No le hablé a Sebastian durante todo el camino a casa, al llegar sólo tomé la bolsa con el vestido que me regaló y entré a la casa, dejándole las llaves para que sacara su ropa nueva de la maletera y cerrara el auto. Cuándo él entró yo había dejado la bolsa con el vestido que me regaló sobre mi cama y estaba en la sala con mi libro de voces anónimas.
-Ve a darte un baño, hueles a azufre mojado.- le dije, fingiendo que leía el libro, el cuál ya tenía abierto entre mis manos.
-¿Podemos hablar un segundo?
-No lo creo.
-________...- dejó salir un suspiro - Tú también me gustas.
-¡¿Qué dijiste?!- me sobresalté.
-Que tú también me gustas.
-¡Yo nunca dije que tú me gustaras!- dije, sonrojándome por completo.
-No fue necesario- sonrió -, no te habrías puesto celosa de Ana si yo no te gustara.
-¡Sólo no quiero que mi compañero de piso salga con zorras cómo ella!- dije en mi defensa.
Sebastian me quitó el libro, lo lanzó hasta el otro lado de la sala y me tomó de las mejillas, apretándome un poco la cara para hacerme mirarlo a los ojos.
-La iba a rechazar por ti, tonta.- me sonrió y luego me besó.
Puse mis manos en su pecho para empujarlo y sentí el latido de su corazón, lo cuál provocó que me sonrojara más de lo que lo estaba hasta entonces... No pude evitarlo y terminé abrazándolo y correspondiendo a su beso, hasta que separamos nuestros labios.
-De verdad hueles a azufre mojado, necesitas darte ese baño...- dije, intentando ver hacia otra parte.
-Está bien, me daré un baño rápido para que no me extrañes.- me guiñó un ojo y me dio un nuevo beso en la comisura de los labios.
Comenzó a buscar qué ponerse entre toda la ropa que habíamos comprado, incluso sacó su toalla de baño nueva, la extendió sobre la mesa y puso unos de sus boxers encima, haciendo lo mismo con el resto de la ropa que se pondría.
Recorrí todo su cuerpo en un vistazo rápido y fui a buscar mi libro para guardarlo.
-Voy a cocinar, ¿quieres comer algo?- le dije antes de que se fuera al baño.
-No gracias, no tengo hambre.- me sonrió - Gracias por preocuparte.
-No es nada...
Han pasado horas desde que Sebastian y yo volvimos del centro comercial. No puedo creer lo que ha pasado... Sebastian y yo... ¡Nos comportamos como recién casados! Cuándo le abrí mi puerta anoche no me imaginé que mi vida diera un giro tan repentino... También me preocupa que no haya querido comer, entiendo que como demonio la comida de humanos no le va, ¡pero no puede quedarse sin comer nada toda la vida! Me preocupa que pueda terminar por debilitarse...
Tengo una reunión con mi jefe en media hora, así que me he dado un baño y me he puesto el vestido que me regaló Sebastian. Me encontraba viéndome al espejo mientras el estaba recostado en mi cama, jugando con Manchita.
-¿Hay algún motivo por el cuál vayas a estrenar hoy el vestido?- me dijo de pronto.
Voltee a mirarlo y le dediqué una sonrisa.
-Tengo una reunión con mi jefe por asuntos del trabajo.- le dije.
-¿Y te pones el vestido que YO te regalé para ver a tu jefe?- dijo frunciendo el seño y con tono enfadado.
-Vaya, vaya... ¿Quién está celoso ahora?
Sebastian me retiró la mirada, volviendo a jugar con manchita. Aguanté soltar una risa y me acerqué a él, recostándome junto a él en el pequeño espacio que quedaba en la cama y abrazando su abdomen.
-No te pongas así, Sebby, sabes que sólo te quiero a ti.- le dije de forma seductora.
Sebastian me miró de reojo y volvió a ignorarme, así que esta vez comencé a darle besos en su cuello hasta que soltó una leve risa.
-Está bien, ______. No tardes mucho.- me besó.
-Volveré lo más pronto que pueda.- le devolví el beso y luego me puse de pie.
-Te estaré esperando.
Le dediqué una sonrisa y le lancé un beso. Fui hasta la puerta de entrada de la casa, dejando a Sebastian en el dormitorio y tomé una cartera en la que había preparado todas mis cosas. Saqué las llaves de mi auto de la cartera y me dispuse a abrir la puerta cuándo unas manos me tomaron de la cintura y me hicieron girar para quedar frente a frente con Sebastian. Me dio otro de sus excelentes besos al cual correspondí.
-Te amo.- me dijo al separar nuestros labios.
-También te amo.- le dije.
Nos despedimos y me fui a mi reunión. Tenía algo importante que hacer, soy guía turística en una empresa multinacional y siempre estoy trabajando con excursiones alrededor del mundo, y pronto tendré que volver a viajar pero no quiero dejar a Sebastian solo en casa, así que tendré que convencer a mi jefe de que me permita llevarlo conmigo...
Regresé 2 horas después con dos boletos de avión para ir a París a la tarde siguiente. No había sido fácil, pero finalmente logré convencer a mi jefe de que me permitiera llevar a Sebastian, por suerte para mí, mi jefe siempre me ha visto cómo si fuera de su familia.
Abrí la puerta de la casa, todo estaba a oscuras y no había señales de movimiento. Dejé mi cartera en el perchero y caminé hasta el dormitorio en silencio, encendiendo la lámpara que estaba cerca de la puerta al entrar. Con la tenue luz pude ver a Sebastian dormido sobre mi cama. Seguramente se había quedado dormido mientras esperaba a que yo volviera...
Me acerqué lentamente a él en silencio, me las ingenié para recostarme a su lado y comencé a contemplarlo con detalle mientras el se mantenía dormido... Mi mano comenzó a deslizarse bajo su camiseta, sentía ese abdomen marcado y perfecto al roce de mi piel mientras mis ojos se deleitaban observando esos labios tan deliciosos... La tentación era tanta que comencé a temblar hasta que ya no pude resistirme a besarlo, haciendo que despertara, y cómo es natural, una cosa llevó a la otra, y no hubo nada que nos detuviera...
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Un demonio bajo mi techo.
FanfictionCuándo _________ le abre la puerta a un extraño durante una tormenta, su vida cambia para siempre. Junto a Sebastian Michaelis tiene un largo camino que recorrer, ¿qué tan feliz puede ser una mujer al lado de un demonio?