-¡No puedo creer que hayas traído a Manchita a pesar de que te dije que no lo hicieras!- le dije a Sebastian al bajar del taxi frente al hotel.
Ya estamos en Paris, Francia, y después de bajar del avión he descubierto que cierto demonio ha hecho de las suyas trayendo a Manchita escondida entre el equipaje... Le había dicho que no debía traerla porque no se aceptan animales en el hotel, pero de todas formas no me ha escuchado.
-Pero ______, sólo es una gatita recién nacida, ¿quién la cuidaría si nosotros no estamos?- dijo jugando con ella en sus manos.
-¡Te dije que mi padre iría a la casa a darle de comer y cambiarle su arena, pero no, tú no hiciste caso!
-¡Yo no conozco a tu padre! ¿Cómo voy a saber que realmente va a hacerse cargo cómo corresponde de esa responsabilidad?
Le lancé una mirada asesina por encima del hombro que pareció sorprenderle.
-Hablas así de mi padre de nuevo y te bañarás en agua bendita.- le dije.
-No volverá a pasar...
-Por tu bien que no, y pobre de ti si nos corren del hotel porque trajiste a Manchita...
-Oh, no te preocupes por eso.- me dedicó una sonrisa.
-Ya veremos...
Entramos al hotel con nuestras maletas y de inmediato una mujer joven se acercó a nosotros. Se trataba de la gerenta del hotel, una mujer con la que ya he tratado varias veces en el pasado y con quien no tengo la mejor de las relaciones... Susan.
-Lamento informarles que no pueden alojarse aquí con animales.- dijo ni bien llegó donde nosotros.
Miré a Sebastian con mala cara de inmediato.
-Tranquila, amor, yo me encargo- me dijo en un susurro para luego mirar a Susan -... Señorita gerenta, sé que no debí haber traído a esta hermosa criatura conmigo, pero es tan pequeña e indefensa que no podía dejarla sola en casa. ¿Podría usted, hermosa señorita, hacer una excepción a la regla? Le prometo que no se enterará de que Manchita está en el hotel...- le dijo en tono seductor.
-Bu-bueno... Supongo que puedo dejarlo pasar esta vez...- respondió ella sonrojada.
-Gracias, sabía que entendería.- le sonrió Sebastian.
-No tienes que agradecerme... Esto... ¿Qué es ella de ti exactamente...?
-Es mi novia.
-Oh, bueno... ¡Si terminas con ella estoy aquí, trabajando, sólo tienes que venir a buscarme, me llamo Susan!
Este es uno de esos momentos en los que quisiera perder totalmente mi consciencia y matar a cierta clase de personas a sangre fría, sin piedad ni arrepentimientos...
-No lo creo, pero gracias por la oferta.- le respondió Sebastian.
-¿Qué...?
Sebastian hizo un ademán de abrazarme por encima del hombro, pero yo lo empujé para que no lo hiciera y fui con la recepcionista a registrarnos. Susan contempló la escena confundida y yo me dirigí a la habitación junto con Sebastian, quien vino detrás de mí, cargando con Manchita y la mayor parte del equipaje.
-¿Estás celosa?- me preguntó Sebastian una vez en la habitación.
-¿Quién, yo? ¿Por qué lo estaría? ¡Sí a mí no me importa que le coquetees a otras mujeres delante de mí para conseguir lo que quieres!- le dije con el mayor sarcasmo que había usado en mi vida.
Tomé una de mis maletas y me metí al baño de la habitación para ordenar ciertas cosas. En esa maleta no sólo tenía los productos para el cabello y la higiene corporal, sino también algunas mudas de ropa y unos tacones negros dentro de su caja. Había también una tiara con orejas de gato del color de mi cabello...
La idea me parecía tan tentadora que tuve que hacerlo, Sebastian iba a tener que entender algunas cosas. Me di una ducha rápida, y me vestí con mi mejor lencería, un top color rojo sangre y una falda negra larga hasta la mitad del muslo con un cinturón de cadenas. Me coloqué la tiara y los tacones y me vi al espejo. Me veía muy bien, eso era cierto, pero tal vez era mejor guardar los tacones esta vez, y así lo hice.
Salí descalza del baño y observé la habitación desde la puerta. Sebastian estaba recostado de un lado de la cama matrimonial, jugando con Manchita, y ya había arreglado el resto de la habitación. Sin hacer ruido me apresuré a guardar la maleta y luego me acerqué a la cama. Me recosté al lado de Sebastian y lo observé por algunos minutos.
Él parecía no darse cuenta de mi presencia, pero tendría que hacerlo, y el momento llegó. Puse mi expresión más irresistible y acerqué mis labios a su oído.
-Nya...- dejé salir aquel sonido, el cuál pareció resonar en su cabeza cómo si le hubieran disparado.
Volteó su mirada lentamente hacia mí y me vio de arriba abajo, sentándose en la cama y dejando que Manchita se fuera a recostar al sofá.
-Oh, my lady, te ves muy bien así...- me dijo con una sonrisa seductora.
Puso su mano en mi cintura acercó su rostro para besarme, y ya cuándo casi rozaba mis labios me alejé y me arrinconé contra la pared.
-Nya... _______ no quiere eso...- dije con una voz seductora que imitaba con sonidos el andar seductor de un felino.
-¿Por qué no?- dijo sentándose al borde de la cama.
-Sebastian no quiere a _______, nya... Sebastian quiere a Susan, ¿verdad?
-¡No, Sebastian quiere a _______!- se puso de pie y se acercó un poco a mí.
-Nya... ¿Entonces por qué Sebastian coquetea con otras? A _________ no le gusta eso, a __________ le duele...- puse ojos de gato con botas.
-¡No volveré a hacerlo, lo prometo!- me abrazó con fuerza.
-¿No cruzas tus dedos, nya?
-No, eso sería mentirte, y no lo haré nunca.
Sonreí satisfecha.
-Entonces, Sebastian tendrá una recompensa por hacer una promesa verdadera, nya...
Llevé a Sebastian a la cama de nuevo y lo besé... Esa sería una tarde gloriosa...
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Un demonio bajo mi techo.
FanficCuándo _________ le abre la puerta a un extraño durante una tormenta, su vida cambia para siempre. Junto a Sebastian Michaelis tiene un largo camino que recorrer, ¿qué tan feliz puede ser una mujer al lado de un demonio?