CAPÍTULO 8

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POV ASLAN.

—¿Qué haces aquí?, ¿Cómo pudiste entrar? —cuestionó, empezando a enojarse—. Llamaré a seguridad si no te vas ahora mismo, Aslan.

—¿Qué hago aquí? —pregunté con mi ceño fruncido—. ¿Enserio lo preguntas? —la miré incrédulo, ella lo sabía, sabía que volvería—. Estoy aquí por ti, estoy aquí porque soy incapaz de estar sin ti y porque necesito respuestas ¿C-cómo es que estas viva y... y te has ocultado todo este tiempo de mí?, ¿por qué nos hiciste este daño?

No podía entender como estaba viva y la razón por la que hasta ahora había aparecido.

¿Acaso no me extrañaba?, ¿Qué había sucedido para que me mintiera todo este tiempo?

—¿Cómo estoy viva? —sonrió sarcásticamente—. Claramente por ti no.

Cerré mis ojos por varios segundos, no pudiendo soportarlo un segundo más.

—No lo hagas Zel —caminé rápidamente hasta ella y la agarré de ambos brazos—. No lo hagas, por favor.

—¿Qué estoy haciendo?, ¿Qué no haga qué?

—No sigas mirándome de esa forma, el ver como me miras me duele —susurré, admirando su hermoso rostro—. Oh Alá.

La atraje hacia mí y la abracé. Justo cuando nuestros pechos se tocaron, por primera vez en varios años me sentí en paz, en casa, ella era eso para mi y más. Temía que todo esto era un simple sueño, que aún seguía durmiendo y que pronto despertaría, si era un sueño quería quedarme eternamente en el.

—S-suéltame —susurró débilmente, sabía que se estaba conteniendo y que en verdad no quería que lo hiciera.

La conocía, conocía su cuerpo, conocía todo de ella y no podía mentirme como yo tampoco a ella.

—¿Sabes cuantas noches soñé con volver abrazarte? —pregunté, alejándome un poco y agarrando su rostro entre mis manos—. Con volver a verte a los ojos, con volver a oler tu aroma, tocarte, escucharte hablar —mis ojos se llenaron de lágrimas que rápidamente se derramaron—. No hubo ni un día en que no pensara en ti, nadie jamás había extrañado tanto a alguien como yo a ti.

Sus ojos se pusieron vidriosos y suspiró.

—¿Qué mentira me acabas de decir? —susurró, soltándose y alejándose un poco—. ¿Piensas en mi aun cuando tienes a tu esposa al lado? —ese era un problema que tenía que solucionar muy pronto—. Responde, ¡¿piensas en mí?! ¡¿pensaste en mi cuando te volviste a casar, Aslan?! ¡¿pensaste en mí?!

Cada minuto —pensé.

—Sí, sí lo hice...aquí —señalé a mi corazón desesperado—. No ha dejado de sangrar desde el día en que te perdí, no volvió a latir hasta hoy.

—Deja de mentir, ¡te casaste! ¡te casaste! no te casaste con alguien cualquiera, no, te casaste con tu prima y mejor amiga. ¿Cómo es posible aquella traición? Es entendible que quisiera rehacer tu vida, pero...con ella —había dolor en su mirada y me desesperé.

—¡Tuve que hacerlo! ¡tuve que hacerlo por la familia, amor! —grité, explicando un poco sobre la verdadera razón tras mi casamiento—. No quería hacerlo amor mío, pero tuve que...tenía que hacerlo, tenía que salvar a la familia...el honor, el...

—No sigas Aslan, ya nada de lo que digas me importa. Te casaste, perfecto...ahora ve con tu esposa —señaló la puerta y negué levemente. No me iría de aquí sin ella, ella era mi hogar.

—Estoy con ella —respondí, mirándola fijamente.

—¿Qué cosas dices? —inquirió.

—Estas viva Zel, así que mi matrimonio con Zeynep no es válido... tú eres mi hanim, mi hanim (esposa) y no sabes cuanto le agradezco Alá esta bendición.

No dijo nada por varios segundos hasta que volteó a ver su escritorio y caminó hacia él decidida. Fruncí mi ceño cuando empezó a buscar una carpeta en específico entre las docenas que tenía amontonadas.

—¿Qué estas haciendo? —pregunté totalmente confundido.

No respondió, agarro una carpeta negra y vino hasta mi extendiéndomela.

—Ten —señaló.

—¿Qué es esto? —pregunté, mientras la agarraba y procedía abrirla con algo de temor.

—Es un documento —respondió—. De divorcio.

Empecé a leer rápidamente cada línea y sonreí cuando llegué al final.

—¿Por qué aun no veo tu firma? —quise saber, sintiendo como mi corazón empezaba a latir sin parar—. ¿por qué aun no lo firmas? Responde...es simple la pregunta.

—Espero que tú lo hagas, ¿hay algo malo en eso? —alzó sus cejas retándome.

—Sabes que no firmaré, por esa razón aun no lo haces tú —concluí con una sonrisa, era inevitable porque sabía que detrás de su capa de hielo, aun había un corazón que seguía amándome—. Así que sabrás que jamás nos divorciaremos.

—Lo harás. Lo harás Aslan Kurt —sentenció—. Yo te obligaré hacerlo.

—Ten —le extendí la carpeta—. Entonces firma tú y después te juro que lo haré yo.

—¿Quieres decir que crees que no soy capaz de firmar?, ¿Qué cosas piensas? —su rostro empezó a enrojecer, signo de que estaba molestándose—. Firmaré —afirmó con convicción.

—Perfecto.

—¡Perfecto! —chillo, cruzándose de brazos—. ¿Por qué me miras así?, ¿acaso tengo algo en mi rostro?

—Aun espero que agarres la carpeta, Zel —señalé mi mano extendida y chasqueó su lengua.

—Uf Alá Alá...dame paciencia.

—Nadie me separará de ti, eres mi Hanim y tu lugar esta conmigo...no con esta familia que apareció de repente.

—Aslan —nombró—. Ya no hay un tu y yo, ya no hay un hogar y mucho menos una...familia, por favor firma, hazlo y acabemos con esto.

—No, no lo haré...estas aquí, estas viva...y aprovecharé esta nueva oportunidad. Aun no entiendo nada, no sé cómo es que pudiste salvarte, no sé nada y tengo muchas preguntas, pero lo sabré mas adelante, ahora lo único importante eres tú mi amor.

—Entiende, tienes tu esposa y tu deber es estar con ella...al igual que mi deber es estar con mi prometido.

¿Qué?

Abrí mis ojos como platos al escucharla.

—¿Pro-prometido? —susurré.

—Sí, yo —esa voz la escuché antes. Volteé hacia la puerta encontrando al hombre del cementerio, al estúpido de Onur.

—Es mentira, ¿verdad? no te casaras...no, imposible.

—Sí, Onur es mi prometido y por favor, espero mañana a primera hora los documentos firmados...no quiero nada que me ligue a ti. 

CORAZÓN DE HIELO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora