capitulo 18

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Capítulo 18

Inframundo

Perséfone.

Mis manos se encuentran pegada al terroso suelo del rosal, con lentitud y cuidado clavo mis dedos penetrando la tierra. Relajo todos los músculos de mi cuerpo y me enfoco en inyectar parte de mi poder en la tierra, cierro mis párpados e imagino la rosa que deseo crear en este momento.

Roja.

Única.

Hermosa.

Extraña.

Creación de la diosa de la primavera.

Abrís mis palpados y fijo mi vista en la tierra, la cual está siendo agrietada por las gruesas raíces que se entrelaza unas con otras. Los primeros brotes comienzan a salir a la superficie y observo cómo nacen nuevas platas las cuáles serán las portadoras de mi creación, cuando veo las plantas lo suficientemente crecidas y lista. Desprendo más poder y veo salir la primera rosa creada, está sujeta a unas de los tallos y sonrió con el resultado frente a mí.

Me fascina cada vez que creo esta rosa. Y admito que me encanta saber que soy yo la única que le puedo dar vida.

Pierdo la cuenta de cuantas rosas creada por mi van creciendo y decorando esta zona del rosal, cuando siento que ya es suficiente, retiro mis manos de la tierra y me levanto lentamente, la debilidad en mi cuerpo es notable. Mi madre siempre me advirtió que no me sobre excediera con mis dones, el crear y darle vida algo es muy agotador a veces y creo que está es una de ella.

Con dificultad intento sostenerme sobre mis pies y es un intento inútil, siento como todo da vuelta a mi alrededor y me siento caer al suelo, espero el impacto pero este nunca llega, mi cuerpo no llega hacer contacto con este, soy atrapada por unos brazos músculos que evitan que mis rodillas toquen la tierra.

—necesito tocar la tierra— balbuceo débil mente.

No obtengo respuesta por parte de la persona que me sostiene en sus brazos. Continuo por tratar de llegar a tocar la tierra y es inútil.

—vendrás conmigo, tienes que explicarme que son esas rosas y por qué aparecen en mis sueños—escucho una voz que me es un tanto reconocida. Pero debido a mi agotamiento no soy consciente de lo qué pasa a mi alrededor, solo siento como soy tomada en los brazos de alguien y cómo este me estrecha con fuerza a él.

Quiero prosperar y pedirle que me libere para tomar un poco de fuerza de la tierra, pero me encuentro muy debilitada por crear la rosa.



Hades



Siempre fue ella.

Desde el día en que mi ojos se posaron en las ninfas en el río no pude apartar mi mirada de Perséfone, le pedí a Hecates que la buscara y la llevara a mi reino porque deseaba tenerla en mis tierras. No recuerdo en qué momento comencé a buscar algo o alguien que mediera repuesta a mi s sueños con la extraña rosa, luego pedir que encontraran a la hija de Zeus y Deméter.

Y ella lo es todo.

Perséfone es todo lo que he estado buscando, ella debe de tener las repuestas que quiero.

Cuando la vi crear la rosa sabía que había encontrado lo que tanto buscaba y es por ello por lo que ahora me dirijo con la diosa en brazos a mi reino. Ahora mismo no me importa la furia que sentirá Zeus al saber que su hija a desaparecido, ni tampoco me interesan las opiniones de Hecates. Solo me importa tenerla a ella e mi castillo.

Cuando me acerque a ella note lo débil que se encontraba y como trato de luchar para caer al suelo, no se lo permití y la traje conmigo.

—Mi rey hemos estado esperando su llegada.

Tànatos hace una reverencia cuando pasó por su lado.

—Si Hecates llega al inframundo infórmale que la solicito en mis aposentos— ignoro al dios de la muerte y me encamino a mi alcoba con la diosa en brazos.

Cuando llego a mi habitación comienzo a maldecir, siento la presencia de la Ninfa mente estar dentro de mi recamara.

—Hades Al fin llegas, te tuve esperando todo este tiempo. ¿se podría saber que te tomo tantos días en el reino mortal?

—Ahora no mente necesito que salga de mi habitación.

Le pido con la diosa en manos. Mente se percata de que sostengo a Perséfone en los brazos y me mira arqueando una de sus cejas.

—¿Quién es ella? — Pregunta mientras se acerca y reaccionó con rapidez.

—Eso no te incuben, quietos que salgas de aquí si— aparto a la Perséfone de la ninfa.

—¿Porque traes a una Ninfa terrestre al inframundo Hades?

Ignora la preguntas de mente y me encamino a donde se encuentra la espaciosa cama , con suma delicadeza coloco a la diosa en ella y la veo detenida mente, Perséfone es realmente hermosas.

Paso mis nudillos por la mejilla de Perséfone y en el camino entrelazo un mecho del oscuro cabello de ella, lo aparto y noto como su respiración es leve y pausada.

Al fin la tengo a la diosa de la primavera en mi reino.

—Hades no ignores mis preguntas— escucho a la Ninfa detrás de mí.

—No hay nada que responder mente — dijo con pesar. —, no es tu incumbencia a quien traiga a mi reino.

—Claro que es de mi incumbencia.

—Mente ya retírate de mí aposento.

La Ninfa hace un intento por volver a hablar, pero es interrumpida por fuerte sonido que se escucha a continuación: por la puerta de mi aposento entra una furiosa Hecates y veo las dagas en clavada en sus ojos.

Pasa su mirada de mi hacia la diosa que descansa en mi cama y llega al límite.

—-tú. — acorta la distancia entre nosotros de una manera rápida, siento el ardor en mi mejilla izquierda. Volteo mi rostro nuevamente y encaro a la furiosa diosa delante de mí. —. Te pedí que fueras paciente Hades.

—Cómo te atreves a golpear a tu rey— Mente se interpone entre nosotros.—. Es tu rey y le debes respetan.

La mirada de odio que Hecates le ofrece a la Ninfa Hace que esta se encogía en su lugar.

—Te voy a dar la opción de elegir mente. Te quitas de mi camino o te atienes a las consecuencias— Hecates mira fijamente a la Ninfa y está retrocede sin decir palabra alguna.

La diosa vuelva a fijar su oscura mirada en mí.

—Sé que estás furiosa Hecates, pero tengo una razón muy fuerte que me impulsó tráela aquí.

—¿Se puede saber cuál es esa razón mi rey? — pregunta.

Veo de reojo a la Ninfa mente y suelto un pesado suspiro.

—Mente sal de aquí.

La Ninfa solo asiente y sale de mis aposentos sin reproches. Cuando solo quedamos Hecates y yo en completa soledad me atrevo a hablar.

—Recuerda la flor que aparece en mis sueños y de la cual no sabemos su origen ni el porqué está presente en mis sueños.

—Si lo recuerdo.

—Ella la creó. — dijo y veo la confusión en el rostro de Hecates. —. Perséfone la creo y le dio vida esta tarde en el rosal, por ello la traje aquí.

Hécate supura

—Hades, estás seguro de eso— noto la preocupación en la voz de Hecates.

—Por supuesto.

Hecates se muevo de un lado a otro y mira a la diosa en mi cama. Pierdo la cuenta de cuántas veces repite el mismo movimiento, la diosa se detiene frente a mí y me interroga con su mirada.

—¿Supongo que la mantendrás aquí? —pregunta. —, es arriesgado llevarla otra vez al jardín, Zeus debe de estar informado de que su hija desapareció.

La mención de mi hermano no me afecta en lo absoluto y la diosa parece notarlo porque entrecierra los ojos hacia mí.

—Hades...

—Claro que la mantendré aquí en mi reino Hecates— exhalo —, no la regresaré por ahora en el jardín.


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