Capítulo 2

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El sonido de mi celular resuena en mi cama y contesto de inmediato cuando lo agarro.

-Olvidé decirte que Henry me contó que mañana Darío se va de la ciudad-Ágata dice mientras que yo me dirijo con sigilo hacia mi ventana otra vez para mirar hacia la misma parte en la que ese hombre estaba hace un par de minutos, pero nuevamente no hay nadie ahí.

Me tiro a la cama de espalda aún con el celular en mano y fijo mi mirada en un punto del techo azul marino.

-Él es un poco raro.

-No me interesa ninguna de tus excusas, arréglate porque en veinte minutos más pasaré por ti, iremos a la fiesta de Jules, Henry y Darío irán y no voy a aceptar un no como respuesta-dice y corta la llamada.

Iba a protestar para decir que no tengo ganas de salir, que el hombre de hoy me ha vuelto completamente lunática, pero decirle que no a Ágata es como luchar contra la corriente, algo completamente imposible.

No tengo otra alternativa que cambiarme de ropa y arreglar un poco mi cara con algo de maquilaje.

Bajo las escaleras para tomar el chaleco de cuero que está en el respaldar del sillón individual y me lo pongo, agarro mis llaves que están junto al mueble y giro sobre mi eje para salir.

Me subo al auto de Ágata y ella pone la radio para cantar a todo pulmón nuestras canciones favoritas.

Estacionamos el auto una vez que llegamos a unas cuantas cuadras lejos de casa de Jules porque el lugar está repleto, sabemos que esta fiesta será sensacional, personas de todos lados, incluso de otros países vendrán esta noche. Los padres de Jules siempre lo han consentido en todo, esa es la magia del dinero.

Llegamos a la fiesta y lo primero que vemos al entrar al jardín es a las parejas besándose sin control, algunos hasta casi teniendo relaciones sexuales.

Entramos a la casa y el olor a sudor, tabaco y alcohol es lo primero que huelo, mis ganas de vomitar aumentan a mil y sé que luzco patética con mis caras de desagrado.

Nos sentamos en la barra y pedimos el mejor trago que tienen, el chico que los sirve nos mira a ambas con inseguridad antes de llenar los vasos con alcohol, pero no dice nada. No es primera vez que nos pasa esto por aparentar menos edad.

-Ven, esta es mi canción favorita-Ágata casi arranca los brazos de mi cuerpo. Doy un sorbo a mi vaso antes de dejarlo en la barra y en menos de dos segundos ya estamos en la pista de baile-.¡Diviértete!, ¡Al fin serás mayor de edad!-mi amiga grita eufórica.

Bailamos un poco más de cinco canciones y siento que ya no puedo seguir, pero a mi amiga al parecer aún le queda energía. De pronto veo a Ágata bailando con Henry y es ahí cuando decido marcharme de la pista de baile, estoy a punto de hacerlo cuando el cuerpo de un chico aparece en mi campo de visión.

-¿Quieres bailar?-reconozco esa voz-.¿Me recuerdas?-dice casi gritando para hacerse oír ante el fuerte ruido de la música.

-No soy idiota Darío-digo casi gritando en un tono suave-.No te he olvidado aún.

No quiero seguir bailando, pero lo hago de igual forma para no arruinar el momento, así que nos ponemos a bailar al compás de la música por un buen rato hasta que él decide hablar nuevamente.

-¿Quieres ir hacia afuera un rato?

Acepto solo porque aquí está muy oscuro, hace bastante calor, estoy agotada y ya estoy empezando a marearme.

Las personas están por todos lados y el patio no fue la excepción. Decidimos ir a sentarnos en una banca que se encuentra en el rincón y que por suerte está desocupada justo para nosotros.

A través del tiempo: El experimento [1] BILOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora