Capitulo 18

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A la mañana siguiente de que Marceline llegara a la casa, comenzaron a venir multitud de personas a conocerla: algunos ex compañeros de mi antiguo trabajo, compañeros de trabajo de Sebastian, incluso personas que no veía desde secundaria pasaban por la casa a conocer a Marcy.
-¡Sebastian!- escuché que lo saludó el primero de los compañeros de Sebastian en venir -¿Cómo te trae la paternidad? ¿Es complicado? Supe que tuviste una niña.
-Es menos difícil de lo que parece, pero tampoco es fácil. Se llama Marceline, ________ está con ella en el dormitorio.
-¿Y estás seguro que la niña es tuya?
-Claro, que tú te casaras con una mujer que después de dos años juntos se embarazó de otro no significa que mí mujer me sea infiel.
-... ¿Cómo te aguanta esa mujer?
Sebastian entró en el dormitorio junto con Samuel. Yo estaba jugando con Marceline, me había tomado los dedos meñiques con sus manitos y me miraba y reía de las morisquetas que yo hacía. La gata Manchita estaba hechada sobre la cama a un lado de Marcy.
Cuando entraron en el dormitorio Marcy dejó de reír y tanto yo como mi pequeña recién nacida y la gata miramos al visitante con cara de "al menos toca a la puerta".
-Lamento interrumpir su momento madre e hija- Manchita protestó con un maullido -... Y gato- se corrigió Samuel -; pero vengo a conocer a la pequeña Michaelis, y hasta traigo un regalo.
En ese momento tocaron el timbre.
-Yo voy.- dije, poniendome de pie.
Le entregué a Marceline a Sebastian y fui a abrir la puerta, encontrándome con Paz y Joaquin (ella actriz, él abogado, ella mi compañera en secundaria, él en primaria), y un niño que supuse era su hijo al que solo vi cuando nació.
-¡Hola! ¿Tú eres Tobías?- le dije al niño.
Él asintió y se escondió detrás de su madre. Sonreí y saludé a los otros dos para luego invitarlos a pasar.
-Las noticias vuelan.- dijo Paz.
-Nos enteramos que tuviste una niña hace unos días- le siguió Joaquin -. ¿Cómo es el padre? ¿A qué se dedica?
-¡Oh, dejaré que lo jusguen ustedes! Sebastian es doctor en medicina general.
-Debe ser inteligente, igual que Joaquin, ¿no? ¡Me alegro mucho por ti, debes estar muy contenta con tu niña!- me dijo Paz.
-No te imaginas, ¡es preciosa! Vengan, Sebastian se la estaba mostrando a un compañero de traba...
Dejé de hablar al oír un leve llanto de Marceline. Sebastian vino con nuestra pequeña en brazos y me la entregó.
-Creo que tiene hambre.- me dijo.
-Ese llanto no es de hambre, quiere que jueguen con ella.
-¿Jugar? ¿A los 3 días de nacida ya está pensando en jugar?
-No cuestiones lo que digo, la tuve 9 meses en mi vientre y sé lo que quiere.
La acomodé sobre uno de mis brazos y le di el meñique de mi otra mano, a lo cual se calmó y comenzo a mover su bracito arriba y abajo mientras reía.
-¿Ves?
Fuimos a la sala y nos sentamos en los sillones a charlar un rato. Creo que escuché decir un millón de veces que Marcy había salido a Sebastian. Marceline se durmió sosteniendo mi dedo meñique.

Esa noche decidí cocinar la cena y dejar que Sebastian se encargara de la bebé. Parecía no tener problemas cuidando a Marceline, así que cené y luego saqué unos chocolates para llevárselos a Sebastian.
Estaba con Marceline en nuestro dormitorio, ambos dormían sobre la cama matrimonial mientras Marcy apretaba uno de los meñiques de su padre con su pequeña manita.
-Pero que ternura...- suspiré viendo la escena apoyada contra la pared.
Decidí llevar a Marcy a su cuna y cuando fui a separar el dedo de Sebastian de la mano de Marceline, sentí como un brazo rodeaban mi cintura y me jalaba.
Caí sobre Sebastian y lo vi a los ojos.
-Creí que dormías...- le dije.
-Me despertaste.- sonrió y me besó.
Volvimos a vernos a los ojos al separar nuestros labios.
-Gracias.- susurró.
-¿Por qué?
-Por darle un sentido a mi existencia. Por recibirme a tu lado sin importar lo que realmente soy. Por convertirme en el primer demonio que tiene una familia.
Volvió a besarme. Correspondí a su beso, sintiendome la mujer más feliz del mundo. Sebastian se puso de pie, por lo cual me sobresalté y me separé de él.
Me cargaba en uno de sus brazos, mientras que en el otro cargaba a Marcy. Nos llevó hasta el dormitorio de nuestra pequeña y la colocó en el moises para luego llevarme en brazos de regreso hasta la cama.
Nuestra ropa se convirtió en un camino entre ambos dormitorios mientras nos besábamos. Al llegar a nuestra cama no llevábamos más que ropas menores, las que tampoco se quedaron demasiado tiempo. Admito que pensé que Marcy despertaría llorando en cualquier momento, pero estuvimos haciéndolo por al menos 3 horas.
-Sebastian...- dije su nombre entre jadeos y gemidos almenos unas 50 veces.
Me encantaba sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, y la sensación de que mi feminidad no quería dejar ir su miembro. Y me encanta que siempre hay alguna nueva postura, y que me dijera "te amo" un millón de veces mientras me llenaba el cuerpo de besos, y también que me mordiera en la yugular y me dejara una marca...

Desperté entre sus brazos a la mañana siguiente. Marceline no había llorado en toda esa noche, e incluso nos dio tiempo de bañarnos antes de que despertara esa mañana. No me imagino una vida diferente de esta, no sé como podría ser mi vida sin Sebastian y Marceline...

Un año pasó más rápido de lo que me habría dado cuenta. Marceline ya estaba aprendiendo a hablar y a caminar; aunque antes de caminar quería salir corriendo y casi siempre caía al suelo de barriga. Estábamos tan tranquilos en ese entonces que había dejado de sentir que Ash estaba por ahí esperando para atacarnos, y fue un error.
Sebastian tenía libre esa semana, así que llevamos a Marceline a un parque de juegos y Mei fue con nosotros.
Marceline jugaba en la caja de arena y nosotros charlábamos en un banco no muy lejos mientras la vigilábamos. De pronto noté que el parque se había vaciado y solo quedábamos nosotros... Nosotros y una figura de blanco que nos observaba a la distancia. De inmediato sentí que el corazón se me estrujaba y me paré para ir por Marceline ante las miradas confundidas de Sebastian y Mei.
-Tenemos que irnos a casa.- dije al volver sobre mis pasos con Marceline en brazos.
-¿Por qué? ¿Qué sucede?- me preguntó Mei.
-Porque tenemos que irnos.- insistí.
-De acuerdo.- dijo Sebastian.

No logré dormir esa noche. Le dije a Sebastian que había visto a Ash y lo vi hacer una mueca de preocupación. Marceline durmió entre nosotros esa noche, pero ni Sebastian ni yo pegamos ojo esa noche. Algo malo iba a pasar en cualquier momento y me aterraba...

Un demonio bajo mi techo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora