18.-

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Harry y su padre cruzaron miradas mientras observaban a Severus almorzar, ninguno había tocado el tema sobre lo sucedido el día de ayer, y al parecer el pelinegro tampoco estaba de ánimos para contarlo.

—Que injusto…—Suspiró Harry quejándose—No quiero que se acaben las vacaciones.

—Nunca te tomé cómo alguien flojo, Harry Potter—Se burló Severus para luego soltar un suspiro—Pero siendo el hijo de James Potter ¿Qué más puedo esperar de ti?

—Oye—James le dio un golpecito en el hombro—Yo soy muy trabajador ¿Sabes?

Severus enarcó una ceja—¿Será que te creó?—Preguntó con cierta burla—¿Ya tienes todos tus útiles escolares? ¿Se te olvidó algo?

Harry negó—Hasta dónde recuerdo, tengo todo.

Severus rodó los ojos y suspiro nuevamente—¿Los Potter tienen memoria? Vaya descubrimiento.

Harry soltó una risita, y observó a su padre a los ojos, esté asintió y el joven se preparó para iniciar una incomoda conversación—Severus, yo… quiero disculparme por lo que ocurrió con mi madre..—Harry hizo una mueca al tener que llamar a Evans de esa forma—Jamás debí permitirle poner un pie aquí.

Los labios de Severus temblaron, su mirada se ladeó observando a James—No es tu culpa, Harry. No eres culpable de los pecados de tus padres.

James entrecerró los ojos—¿Entonces eso fue lo que ocurrió, Evans vino aquí y te ofendió?—Preguntó, haciéndose pasar por ignorante—Esa perra…

—¡James!—Casi gritó Severus al escuchar como se refería a la pelirroja de esa manera, observó rápidamente a Harry para disculparse con la mirada.—Ella estaba enojada, de igual, no me dejaré afectar por lo que dijo—Murmuró tratando de convencerlos pero los dos Potters frente a él pensaban lo contrario.

—Si, mejor no pensemos en ella—Harry sonrió y Severus le devolvió la sonrisa.

El almuerzo continúo, y padre e hijo se miraron antes de asentir. El plan se realizaría esta noche, mucho antes de que Harry regresará a la escuela.

Pobre Lily Evans.

James disfrutaría sus gritos de terror.

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Lily se observó en el espejo, había dormido bastante bien luego de decirle sus verdades a la perra de Snape. Aunque, estaba algo nerviosa por la reacción que pudiera tener James al enterarse.

Pero ya habían pasado las dos de la tarde y James Potter aún no se presentaba. Lily se preguntó si el imbécil de Severus había convencido a Harry de no decirle nada a su padre. Tal vez eso fue lo que sucedió.

—Maldita perra—Lily siguió observando su reflejo en el espejo ¿Por qué James no notaba que ella era su mejor opción? El imbécil de Snape solo era un estorbo para su vida.

De igual, tenía algo en mente. Faltaban solo tres días para que Harry regresara a Hogwarts y, estaba segura que Snape se presentaría en el andén para despedirlo junto a James y, ella, como buena madre también lo haría.

Oh sí, Severus Snape jamás se olvidaría de la escena que formaría en el andén.

Salió a realizar algunas diligencias, y se recordó así misma que el día de mañana tenía una pequeña charla con el director Dumbledore, una vacante de profesor estaba disponible y ella había optado por el puesto.

Así estaría más cerca de Harry, y de alguna forma le haría ver a su hijo que las únicas víctimas de todo lo que ocurría eran ellos.

Snape estaba dañando la familia que ellos tenían y su hijo la apoyaría.

Sumisión ForzadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora