XIV

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- ¡Me voy! - grité antes de salir por la puerta con una sonrisa en el rostro que no era común un lunes por la mañana. Caminé hacia el descapotable que gracias a que los asientos eran de cuero, ya estaban secos. Me subí y hoy hacía un sol radiante, totalmente diferente al día de ayer. Metí las llaves y puse la mochila sobre el asiento, la cual, sorprendentemente, estaba llena de libros esta vez. Miré el césped que comenzaba a crecer cada vez más y que, al parecer por la lluvia, había salido un poco más antes de pisar el acelerador y dirigirme al instituto.

Mi teléfono estaba lleno de llamadas perdidas de Connor y mi panda de amigos, y alguno que otro mensaje insultándome por no haber ido a la fiesta. Já, con la noche que tuve, ni en un millón de años hubiera ido.

Cuando llegué a mí casa sobre las cuatro de la mañana, dormí muy poco en cuando toqué la cama, me quedé despierto muchas horas dando vueltas incesantes pensando en Oliver, creo que tan solo dormí una hora, y con suerte.

Giré a la derecha y antes de que acabara una de las canciones, ya estaba en el aparcamiento y saltando la puerta del auto con la mochila en mis hombros. Fui hacia la puerta, esperando no encontrarme a nadie de mi panda de amigos, básicamente porque seguramente no vendrían después de haber estado de fiesta un domingo por la noche, nunca veníamos cuando íbamos a beber un domingo, preferíamos quedarnos en casa para que se nos pasara la resaca.

Crucé la puerta cinco minutos antes de que tocara el timbre, como normalmente hacía estos meses, me dirigí hacia mi taquilla y justo cuando toqué el frío hierro de ella, sentí una mano en mi hombro que me hizo girarme, sabiendo perfectamente que no era Oliver, pues no nos acercábamos en las horas de instituto.

- ¡Nicholas! - gritó esa voz femenina que me taladró con fuerza los oídos, haciendo una mueca de disgusto con la cara.

- Ah, Chris, hola - forcé una sonrisa y ella me dio dos besos en la mejilla, muy cerca de los labios.

- Qué desganado, por favor. Ayer organicé una fiesta, creía que iba a ir - puso cara de pena, haciendo morritos como si eso la dañara, y solo pude reírme de lo mal que lo hacía, Oliver sí que lo hacía bien. Me puso mis manos en sus caderas y ella pasó sus brazos por mi cuello. Curvando un poco su espalda para pegar sus redondos pechos contra mi. Llevaba una blusa con escote y unos pantalones cortos que no dejaban utilizar mucho la imaginación para saber cómo era su cuerpo.

- Ya, me quedé dormido - forcé una sonrisa y tuve ganas de quitarla de mi cuerpo, dios, estaba incómodo con ella encima.

- Hoy mis padres están fuera y... como ayer no viniste a la fiesta, he pensado que te gustaría venir y... No sé, podríamos ver alguna película - dejé de mirar a la entrada del instituto, esperando que apareciera Oliver, y enfoqué mi vista de nuevo a ella, quien usó un tono de voz demasiado provocativo, dejándome ver las claras intenciones que tenía. Sin duda en un pasado hubiera dicho que sí, me estaba brindando la oportunidad de tener sexo con una de las chicas más guapas de todo el instituto, pero justo cuando abrí la boca para negarme e inventarme alguna excusa, vi el delgado cuerpo de Oliver entrar por la puerta del instituto. Le miré entonces tan solo a él y pude ver que su rostro tenía el perfecto maquillaje que tanto usaba junto a esas gafas. Él se dio cuenta de que yo le estaba mirando y también lo hizo, pero tan solo un milisegundo en el cual sonrió, pero eso bastó para que se formara una sonrisa en mis labios también - ¿Hola? ¿Nick? - vi que una mano me impedía la vista hacia Oliver, quien se acercó a su taquilla para guardar sus cosas. Dejé de mirarle y vi que fue la fastidiosa de Chris quien estaba llamando mi atención.

- Lo siento, pero mi padre quería hoy una comida familiar de esas de mierda. Así que no podré, otro día, muñeca - le sonreí falsamente y aparté mis manos de su cuerpo casi al instante.

Enamorado del imbécil |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora