Capítulo 6

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Intento borrarlo, pero no se quita.

Una corriente helada invade todo mi cuerpo y me obligo a entrar a la tina para quitar todo malestar dándome una ducha larga y placentera. Cierro mis ojos y los recuerdos vienen a mí, mis padres, mi hermano, Ágata, William, Darío y Seth. Todo se mezcla en mi mente, todo es muy confuso.

Salgo de la ducha y seco mi cuerpo por completo, voy hacia la habitación y me pongo la ropa que está colgada en el armario solo porque no tengo otra alternativa, la habitación ya está ordenada a como estaba antes y trato de despejar mi mente observando por la ventana, es una vista maravillosa, el bosque se ve lejano, pero cercano a la vez. Pienso y me atrevo a apostar que Ágata mataría por estar en mi lugar, sé que es absurdo tan solo pensarlo, pero la conozco y sé cuánto amaría vivir aquí con todo este lujo.

Mi vista baja hacia el lindo césped porque alguien llama mi atención.

Está montando un caballo negro.

Doy un paso hacia atrás cuando me descubre mirándolo, pero sé que se ha dado cuenta de que lo he estado observando.

Bajo porque me ha dado la orden de que lo hiciera con señas y llego hasta donde él se encuentra, doy cuatro pasos tímidos hasta que logro dar con el césped.

Desde pequeña mi padre nos llevaba a mi hermano y a mí a ver las carreras de caballos, pero jamás he montado uno.

Él no dice nada hasta que llega a mi lado, baja del caballo y extiende su mano hacia mi dirección.

-¿Te atreves?-me sorprende el tono en el que me habla. Tan calmado, tan pacífico.

-Nunca he cabalgado-digo sin aceptar su mano que aún sigue en el aire.

-No temas, me subiré contigo-extiende aún más su mano.

-No confío en ti-admito y noto una pequeña sonrisa ladeada de su parte.

-No te haré daño, es una promesa...y yo cumplo mis promesas.

Dudo por unos momentos, y me pongo a pensar en todas las posibilidades, ¿Si esta es una de poder escapar?, finalmente me decido por tomar su mano para acercarme a él.

Se siente extraño tomar su mano por voluntad propia, pero pongo a un lado mis pensamientos y trato de subirme al caballo yo sola. Fallo en el primer intento y noto como mis mejillas entran en calor.

En el segundo intento logro subirme al caballo con un poco de su ayuda, pero de inmediato siento su calor corporal invadiendo mi pequeño espacio personal. Se sienta detrás de mí, su pecho toca mi espalda y noto la tensión que se ha formado entre nosotros. Pasa sus manos por ambos lados de mi cintura y toma las riendas, no estoy cómoda, no con él tan cerca.

Hemos estado cabalgando por bastante tiempo y debo admitir que se siente demasiado relajante sentir el viento cuando golpea en la cara, no hay interacción, pero no ha sido incómodo. Cabalgar es una de las sensaciones más maravillosas que he podido sentir en casi toda mi vida, pero abro mis ojos volviendo a la realidad porque debo obtener respuestas.

-Detente-le digo y él hace detener el caballo al instante, me bajo sin decir nada más y doy unos pequeños pasos hacia delante cuando oigo como se baja del caballo también.

Doy media vuelta para encararlo y le enseño el número que tengo en mi labio, le enseño el mismo número que él tiene y ni siquiera parece lucir sorprendido ante tal revelación.

-¿Hay algo más que debas contarme?-digo mirándolo suplicante a los ojos-.¿O simplemente es una coincidencia?, cosa que no lo creo-digo al borde de la locura.

Él no dice nada, pero comienza a caminar, y yo lo sigo porque no tengo más remedio que hacerlo. Nos vamos hasta lo más fondo del enorme jardín y se detiene justo enfrente de dos lápidas.

-Mi madre y mi primer amor-se sincera-.Venus murió en mis brazos por mi culpa y con respecto a mi madre...se podría decir lo mismo.

Te hice invencible, sin sentimientos.

Escucho la voz de mi padre llena de veneno.

¡Me convertiste en un demonio!

Mi voz es un llanto desgarrador mientras veo la imagen de un cuerpo borroso en mis brazos.

Unas voces e imágenes llegan a mi mente y por alguna extraña razón siento un destello raro dentro de mi pecho al escuchar su historia, algo dentro de mí se mueve con inquietud, pero no logro entender por qué.

-¿Cómo es que eso pudo ocurrir?-logro pronunciar-.Pero, ¿Qué tiene que ver esto con lo que tenemos en el labio?

Él solo me mira en silencio sin poder decir nada y me hace subir al caballo para llegar al establo nuevamente, el camino fue silencioso y la incomodidad se podía notar a kilómetros.

Ambos nos bajamos del caballo y es él quien lo va a dejar en su correspondiente lugar, lo sigo y veo en su mirada tristeza, rabia e inseguridad, lo veo perdido en sus pensamientos.

Trata de colgar las riendas en una pared de madera, pero falla en el intento.

-No sé qué tengas en mente ni que tan jodido debes estar, pero puedo ver en tu mirada el dolor que te da recordar sus muertes-me callo unos segundos, pero sigo cuando su silencio es todo lo que recibo-.No se necesita ser inteligente para saber que a pesar de todo no eres una mala persona-sé que con estas palabras tengo una mínima posibilidad de salir de aquí.

-Yo jamás te haría daño-se acerca a mí con lentitud.

-¿Qué hay del número?-pregunto nuevamente casi en un susurro.

-No sé cómo explicarlo.

-Por favor-lo miro suplicante.

-Hay cosas que son mejores no saberlas aún Elizabeth.

-No puedes decirme esto.

-Quiero que recuerdes tú sola-admite y puedo ver un destello de arrepentimiento en lo que acaba de decir.

-¿Recordar qué?-pregunto confundida.

-Todo.

-¿Todo?

-Con el tiempo te irás dando cuenta de lo equivocada que estás ahora mismo-dice alejándose de mí para volver a intentar acomodar las riendas del caballo en la pared.

-¿Equivocada con respecto a qué?

-A que el malo de este cuento nunca fui yo ni siquiera mi familia-me mira a los ojos por una última vez para luego irse del lugar.

¿De qué está hablando?, ¿Por qué de repente viene y me dice todo esto?

La angustia y la desesperación se instalan dentro de mí y me subo al mismo caballo en el que había cabalgado junto con él, pero esta vez sin protección y con terror cabalgo por todo el jardín.

El sol comienza a esconderse y cierro mis ojos absorbiendo la brisa para tranquilizar todos los espasmos que me han invadido.

Me obligo a mí misma a ser fuerte y a recordarme que tarde o temprano saldré de aquí, solo debo tener fe y actuar con intelecto, de otra forma, terminaré acabada.

A través del tiempo: El experimento [1] BILOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora