Capitulo 17

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Ambos se arrodillaron delante de mí y me acercaron la vacija a la cara.
-Bébetelo todo.- me dijo Nicolas.
Negué con la cabeza.
-¡Hazlo en nombre de Dios!- ordenó Ash.
Intentaron forzarme a que me tomara el agua bendita pero yo giraba la cabeza en otra dirección. Ash terminó por sostenerme la cara presionandome las mejillas con fuerza. Me obligaron a sorber un poco, pero no lo tragué, en lugar de eso se los escupí todo en la cara.
-¡Maldita mujer impura!- dijo Ash.
Lo vi sacar un florete y me señaló con el -Mejor comienza a colaborar o lo haremos de la forma dolorosa.
-Nunca.- dije.
-Bien, tú lo pediste.
Ash comenzó a correr hacia mí, apuntando el florete a mi pancita. Cerré los ojos y temí lo peor, pero lo peor no llegó.
Abrí los ojos y vi a Sebastian luchando contra Ash, era una pelea a puño limpio. Nicolas estaba muerto en un rincón con el florete clavado en la cabeza.
Golpes iban y venían tan rápido que era dificil darse cuenta de quien ganaría aquella pelea, hasta que Ash salió volando y se impactó contra una columna. No se movio por lo que creo que quedó inconciente. Sebastian vino hasta mi para desatarme, pero antes de que llegara a mi lado sentí que un liquido frio y tibio a la vez me recorría las piernas.
-Se-Sebastian, se rompio la fuente- comencé a alterarme -... ¡NO QUIERO DAR A LUZ AQUÍ!
-Tranquila, te llevaré al hospital de inmediato.
Me desató. Me puse de pie, estaba muy alterada, acababa de perder todo el líquido amniótico pero no tenía contracciones.
Sebastian me cargó en brazos y me llevó hasta el hospital más cercano.

Como Sebastian no trabajaba en ese hospital no le permitieron hacerse cargo del parto y tuvo que quedarse en la sala de espera. En la sala de partos solo habian mujeres: dos enfermeras, una partera y una doctora de medicina general.
Me senti nerviosa ya que en el ultimo ultrasonido el bebé estaba en su forma demoníaca, y como sabía que no iban a dejar entrar a Sebastian comencé a pedirle mentalmente al bebé que naciera en su forma humana a la vez que comenzaba el trabajo de parto.
-Ya falta poco.- me dijo una de las enfermeras.
Hice un ultimo esfuerzo antes de poder descanzar.
-Es una niña preciosa.- me dijo la otra enfermera.
-Avisaré al padre que ya nació.- dijo la otra.
Me la dieron envuelta en una mantita color blanco. Estaba llorando. La sostube y acaricié su pequeño rostro, imaginando la reacción de Sebastian al saber que era una niña. La acerqué a mi rostro y le besé la frente.
-Gracias...- le susurré.
Sebastian entró en la sala de partos con los ojos abiertos como platos y se acercó a nosotras. Vio a nuestra hija y lentamente acercó su mano para acariciarla. Comenzó a llorar.
-¡Una niña!- me dijo con una sonrisa mientras se le caían las lágrimas.
-Tiene cara de Marceline.- le dije.
-Sí, así es... ¡Es una niña!

Nos llevaron a Marceline y a mí hasta una habitación normal dónde la alimenté. La partera no dejaba de felicitar a Sebastian por nuestra niña y mientras comenzó a llegar mi familia.
-¡¿Dónde están, Sebastian?! ¿Es un niño o una niña? ¡Soy tía, ¿puedes creerlo?!- escuché decir a Mei.
-Es una niña, Mei.
-¡Increíble!
Mei fue la primera en entrar en la habitación
-¡________!- me abrazó y correspondí -Felicidades.
Mei vio a Marceline con curiosidad. Estaba despierta y miraba todo a su alrededor con cara de confución. Tenía los ojos de Sebastian y el mismo cabello negro también, solo que muy corto y despeinado.
-Ay, que pena, salió al padre.- dijo Mei.
-¡Sí, y es una niña muy guapa!- bromee yo, pero por supuesto que lo sería.
-¿Cómo se llama?
-Marceline Michaelis.
-¡Me encanta! ¡No puedo creer que soy tía! Oh, sí, tengo que decirle a mis amigas que es una niña.
Mei salió al pasillo a hablar por celular y Sebastian entró en la habitación.
-¿Cómo te sientes?- me preguntó.
-¿Tú que crees?
-No lo sé, todavía estoy asimilando que tengo una hija.
-¿Qué vas a hacer tú con una hija?
-¡Te diré qué no voy a hacer: No voy a dejarla tener novio!
Dejé salir una carcajada.
-Sebastian... ¿Estaremos a salvo?- le pregunté luego de calmarme.
-No lo creo, Ash podría regrezar en cualquier mimento, pero cuánfo suceda estaré aquí para protegerlas.
Sebastian tomó mi mano con fuerza.

Volvi a casa dos días después con Marceline en brazos. Mamá fue a verme a la casa esa tarde mientras Sebastian hacía las compras.
-Ya le creció el pelo, ¿te diste cuenta?- me dijo mientras mecía a Marcy en el cochecito.
-Mamá, no le creció nada, te estás imaginando cosas.- le dije.
-¡Claro que no! Es que casi no se nota. ¿Sabes? Cuando naciste supe de inmediato que me darías mi primer nieto, y estoy segura que un día Marcy les dará nietos a ti y a Sebastian.
-¡Que no te escuche, se pondrá como loco!
-Pero es verdad, ¿no crees?
-Sí, lo es.- me reí.
Sebastian llegó minutos después y me dio una bolsa de una tienda infantil.
-Dime qué te parece lo que le compré a Marcy.
En la bolsa había un vestido color lavanda con un gorrito que hacía juego y simulaba las orejas de un gato.
-Creo que se verá muy linda con esto.- sonreí.

Mei fue más tarde con un grupo de amigas para presentar y presumir de su sobrina. El día se me hizo algo largo, pero al final llegó el momento de ir a la cama.
Encendí el radio para poder escuchar lo que pasaba en el dormitorio de Marcy y me acosté con Sebastian.
-¿Estás bien?- preguntó luego de haberme besado.
-Tengo miedo... Miedo de que Ash aparezca y quiera quitarnos a nuestra Marcy.- admití.
-No va a poder llevársela, no te preocupes. No dejaré que lo haga.
Le dediqué una sonrisa, sabía que no dejaría que algo malo le pasara. Nos abrazamos y comenzamos a besarnos. Hacía meses que no hacíamos el amor, y parecía que ibamos a hacerlo entonces, hasta que Marcelyn comenzó a llorar en su cuarto.
-Papá, es tu turno. Ese llanto significa pañal sucio, suerte.- le dije.
Sebastian hizo una mueca antes de levantarse e ir a ocuparse de Marcy. Yo lo vi con una sonrisa, sabía que sería un excelente padre.
-Estoy orgullosa de ti, Sebastian...- susurré, acomodándome en la cama y viendo el techo con una sonrisa.

Un demonio bajo mi techo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora