Capítulo 7

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Elizabeth Sullivan, año 2041

Ha pasado un año desde que he estado en este lugar, pero ¿Cómo he sobrevivido a todo lo que me pasó?, ni yo misma lo sé, solo he de admitir que mi vida aquí no ha sido un martirio como lo idealicé, nadie se ha propasado conmigo después desde esa vez de mi llegada, sorprendentemente la gente ha resultado ser muy amable.

He intentado múltiples de veces escaparme, pero ninguna ha dado resultado, también pedí ver a mi familia, pero fallé en todos los intentos.

Al despertarme me siento en la cama y lo primero que veo es a Seth sin camiseta acostado en el sillón que está a unos centímetros de la cama. Ha dormido en ese sillón todo este tiempo, le he dicho que no hay forma de escaparme, que puede dormir en otra de sus habitaciones, pero nunca quiso.

¿Sabrá Seth que hoy es mi cumpleaños?

Me levanto de la cama para abrir las cortinas y la ventana, lavo mis dientes y mojo mi cara, amarro mi cabello en una simple coleta y bajo las escaleras en pijama. Salgo de casa y llego al establo, me dirijo hacia Rony, mi caballo favorito, estoy a punto de montarlo cuando lo siguiente que escucho me rompe profundamente.

-Nunca creí el hecho de que te dieran por muerta.

-¿Qué es lo que dices?-me acerco a pasos agigantados hacia Darío.

-Que hace dos semanas te hicieron un funeral.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos y mi pecho comienza a doler.

-¡Mientes!

-Había pocas personas, tu madre, tu hermano, Ágata y William, pero tu padre no estaba ahí.

-¡No digas mentiras!-grito hacia su cara.

-¿Qué es lo que pasa?-ahora la voz de Seth llega a mis oídos.

-¿Es que no sabes que a tu chica la dieron por muerta?

-¿De qué hablas?-Seth pregunta una vez que llega a nuestro lado.

-No tienes idea, ¿Verdad?, su familia se cansó de buscarla y le dieron un funeral, ¿O es que papi no te lo dijo?-puedo sentir el tono de burla en la voz de Darío.

Seth resopla con fuerzas y trata de acercarse a mí, pero se detiene a la mitad.

-Déjanos a solas.

Darío lo mira, pero se va haciéndole caso sin protestar.

-Piensan que estoy muerta-digo más para mí misma.

Seth me toma la cara con ambas manos para hacer que lo mire.

-Sé que no es un muy buen momento, pero quiero que me acompañes a un lugar, voy a arreglar todo esto...te lo prometo-me sonríe con un destello de lástima-.Ve a cambiarte, hueles a estiércol.

Sonrío porque sé que con él estoy a salvo, con él me siento a salvo.

Seth ha conducido por la infinita carretera luego de que me diera el tiempo de ir a darme una ducha y ponerme algo abrigado, no sé hacia dónde nos dirigimos con exactitud ni dónde estamos porque el lugar está en completa oscuridad, pero sé que hemos llegado porque Seth detiene el auto y me mira por unos eternos segundos.

-¿Qué?-le pregunto porque el silencio empieza a incomodarme-.¿Por qué me miras así?

Seth saca una larga y angosta caja negra de los asientos de atrás en silencio.

-Sorpresa-dice y abre la caja.

Es una cadena con un pequeño diamante azul en forma de corazón.

-Es preciosa-digo observando cada detalle de la cadena en mis manos una vez que la saco de la caja.

-¿Puedo?-pregunta un tanto nervioso.

Asiento sonriente y me la quita en un gesto tierno y tímido.

Levanto mi cabello y él se acerca a mí para poner la cadena alrededor de mi cuello y unir los broches sin mirar, demora un poco, pero finalmente lo consigue.

-Feliz cumpleaños-pone un mechón de cabello por detrás de mi oreja, toma mi cara con la misma mano y masajea constantemente con su pulgar mi mejilla y pómulo.

Se acerca cada vez más y besa mi mejilla derecha, pero no se aleja de mí en ningún momento porque es ahí cuando hace girar mi cara para quedar a un centímetro de distancia de su labio junto al mío. Puedo sentir su aliento a mentas y su olor a perfume embriagándome por dentro.

Atrapa mis labios en un beso suave y lleno de dulzura, le sigo el beso sin pensarlo y ambos nos consumimos en un ambiente lleno de pasión, es él quien termina de besarme para pegar su frente con la mía sin decir nada y yo no soy capaz de hablar tampoco. Él parece salir de sus pensamientos para bajarse del auto y dar un pequeño trote al frente del mismo, abre la puerta de mi lado y estira su mano para que yo se la estreche con la mía y así poder guiar mi camino hasta dar con una cabaña.

Trato de ahuyentar de mi mente el beso que me acaba de dar, pero no logro hacerlo con éxito, mucho menos cuando no ha soltado mi mano aún.

Lo veo sacar la llave para abrir la puerta, todo está en completo silencio y a oscuras, pero en cuanto Seth enciende la luz al entrar se desata el ruido.

-¡Sorpresa!-todos gritan al unísono a nuestra dirección. La cabaña es grande y me atrevo a decir que hay más de treinta personas en este lugar, pero no conozco a nadie a excepción de Seth y Darío.

Sonrío porque no sé qué otra cosa más hacer. Me alivia saber que Seth no ha olvidado mi cumpleaños y no entiendo por qué.

-Solo falta un amigo, pero llegará más tarde-Seth me explica, pero le quito importancia, son suficientes con las personas que estamos.

Cada uno se acerca a mí para saludarme y hacerme entrega de un obsequio por persona, al principio me negué a cada uno de sus regalos, pero terminé aceptándolos por cortesía.

Me siento en una de las sillas del comedor para descansar un poco cuando siento la presencia de alguien llegando a mi lado.

-¿Cómo lo estás pasando?-Seth pregunta.

-Es perfecto-digo apoyando mi cabeza en su hombro para que no se percate de mi triste mirada. De verdad que lo es, pero sigo extrañando a mi familia, a mi amiga y a mi vida pasada.

El timbre se hace escuchar en medio de la música y es Seth el que va a abrir.

Mi mundo se viene abajo cuando Seth saluda de la mano a un chico, Seth está haciendo entrar al mismo chico a la cabaña, pero no es cualquier chico, porque él es Axel, mi hermano.

A través del tiempo: El experimento [1] BILOGÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora