido de oscuro verde, casi aparentando ser una serpiente y pusieron sus pequeñas manos sobre sus ojos.

La ciudad de Hades. - Hyunlix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora