Capítulo 5

36 16 3
                                    

Necesito escapar, necesito salir de este lugar, quedarse no es una opción. Trato de abrir la puerta de la habitación una vez que mi secuestrador me encierra en ella, pero es inútil tan solo intentarlo, sé que la ha asegurado desde afuera. Me dirijo hacia la ventana para ver qué tan alto se encuentra el piso de donde estoy, pero el vértigo aparece en mí cuando me doy cuenta de lo imposible que será escapar desde aquí.

-Vamos...piensa-me digo a mí misma.

-La cena está lista-él entra y se dirige hacia su armario para sacar algo-.Cámbiate-me tira un vestido para que lo atrape y así lo hago por inercia.

-No me pondré esto.

-Vas a tener que hacerlo.

-¿Quién te crees que eres?

-¿No te ha quedado nada en claro?-se acerca a mí y yo retrocedo un paso-.No hagas preguntas si sabes que no conseguirás las respuestas-termina de decir y va hacia la puerta-.Si en menos de tres minutos no bajas yo mismo haré que lo hagas y créeme...no te va a gustar a mi manera-dicho esto sale nuevamente dejándome con el vestido en manos.

Me siento en la cama rendida y miro la prenda. Es realmente horrible.

Limpio una lágrima y me cambio de ropa, bajo las escaleras con mis piernas temblorosas hasta dar con el último escalón. Él me está esperando justo abajo tratando de ocultar una sonrisa. ¿Qué le pasa?

-Quita esa asquerosa sonrisa o te vomitaré encima-digo sin escrúpulos y él me toma de la muñeca para hacerme caminar.

-Siéntate-me indica una vez que llegamos al comedor, dudo en hacerlo, pero termino sentándome de mala gana.

De un momento a otro el comedor comienza a llenarse de personas que en mi vida había visto a excepción de los hermanos. Todos se sientan en sus correspondientes asientos a la espera de que las cocineras nos sirvan la cena, todos actuando como si yo no me encontrara aquí sin mi consentimiento.

Miro a cada uno y mi vista se posa en la de Darío por unos segundos más, mi expresión es una de asco mientras que la de él está cargada de una que no logro descifrar.

-Leonardo, ¿Me alcanzas la lechuga?-una chica que se encuentra sentada en el otro extremo de la mesa le habla a un chico que está sentado a mi lado. La rabia comienza a hervir mi sangre y cuando el chico está a punto de pasarle la fuente se la boto de un manotazo.

El silencio que se ha formado es tan abrumador, pero no me dejo intimidar.

-¿Qué les pasa por la cabeza?-elevo mi voz-.¿Cómo pueden vivir tranquilos sabiendo que estoy en contra de mi voluntad?-los miro a todos, pero a nadie parece importarle lo que yo les pueda decir.

Me levanto del asiento, pero no me voy aún.

-Si creen que formaré parte de este tonto espectáculo de circo créanme que no les daré esa satisfacción, no les dejaré ganar-trato de mirarlos a todos para terminar dirigiéndome completamente a mi secuestrador-.No te dejaré ganar-susurro sin dejar de mirarlo.

Tomo una hamburguesa de un plato y la mastico con rabia para luego tirarla nuevamente hacia la mesa sin importar donde caiga.

-Buen provecho-digo con la boca llena y salgo del comedor para subir por las escaleras, pero unas heladas manos hacen detener mi andar a mitad de camino.

-¿Qué mierda acabas de hacer?-él aprieta su agarre.

-No te acostumbres porque algún día escaparé-digo segura, pero la verdad es que no lo sé-.Tú y toda tu familia caerán.

-¡Cállate!-el secuestrador me acorrala contra la pared y sus puños apretados estallan contra esta misma a un costado de mi cara.

-No te tengo miedo-admito torpemente-.Puedes torturarme las veces que quieras, puedes retenerme las veces que quieras, pero escaparé y te juro por lo más preciado que te hundiré la vida-le digo todo esto mirándolo hacia sus ojos y subo por las escaleras luego de soltarme de su fuerte agarre para llegar hacia la misma habitación de siempre.

A través del tiempo: El experimento [1] BILOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora