IX

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Seguía sin entender por qué rayos mi madre ponía tanto empeño en que Oliver viniera a cenar, me tenía harto. Nunca se había interesado en mi vida ni en mi panda de amigos a los que ella les llamaba "mala influencia", bah, qué demonios le importaba a ella si me encontraba algún desconocido tirado en el suelo como un perro, borracho y, de vez en cuando, drogado.

O eso pensaba yo.

Oliver me había mandado un mensaje diciéndome que su madre le traía y que no hiciese falta que yo fuera a buscarle, y en parte lo agradecí, porque ahora mismo me daba demasiada pereza tener que sacar de nuevo el descapotable. Aunque seguramente hubiese sido mejor eso que escuchar los gritos incesantes de mi madre para que todo estuviera perfecto.

Miré la hora una vez más y supe que ya faltaría muy poco para que Oliver estuviera picando en mi casa, así que me levanté de la cama y me dirigí a la mochila de Oliver, siempre había sido muy curioso, y con Oliver lo era aún más, así que cuando la tuve entre mis manos, sin una pizca de duda, la abrí y por un momento se me pasó por la mente la cómica idea de que tenía guardados apuntes de trapa para los exámenes y por ello sacaba en todo sobresalientes, pero obviamente no fue así, era una mochila normal, unos cuantos libros y libretas y un simple estuche, aunque cuando lo abrí, en vez de encontrar bolígrafos, encontré maquillaje que era más que seguro de Oliver. Sonreí y me reí levemente, Oliver podía llegar a ser dos extremos de una cuerda, totalmente distinto a lo que creí que era. Aún con la sonrisa en mis labios, saqué la libreta donde ponía "otros" en una perfecta caligrafía y en inglés, simplemente saqué esa porque sabía que el resto serían miles y miles de apuntes de todas las materias que tenía en el instituto.

Abrí la libreta y pude ver algunos títulos y abajo ponía "Oliver Greyson", era una canción, estaba completamente seguro, seguí pasando las hojas y aparecían muchas más canciones, algunas con tachones de por medio y alguna que otra frase suelta, pero justo se calló una hoja de la libreta, una hoja que estaba suelta y muy arrugada, intenté aplanarla un poco y pude diferenciar perfectamente la letra de Oliver, pero también había otra caligrafía no tan buena como la de él, era una conversación, ¿Enserio? ¿Oliver seguía hablando por papelitos en clase? Eso era lo que hacían los niños de seis años para que no los encontraran hablando. Mierda, qué tierno era este niño con cuerpo de adolescente.

"Qué tal con Nick, ¿eh?" leí que ponía en la primera frase, abrí los ojos al saber que hablaba de mí, y enseguida supe que era Dan con quien hablaba, era su único amigo, así que no había mucho que pensar.

"No hay nada, Dan. Déjame en paz ya con el tema, Nick no me gusta, enserio. Ahora déjame poner atención porque si suspendo biología por tu culpa te mato" me reí por lo psicópata que podía llegar a ser esa cara bonita y enseguida supe que esa conversación sería cuando empecé a ir a su casa para pasar el rato y después irme a fumar con mis amigos porque ahora estaba enamorado de mí, ¿Quién no se iba a enamorar de Nicholas Sallow?

"¿Y por eso ya nunca puedo ir a tu casa porque siempre está Sallow? Vamos, sabemos que es popular y piensa con la cabeza de abajo, dime qué pasa cuando va por las tardes" maldito Dan, aceptaba que pensaba con la de abajo a veces... Bueno, la mayoría del tiempo, sobretodo cuando alguna morena con minifalda se ponía frente a mí, ¿Pero con Oliver? Nunca, quizá eso era lo que le hacía especial, ¿No? No me gustaba Oliver para revolcarme, me gustaba... no sé, no sé por qué diablos me gustaba, por sus ojos quizá, quién sabe por qué ese niño me gustaba tanto.

"¡Por dios, Dan! Que no ha pasado nada, Nick no es gay y mucho menos alguien como él se va a fijar en mí. Es imposible. Ya te he dicho que de mayor me veré con cinco perros en una casa muy grande y solo" Yo también creí que era imposible que alguien como yo me fijara en alguien como él.

Enamorado del imbécil |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora