VI

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Ese fin de semana estuve hablando sin cesar con Oliver, a veces nos quedábamos hasta la madrugada cuando alguno de los dos se dormía. Mi madre esos días estuvo más cercana de lo normal, me estuvo preguntando que cómo era ese chico, que cuándo vendría... parecía un interrogatorio, y al final, en la llamada que hicimos Oliver y yo el domingo, saqué de nuevo el tema por el cual salté la valla antes de que traspasara la puerta y... se despidiera de esa forma tan... ¿Peculiar? ¿Encantadora?

- Mi madre no deja de preguntarme por ti - le dije mientras me tumbaba en la cama.

- Se habrá enamorado de mí - dijo en broma mientras los dos nos reíamos - Suele pasar - murmuró.

- ¿Suele pasar? - pregunté con una sonrisa.

- ¿Qué? - preguntó haciéndose el desentendido.

- ¿Suele pasar que se enamoren de ti? - volví a decir mientras ponía el altavoz en el teléfono y me levantaba a tomar una pelota pequeña. Se quedó un momento callado y después soltó un suspiro.

- Pues... No, no suele pasar - acabó murmurando - No te burles de mí, pero... Nunca he tenido pareja - en ese momento no me sorprendió, después de todo ¿Quién se iba a enamorar del imbécil del instituto? Sería caer muy bajo.

Pero ahora, viéndolo todo con perspectiva... Yo fui el que se enamoró del imbécil del instituto, y, mierda ¿Quién no se iba a enamorar de esos ojos?

- ¿Por qué? - pregunté volviendo a tumbarme en la cama, con un leve alivio que no sé de dónde provenía al saber que Oliver no había tenido pareja nunca.

- Es... no lo sé, yo busco algo de verdad... Algo que merezca la pena arriesgar, ¿Sabes? - dijo con un poco de alegría en su voz al hablar de eso que tan absurdo me parecía.

- No, no lo sé - dije, y era verdad, no lo sabía. ¿Qué merecía la pena arriesgar? Nada merecía la pena en este mundo, el amor era algo que no existía, solo se confundía con el sexo. Nadie estaba destinado a estar con una persona toda su vida, sería demasiado aburrido.

- ¿Nunca te has enamorado? - preguntó - En el instituto siempre corrían rumores de que tenías muchas novias.

- No eran mis novias, solo eran conquistas de unas semanas, pero para ser populares decían que eran mis novias. Siempre acabo cansándome de ellas y las termino dejando - dije - ¿Y tú? ¿Te has enamorado alguna vez?

- ¿Yo? - preguntó un poco dudoso, la línea se quedó en silencio durante un par de segundos para después escuchar la voz de Oliver - Creo que sí - murmuró, y pude imaginarme que le salía una sonrisa de sus labios.

- ¡Oliver! ¡Cállate que quiero dormír! - apareció una segunda voz, la cual era sin duda de Tomás, su hermano pequeño.

- Dios, Tomá... - murmuró quejándose, escuché que se levantaba de la cama y después un pequeño portazo al cerrar la puerta de su habitación - Esas son las desventajas de tener hermanos - dijo volviendo a tirarse en la cama ya que escuché las sábanas de ella moviéndose, y durante ese pequeño lapso de tiempo, mi cabeza no dejó de tener la voz de Oliver diciendo "creo que sí", así que... él se había enamorado de alguien... O estaba enamorado de alguien... Alguien que definitivamente debía ser un chico, ya que él era gay - ¿Nick? - no me di cuenta de que estábamos en silencio hasta que él dijo mi nombre, y entonces reaccioné.

- Sí, solo... Estaba pensando - murmuré - El examen de ecuaciones de mañana me tiene en otro mundo - dije inventándomelo completamente, era muy bueno en matemáticas gracias a él y seguramente en el examen sacaría un sobresaliente. Escuché que Oliver soltó una risita por la línea y pude imaginarme perfectamente sus ojos achinados a causa de su enorme sonrisa - Entonces... ¿Vienes mañana a cenar a mi casa? - le pregunté, cambiando de tema.

Enamorado del imbécil |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora