Pasaron un par de semanas antes de que compráramos una casa más grande (dos dormitorios, tres baños, living, cocina y comedor separados) y nos mudáramos, incluso ya renuncié a mi trabajo. Ahora teníamos un montón de muebles nuevos, y mis padres habían venido a ayudar con la mudanza.
-¿Dónde dejamos este guardarropas?- preguntó papá, quien cargaba el mueble junto con mi madre.
-Ese iré a nuestro dormitorio, déjenme ayudarlos.- dije.
Me acerqué a mis padres, pero de inmediato Sebastian intervino.
-Tú no puedes esforzarte.- me dijo y señaló una silla que habían descargado de la camioneta de mis padres.
-¡No me dejas hacer nada!- me quejé mientras arrastraba los pies en dirección de la silla.
Me senté allí de brazos cruzados a ver cómo Sebastian se hacía cargo de todo y solo dejaba que diera mi opinión de vez en cuando. Al terminar, mamá se acercó a mí y me vio de pies a cabeza.
-¿Te sientes bien?- me preguntó.
-Sí, estoy perfectamente.- le respondí.
-¿Entonces por qué Sebastian te vigila tanto?
-Está un poco enferma, no es nada importante pero quiero que esté bien.- dijo Sebastian, como si tuviera derecho a meterse en la conversación.
Pasó un mes y medio antes de que decidiéramos darle a mis padres y hermanos la noticia de mi embarazo, Mei se emocionó mucho, Max amenazó a Sebastian con matarlo y mis padres nos felicitaron. Yo ya llevaba 3 meses de embarazo en ese momento y tendría el primer ultrasonido esa misma tarde, por lo que Sebastian había pedido el día libre en el trabajo para acompañarme durante todo el día.
El ultrasonido era en el mismo hospital en que trabaja Sebastian, así que cuándo llegamos un montón de pacientes y enfermeras comenzaron a saludarlo.
-Buenas tardes Dc. Michaelis, ¿qué lo trae por aquí en su día libre?- le dijo una enfermera que pasaba por la sala de espera.
No me agradó nada, ella lo miraba como si quisiera comercelo...
-Buenaas tardes enfermera.- la saludó él -Vengo con mi esposa al primer ultrasonido de nuestro bebé.
-Ah.- dijo la enfermera, viéndome con molestia -Felicitaciones, no sabía que sería papá.- ahora le coqueteaba a Sebastian delante de mí.
-Creo que se lo mencioné millones de veces.- le dijo Sebastian, con tono algo molesto.
-Ah, sí, no debo haber prestado atención. Nos veremos mañana, Doctor.
Dicho eso, la enfermera se retiró. Yo no me sentía muy feliz de haberla conocido y no me molesté por esconderlo. Algunas enfermeras más y un par de doctores saludaron a Sebastian antes de que el doctor Gonzalez nos llamara al ultrasonido. Al entrar a la sala, Sebastian y el otro doctor se dieron la mano mientras yo me acomodaba sin decir nada en la camilla.
Durante el ultrasonido casi no le presté atención a nada más que a la imagen del bebé en la pantalla de la computadora. se podía ver la forma en que latía su corazón y hasta lo vimos mover sus bracitos.
-¿Ya puedes ver qué es?- le preguntó Sebastian a su colega.
-No te apresures, es demasiado pronto para eso.- le respondió el Dc. Gonzalez.
-Espero que sea un hombrecito.- me dijo esta vez a mí.
-¿Y si es una niña?- le pregunté.
-¿Qué voy a hacer yo con una niña?- alzo una ceja.
-Puedes hacer con una niña lo mismo que harías con un niño.
-Seguirá siendo diferente.
Volvimos a casa después del ultrasonido, no sin antes pasar por algunas mueblerias y tiendas infantiles para ver cosas para el bebé. Me encapriché con un moisés (un tipo de cuna) muy lindo en color cielo que Sebastian terminó comprando y colocando en el dormitorio del bebé. También compramos un libro de nombres que traía el origen y significado de cada nombre y algunos libros infantiles que quedaron en una estantería en el dormitorio del bebé.
Un par de meses después del primer ultrasonido, me encontraba en casa viendo las noticias de la televisión cuándo de pronto vi el hospital en que trabaja Sebastian rodeado por las cintas de la policía y una multitud de personas alrededor.
-Las autoridades decidieron clausurar el hospital momentáneamente tras el terrible hallazgo de 3 enfermeras muertas en una habitación del hospital.- decía la periodista -Los cuerpos no presentaban signos de violencia ni ninguna clase de herida física, se esperan los resultados de las tres autopsias para mañana a la mañana.
-Sebastian...- pensé en voz alta, algo me decía que él tenía algo que ver, ya que se había estado quejando de que tenía hambre y el chocolate no era suficiente en los últimos días.
Él entró tranquilamente por la puerta en ese mismo momento. Me dedicó una sonrisa y se acercó a mí, me besó dulcemente en los labios y acarició mi pancita, ya algo notoria. El bebé dio una patadita en el lugar en que Sebastian apoyó su mano.
-¿Por qué tan seria amor?- me preguntó.
-¿Qué pasó en el hospital con esas enfermeras?- le pregunté.
-... Te dije que tenía hambre...- murmuró.
-¡¿Estás mal de la cabeza?! ¡¿Y si descubren lo que hiciste?! Dijiste que te aguantarías, Sebastian...
-No pueden descubrirlo, no te preocupes, y dije que lo intentaría, no que iba a contenerme.
-Aún así debiste haberte contenido.- suspiré frustrada.
-No te enojes, tengo que estar fuerte para protegerlos a ti a nuestro bebé, _______.
-¿Era necesario?- me crucé de brazos.
-Por supuesto que sí.
-... Aún así, me parece muy arriesgado de tu parte haberlo hecho en el hospital.
-No lo fue, ellas estaban coqueteando conmigo y quisieron ir a algún sitio más privado, así que aproveché. Nadie sospecha ni pueden probar nada.- dijo con toda la naturalidad del mundo.
Me cabree de inmediato al escuchar eso. ¡¿Esas rameras le habían estado coqueteando?! ¡Se lo querían tirar, malditas rameras! Si me entero que Sebastian les siguió el juego por un segundo yo....
-No te pongas celosa, no hice nada de lo que estás pensando.- me dijo.
-¿Y cómo puedo estar segura de eso?
-¿No confías en mí?
-Sí... pero lo que pasa en ese hospital cuándo no estoy cerca me resulta sospechoso.
-_______...- dejó los ojos en blanco como si me llamara pesada.
-No quiero enterarme de que esto se repite.- le dije con tono serio.
-Entiendo.- me dijo Sebastian -Cambiando de tema, ¿qué quieres almorzar?
Terminó enseñándome una amplia sonrisa, como esa discusión no se hubiera dado nunca. Le dije que quería cualquier cosa que llevara carne roja y se fue a cocinar mientras yo seguía viendo las noticias, aún algo molesta. Sebastian no me permitía hacer nada: no podía cocinar, ni limpiar la casa, apenas podía hacer cosas que me mantuvieran entretenida y bañarme mientras él no estaba en casa.
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Un demonio bajo mi techo.
Fiksi PenggemarCuándo _________ le abre la puerta a un extraño durante una tormenta, su vida cambia para siempre. Junto a Sebastian Michaelis tiene un largo camino que recorrer, ¿qué tan feliz puede ser una mujer al lado de un demonio?