Capítulo 13
Perséfone
Había pasado mucho desde que salimos de los límites del jardín de mi madre, creo que nunca en mi existencia me había movilizado tanto como ahora y no me desagrada la idea, hemos pasado por una aldea habitada por mortales y por un momento desee tener su vida o algo parecido.
Ello vivían a su manera, iban a los lugares que querían cuando quisieran, conocían el sentimiento del amor y se enamoraban, sin embargo, eso no se veía mucho por mi antiguo hogar. Primero que nada, en el jardín de mi madre habitan solos ninfas y por ende si un Dios quería ir y visitar las preciosas tierras de Deméter ella no se lo permitía, no recuerdo haber visto nunca un Dios cerca de nosotras.
Soy consciente de que los dioses olímpicos toman las cosas aun así si no les pertenecen, mi madre y dalia, siempre comentaba al respecto.
Dicen que ello toma a las mortales, ninfas y diosas y no le importa en lo más mínimo las opiniones de ellas. No solos los dioses son ambiciosos en ese hábito, también los mortales, la única diferencia es que ello no puede someter a una divinidad por más inferior que sea. Las diosas tenían poder y ventajas.
-eres muy silenciosa. Escucho decir al dios que camina delante de mí.
No contestó y sigo mi camino, mi enseño mi madre desde pequeña era a no confiar en extraños.
Lo veo detenerse y hago lo mismo, lentamente se gira en mi dirección y me hace seña para que me posicione a su lado.
—Ven camina a mi lado. — Le doy una mirada extraña. Porque me pediría eso ahora. —Oye sé que los olímpicos no tenemos la mejor reputación el en jardín de tu madre, pero yo no te haré daño. — me sonríe. —Creo que si algo te llegará a pasar estado en mis manos Deméter me mataría primero, luego sería Ares y por último el...— calla rápidamente como si lo que iba a decir sería algo malo.
Me posicionó a su lado como el pidió hace momento y le brindó una pequeña sonrisa.
—No conozco al tal Ares, pero ¿porque él te haría daño si algo me llegara a pasar? —Retomamos nuestro camino.
—Digámoslos que es parte de su trabajo, el crear guerra y conflicto. — -explicaAsiento.
—Entiendo. Mi madre se enojaría mucho contigo también.— Le hago saber
El dios asiente con su cabeza en mi dirección.
—He escuchado sobre el carácter de Deméter ycréeme cuando dijo que no querría problemas con ella.
Río por su comentario.
—¿Tú sabes porque tuve que dejar el jardín? —Pregunto con la esperanza de que al menos él me diga el por qué.
Niega.
—No puedo darte esa información, lo siento
—Pero...— me detengo y me oculto detrás de élcuando veo algunos mortales acercase hacia nosotros, ellos no nos prestanatención y pasa por nuestro lado.
—¿Porque te asustas cada ver que ves a losmortales? hacías lo mismo cuando cruzamos la aldea. — Pregunta curioso de miactitud. —ellos no pueden vernos, al menos de que tú quieras ser vista por ello.— explica.
—No lo se. — Vuelvo a su lado. —mi madre siempreme ha dicho que ello es muy cruel con los dioses. — Acomodó la capucha sobre micabeza.
Hermes frunceel ceño.
—Más bien sería lo contrario. — Me corrige.
Me sorprendo por lo que acaba de decir.
—Los dioses son crueles con los mortales. Lo veonegar.
—No todos. — Me sonríe. —soy Hermes el Diosmensajero y nunca trataría mal a un mortal. — me extiende una de sus manos.
—Soy la diosa de la primavera y nunca he habladocon un mortal. Mi madre nunca me ha dejado. — acepto su mano con una sonrisa.
—¿Es muy protectora contigo? — Pregunta.
—Si
—Los mortales no son malos, es solo que los seisdioses primordiales no confían en nadie por lo qué pasó con su padre. — Habladistraídamente. -excepto la diosa Hestia, ella si es un amor.— me sonríe.
—¿Quiénes son los primordiales? nunca escuché deellos. — Pregunto curiosa.
El rostro de Hermes es de pura sorpresa. Mipregunta lo habrá tomado desprevenido.
—¿Enserio no sabes quien en so los primordiales?— Niego. —pero Deméter tú madre en una primordial.
—Uh, Ella nunca me contó sobre ellos.
—Curioso...— entrecerró los ojos. —De todo modo noimporta.
Avanzamos en cole vio y llegamos hasta unapequeña cabaña rodea de vegetación floral hermosa, en ella se encuentra muchostipos de plantas al igual que el jardín de mi madre. Sonrió. Al menos estaré enun lugar con flores.
—Buenos, bella Perséfone llegamos a tu nuevo hogar.— Exclama Hermes a mis espaldas.
Paso mi mirada por todo el lugar y me encanta,muevo mis pies hacia la pequeña cabaña y me adentro en ella, el espacio es muyacogedor y a simple vista se ve que es para una sola persona. Me siento tristepor un momento y recuerdo mi antiguo hogar, lo compartía con mi madre y lasdemás ninfas, pero este será solo mío.
Siento a Hermes acercase a mí.
—Si no te gusta puedo hacer que lo cambien.
—No hace falta, me gusta mucho. Le muestro unasonrisa.
—Bien. — Lo veo acomodar mis cosas a un lado dela pequeña cabaña y se dedica a abrir las ventanas. Lo veo moverse de un lado aotro y hasta ahora me percato de que Hermes puede volar.
—Ya todo está listo para ser habitada por ti. —Se detiene justo frente de mí.
-—Estaré sola.— Pronunció con algo de tristeza.
Hades
Después de los ocurridos esta mañana en miaposento no he vuelto a ver a mente por mis alrededores y no es que me importemucho, siempre le dejé en claro que no la quiera en mi habitación al menos parauna cosa clara.
Ella piensa que si puedes llegar a quererla.
De mente solo me interesa una cosa y mientrasella me de lo que quiero no habrá problema, pero últimamente de lo único quehabla ella y todo el mundo, es de que necesito una reina. Alguien que gobiernea mi lado y no sé por qué mente habrá creído que ella sería esa persona. Ellasería mi última opción eso lo tengo claro.
Suspiro mientras acaricio el suave pelaje decerbero.
Tampoco he vuelto a ver o sentir la presencia deHécate, hace rato que estoy pensando por qué se encontraba tan temprano en elinframundo, debería de estar buscando a la Ninfa del Río y al hijo de Deméter.Su plazo se está agotando.
Me tocará visitar a mi querida hermana en esecaso.
Extiendo mi vista hacia la puerta del trono,esperando que esta habrá ya que siento y escucho los pasos de mi querida diosade la nigromancia. La puerta es abierta y por ella veo la figura de Hecates,con pasos seguros se acerca hasta mí. Cerbero al notar su presencia corre hastallegar a los pies de Hecates y esta le acaricia el pelaje a mi perro, quiencomplacido las recibe.
—Mi guardia, te extrañe. — Hécate se postradelante de cerbero y besa su cabeza mientras cerbero coloca sus patas frontalesen los hombros de la diosa y lambe su mejilla. —también me extrañaste. — pronunciaHecates y la dejo estar por unos minutos.
—Hades. — Pronuncia en señal de saludo.
—Tú tiempo se agota Hecates y decides acaricia ami perro. No te queda mucho tiempo, ¿sabías eso?
Continúa en su tarea con cerbero, ahora lemasajea la barriga mientras el perro está tendido en el suelo patas arribas
—Soy consciente de ello. Confirma. —Te escuché
—¿Y bien? — pregunto paciente. — ¿Tienes algopara mí?
Asiente. Y sigue jugando con cerbero.
Pierdo mi poca paciencia.
—¡Hecates deja al perro y céntrate en tu rey! —Dijo furioso.
Hécate para sus caricias a cerbero y me da unamirada de advertencia. Ambos nos miramos fijamente, cerbero suelto un gruñidoal no tener la atención de Hecates.
Debo de dejar de consentir al perro.
—Puedes dejar de preocuparte, encontré ambascosas. Resopla
—¿Y bien? — soy impaciente. —¿Por qué la Ninfa nose encuentran en mi reino? —Pregunto lo obvio.
—Tenemos un problema.
—¿Qué tipo de problema? —. Incitó para quecontinue.
—La ninfa no es una ninfa y el hijo de Zeus noes un hombre como esperabas. — Explica y se pone de pie nuevamente.
No estoy entendiendo nada de lo que Hecates mequiere explicar
—Exprésate mejor. — Me acomodó en mi trono
—La que creíste que era una Ninfa, en realidaden una diosa y es la hija de Deméter y Zeus. — Aclara Hecates.
Por un momento no pronunció palabra alguna, comoes posible esto que Hecates me acaba de confesar y debe de haber una confusión.
—¿Estás segura de esto? — Dudo
—¿Te he fallado alguna vez Hades?
—No. — dijo con un poco de orgullo.
-ayer la vi con las demás ninfas. Quise explicártelo esta mañana, pero ya sabemos lo que sucedió.Luego volví a subir al mundo mortal y me entero de que es la hija de Deméter.Su nombre es Perséfone y es diosa de la primavera. — Hécate suelta toda lainformación. — Ah, se me olvidaba, ya no está en el jardín Hermes la llevo aotro lugar.
—¿Disculpa? — Siento mi furia crecer por losultimo que acaba de decir. —¿Como que Hermes la llevó a otro lugar? Debistetraérmela antes de que el siquiera se acercara a ella.
Veo a apretar los labios en forma graciosa.
—No te estoy haciendo un chiste, la necesito enmi reino...— no termino de hablar ya que Hecates no se molesta en interrumpirme.
—Ares la vigila de cerca. — Informa.
Arqueo una de mis cejas.
—¿Y le temes al idiota de Ares, Hecates?
—Sabes perfectamente que no le temo a nada. — Seofende. —Pero no podría tomarla así por así Hades, Zeus sería capaz...
—¡Me importa una mierda Zeus y su hijo el problemático!— Pierdo los estribos. —sabes perfectamente que deseo la diosa, Hecates no mecompliques las cosas.
?Porque será que todos piensan en lo que Zeus podríahacerme? No le temo y no creo que mi hermano sea lo suficientemente idiota paraprovocarme, yo no soy nuestro padre, soy mucho peor que él.
—Entiendo. La traeré hoy mismo si así lo quieres.— Se encoge de hombros
—¿Sabes dónde se encuentra? — Pregunto. —Tengomejores planes.
—Si, alparecer Zeus mandó a construir un pequeño jardín para ella a la afuera de laciudad, está en compañía de dos ninfas y estará custodiada siempre por algunossoldados olímpico de Ares y por el mismísimo Dios.
Escucho atentamente todo lo que dice Hecatessobre la diosa y me alegra saber que Zeus sospechara de que estoy detrás de suhija , así me dará más gusto traerla a mi reino que es donde pertenece.
Porque si, ella me pertenece
La diosa me pertenece desde el día en que misojos la vieron en el río.
Perséfone diosa de la primavera. Sonrió ante laidea, Al fin y al cabo, deseo un poco de primavera en mis tierras.

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Mi Perfecto Caos
RomanceTras la guerra contra su padre, el Dios hades fue condenado a vivir una vida de oscuridad lejos de todo lo que ya conocía. Desde su nacimiento nunca supo lo que es el amor, siquiera conocía el término de la palabra, para el solo existía el dolor y l...