Epílogo

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Moví un poco la nariz cuando sentí que algo la rozaba y unas voces muy lejanas y finas a lo lejos, pero lo ignore y ya que seguramente serían imaginaciones mías. El sueño me ganaba, así que continué con los ojos cerrados, durmiendo plácidamente en esa cama que, cuando eché el brazo hacia delante, se me hizo muy grande sin él.

- Humm... - me quejé de nuevo porque no estaba a Oliver durmiendo conmigo, así no se podía dormir, maldición. Me di media vuelta y abracé su almohada, algo era algo...

- Uno, dos... ¡Tres! - iba a abrir los ojos justo en ese momento, cuando escuché que las varias risas incrementaron y esa voz, de Oliver sin duda, sonó fuerte y clara en un tono burlesco. Fruncí el ceño aún dormido y agitado pero, cuando iba a abrir los ojos para ver lo que pasaba, sentí un tremendo frío por todo el cuerpo, como si pasara de estar debajo de las mantas acogedoras, a un frío polar. Eso terminó de despavilarme y me entró un cabreo impresionante al despertarme así de sopetón. Estaba mojado, mierda, me habían echado agua fría.

Abrí los ojos exhausto y pude ver perfectamente la silueta de Oliver con una sonrisa de oreja a oreja junto a su hermano que se estaban riendo, acentué mucho más el entrecejo. Sonreí y negué con la cabeza justo cuando me di perfectamente cuenta e lo que había pasado, dejar de estar bastante drogado por acabar de despertarme.

Me miré en apenas milisegundos la camiseta mojada y después a ellos, quienes después de una risa comenzaron a correr.

Me reí y quité rápidamente la manta mojada de mi cuerpo y salté de la cama, aterrizando de golpe en el suelo mojado que me hizo caerme hacia adelante al resbalarme, poniendo afortunadamente las manos en el suelo antes de caer al suelo de cabeza, pero aún así no me hice daño y comencé a reírme como si fuera una idiota. Escuché que Oliver y Tomás se rieron mucho más fuerte cuando me vieron en el suelo, malditos...

Miré a un lado y vi que había, junto a un cubo vacío ya que el agua que seguramente había dentro me la habían tirado, una pistola de agua. Já.

Estiré el brazo izquierdo y la tomé en un movimiento rápido sin que ellos se dieran cuenta, levantándome y apuntándoles, apretando el gatillo para que saliera el agua disparada que mojó a Oliver. Me reí cuando vi su cara de impresión y miró su camiseta mojada, entonces volví a apretar el gatillo de plástico y comencé a mojarles también a Tomás y a él incluido. Comenzaron a correr escaleras abajo y yo les perseguí pisando fuerte para no volver a caerme, pero fue mala idea, porque cuando quise volver a mojarles, le di a Samantha en la cara, quien iba perfectamente maquillada.

En estos años ya nos teníamos la suficiente confianza como para considerarla como si segunda madre, pero de ahí a mojarla había una gran distancia. Así que lo único que salió de mis labios fue un rotundo...

- Mierda - dije, escondiendo la pistola de agua detrás de mi espalda mientras Oliver se reía en mi cara - Que conste que fue culpa de tu hijo - dije señalándole con el dedo.

- No fui yo quien le arruinó su maquillaje - me dijo sacando la lengua para picarme.

- Bueno, veníamos a saludarlos y ver qué tal estaban, pero veo que estan bien - dijo con una sonrisa mientras frotaba su camiseta mojada y el papá de Oliver reía a su lado.

- Sí, bien - repetí yo - Aguantando que ponga música a las doce de la noche mientras canta como si fuera una típica tarde, pero bien, sí - dije echándole una mirada burlesca a Oliver, quien se cruzó de brazos. Oh dios, qué diva, me encantaba.

- ¡Porque me gusta! - se quejó, excusándose.

- Pero si nunca la terminas escu... - y antes de poder acabar la frase, me tiró lo primero que encontró a mano, un cojín, un cojín que impactó contra mi cara desprevenidamente, me quedé por un momento extrañado, y le miré nuevamente.

Enamorado del imbécil |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora