Al volver del recorrido he dejado que los turistas se inscribieran en una excursión a las catacumbas parisinas que haría a la tarde siguiente. Los que se inscribieron fueron pocos: El primero fue ese sujeto, Claude Faustus. Sebastian lo estuvo mirando de mala manera toda la mañana, y no fue la excepción cuándo se inscribió en esta excursión. A él le siguieron Camila y Nicolás, las tres chicas que habían rodeado a Sebastian más temprano, y un par de parejas más.
Después de esto he ido hasta un restaurante a almorzar, y Sebastian ha venido conmigo a decirle al mesero que él no comería ni tomaría nada.
-¿Te pasa algo, Sebastian?- le dije después de salir del restaurante.
Sebastian me vio de reojo y tragó en seco. Lo notaba preocupado desde hacía un rato, pero no quería decirme qué le pasaba.
-Sebastian, sé que algo te preocupa y quiero que me lo digas. Soy tu novia, tengo derecho a saberlo.- dije después de unos segundos de silencio.
-... Comienzo a tener hambre.- me dijo.
-Oh... Entonces... ¿Haz pensado en...?
-No quiero hacerlo- me interrumpió -, te amo _________. Tú fuiste la única persona que me dio una oportunidad cuándo llegué, incluso cuándo te dije que soy un demonio... ¿Qué sería de mí si te perdiera sólo por saciar mi apetito? Y cuándo pienso que ese sujeto te ha estado observando toda la mañana...
-¿Crees que él quiera comerse mi alma?
-No, Claude Faustus quiere más que eso. Él quiere reemplazarme.- frunció el seño.
-Pero no lo hará...
Sebastian me dedicó una leve sonrisa y se acercó a mí para besarme, pero no lo hizo...
-... Si tienes hambre, es mejor que comas.
-Prefiero abstenerme por ahora.
-Si no vas a comer almas, ¡entonces busca algo que puedas comer de todo lo que comemos los humanos! No pienso dejarte que pases hambre.
-No te preocupes por mí.
-Demasiado tarde, ya lo estoy haciendo.
Entré a una tienda que había más adelante en la calle y compré todo lo que pude encontrar que se pudiera comer. De ahí fui con Sebastian a un parque cercano y lo hice probar todo lo que había comprado.
No le gustó ninguna fruta, puso cara de asco cuándo le di a probar un trozo de pizza, y tampoco le gustaron los dulces, ni las papas fritas...
-Bueno, por ahora sólo nos queda el chocolate...- suspiré, abriendo la envoltura de la barra y sacando un trozo de esta.
-No quiero probarlo.- me dijo.
-¡Sólo queda esto, así que abre la boca y pruébalo!
-__________, por favor, sabes que no me...
Antes de que terminara de decir esa frase le puse el trozo de chocolate dentro de la boca, sobre su lengua, y de inmediato su reacción fue por completo diferente a la que tuvo al probar todo lo demás.
-Mmm... No está mal, me gusta.- dijo luego de haberse tragado el chocolate.
-¡Sí! ¡Sabía que encontraría algo que pudieras comer!- lo abrasé. -¿Quieres más?
-Si my lady me lo permite...
-¡Por supuesto que te lo permito! Pero también quiero un trozo, amo el chocolate.- le sonreí y le guiñé un ojo.
Tomé un pequeño trozo de chocolate y le entregué a Sebastian el resto de la barra. Puse mi trozo en mi boca y dejé que se derritiera sobre mi lengua en lo que Sebastian disfrutaba el resto.
Después de eso volvimos al hotel. Manchita estaba durmiendo en su cesta cuándo llegamos, tal y cómo cuándo nos habíamos ido del hotel para ir a l restaurante. Sebastian y yo tomamos una ducha juntos, y puede que nos hayamos divertido más de lo planeado...
Sebastian y yo estábamos en ropa interior sobre la cama.
-Me encanta que me hallas hecho probar el chocolate.- me susurró al oído entre los besos que me daba en el cuello. - Me haces descubrir cosas de mí mismo que no conocía...
-¿Soy especial, Sebby?
-Mucho...
-Te amo...
-Yo también te...
La puerta de nuestra habitación se abrió. Ambos vimos a la puerta y vimos a Camila parada ahí.
-¡¿Pero qué te pasa?! ¡No invadas nuestra privacidad!- dije en un grito.
-Lo siento... No creí que siguieran en las suyas después de "el concierto" que dieron hace 15 minutos...- dijo algo sonrojada.
-¡Camila!
-Vuelvo en cinco minutos, ¡vístanse, por favor!- salió y cerró la puerta.
-Qué aguafiestas...- oí decir a Sebastian entre dientes.
-Seguiremos más tarde, amor...- le dije al oído.
Sebastian se sentó en la cama con el seño fruncido y yo me puse de pié. Busqué algo de ropa mientras que él seguía ahí, inmóvil. Busqué sus cosas y comencé a elegir su ropa: una camiseta negra, unos jeans, un cinturón negro, calcetines blancos, unos tenis negros y una chaqueta color rojo sangre.
-Vístete, no me gusta que otras vean tu cuerpo.- le dije.
Comencé a vestirme, me puse una falda y una blusa junto con unas plataformas. Cepillé mi cabello y cuándo finalmente estábamos listos, Camila volvió a entrar.
-¿Qué querías?- le preguntó Sebastian, molesto con ella.
-¡Eh, no es necesario hablarme en ese tono!- le dijo Cami.
-Lo siento, pero por más que seas mi mejor amiga, no te cuesta nada llamar a la puerta.- le dije en el mismo tono que había usado Sebastian.
-¡Ya, no volverá a suceder, par de gruñones! Sólo quería avisarles que cenaremos juntos, hice reservaciones en un restaurante con karaoke, salimos a las ocho, ni un minuto más ni uno menos.
-No quiero ir.- dijo Sebastian.
-¡Pues lo siento, es una doble cita, así que irás!- le dijo Camila.
-Camila, por favor...
-¡Por favor nada! ¡Si él no viene, entonces le diré a ese turista... Claude Faustus! Le gustas mucho, así que no se negará.
-¡No será necesario, hasta luego!- dijo Sebastian.
-Así está mejor.- Camila sonrió triunfante para luego irse y dejarnos a solas.
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Un demonio bajo mi techo.
FanfictionCuándo _________ le abre la puerta a un extraño durante una tormenta, su vida cambia para siempre. Junto a Sebastian Michaelis tiene un largo camino que recorrer, ¿qué tan feliz puede ser una mujer al lado de un demonio?