CAPÍTULO 3

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—¡No me toques! ¡¿Qué pasó?! ¡¿Por qué mi esposo no está aquí?! —me callé abruptamente ante tal pensamiento tan repentino—. Él...Él...murió.

Estas personas desconocidas se quedaron calladas, solo se miraban entre sí y temí lo peor.

—Mi hijo...

Toqué instintivamente mi abdomen con manos temblorosas, aun no entendía por qué no tenía el control absoluto de mi cuerpo. Cuando estuvieron sobre mí, por muy descabellado que podría parecer, no sentía su esencia, no sentía el latir de dos corazones dentro de mí, mi instinto de madre me decía a gritos que algo sucedía.

—Tienes que estar tranquila, o tendré que sedarte —dijo el médico.

Miré el rostro de cada uno de estos tres hombres, su mirada era de pena, tristeza... un nudo se creó en la boca de mi estómago y exhalé fuertemente.

—M-Mi hijo... —agarré su mano, suplicándole con la mirada—. ¿Esta bien?, dígame que sí por el amor de Alá, dígame que...que está creciendo fuerte y sa-sano...él o ella está bien, ¿cierto? ¡¿cierto?!

—Hija —susurró el señor que se encontraba en la esquina de la habitación.

—¡¿Quién es usted?! ¡¿Quiénes son todos ustedes?! ¡Necesito a Aslan, llamen a mi esposo! —exigí, ellos no me Darian ninguna respuesta.

—Lo siento —el doctor agachó su rostro y cuando me miró de nuevo, supe lo que sucedía—. No pudimos salvar al bebé.

En ese justo momento me habían herido, disparado, quebrado sin la necesidad de un arma, solo con palabras.

Mi corazón se detuvo y todo se volvió negro.

Aunque estaba dormida, escuchaba todo al mi alrededor, mi corazón dolía, mi alma gritaba implorando que fuera un mal sueño. Había muerto lo que se había convertido en mis fuerzas, mis sueños, mis esperanzas. Mi hijo murió y no pude hacer nada para evitarlo.

Cuando pude abrir nuevamente mis ojos, no sabía cuánto tiempo había pasado, pero todos se habían marchado, todos menos ese señor.

—Hija...

Negué levemente y tapé mi rostro.

—Ni siquiera pude escuchar su voz...ni una vez, ni ver su cara, ¿era un niño o niña? —pregunté a la nada—. ¿Cómo puedo saber algo como eso? nu-nunca lo sabré, ¿podré vivir sin mi hijo?, no lo sé...no lo sé. Su llanto no me acompañara en las noches, su olor no lo sentiré en el día...¿Cómo olía? ¿Cómo recordaré su olor? ¡No hay manera! ¡No la hay! ¡hijo!

De repente sentí como era levantada y como sus brazos me abrazaban.

—Te entiendo mas que nadie, perdí a mi hijo y a mi nuera en un accidente...sé el dolor por el que estas pasando hija, lo entiendo perfectamente.

—¿Dejara de doler? —susurré, aferrándome a él. Estar entre sus brazos se sentía bien, me sentía a salvo.

—Nunca —nos separamos, mientras agarraba mi rostro entre sus manos—. Pero aprenderás a vivir con ello, aprenderás...lo prometo.

—¿Quién eres tú? No lo entiendo, ¿Por qué estas en lugar de Aslan?, ¿Dónde está mi esposo?

Me aparté, sabiendo que me estaban ocultando algo más...la muerte de mi bebé no lo era todo. De sus ojos salieron lágrimas y vi el dolor puro en su mirada.

—Mi hijo Okan Yildiz y mi nuera Ayla Yildiz murieron hace 19 años en un accidente de tráfico, tuvieron dos hijos, un niño y una niña, ese día por cosas del destino mi nieto Miran se quedó conmigo, así que la pequeña Aysun fue con sus padres —inhaló hondo para seguir con la historia—. Iba un borracho conduciendo un camión y provocó un accidente donde murieron mis hijos.

Oh Alá.

Escucharlo contar esa historia, su historia me hizo recordar segundos antes de que impactáramos contra el camión, ese sentimiento de angustia que tuve, pero que fue remplazado por tranquilidad y seguridad cuando sentí los brazos fuertes de Aslan, él me protegía. Estaba sin el cinturón, si yo estaba viva él tenía que estarlo.

—¿Y la niña? —pregunté—. ¿Qué pasó con Aysun?

—La secuestraron, la arrancaron del seno de su familia por muchos años...creímos lo peor, pero jamás dejamos de buscarla hasta que muchos años después la encontramos. Supimos su triste y doloroso pasado, pero estábamos felices por su presente, parecía que había conocido al amor de su vida, se casó, era la nuera de una familia respetada y multimillonaria de Turquía, pero...

Mi corazón no dejaba de latir desmesuradamente, sentía un vacío en mi estómago.

—¿Qué sucedió? —pregunté, nuevamente llorando.

—Nos enteramos las injusticias por las que pasaba en esa familia, íbamos a pararnos delante de ella y decirle...somos tu familia, se acabaron los días tristes, te protegeremos, pero tuvo un terrible accidente días antes y...fue la más afectada, el chofer murió, el esposo quedó inconsciente por varias semanas y ella...ella estuvo en coma por tres años y...el bebé que esperaba murió.

Quede en shock por varios minutos, sin decir ni una sola palabra, solo mis lagrimas eran capaz de hablar por mí, trataba de entender todo lo que había dicho, trataba de asimilar todo, pero no podía.

¿Cómo era posible que tenía una familia que me buscaba?, ¿tres años?, ¿había estado en coma por tres años?, ¿qué había sucedido?, ¿dónde estaba Aslan?, ¿sabía de la perdida de nuestro hijo?

—Miente... —susurré—. ¡Miente! ¡mi familia me abandonó! ¡me abandonó! ¡¿Dónde esta Aslan?! ¡ASLAN! ¡ASLAN!

Sus brazos nuevamente me agarraron, pero trataba de separarlo, esto no podría ser posible, no.

—Entre más rápido lo aceptes, será muchísimo mejor nieta.

Nieta.

—No, no, no tengo familia...mi familia me dejo en ese orfanato, no me amaba, ninguno.

—¿Cómo puedes decir eso?, ¿Cómo podríamos abandonar a quien iluminaba nuestros días?, las paredes donde creciste son testigos de los llantos amargos que cada uno ha tenido durante todos estos años por ti, también en ellas están las voces de tus padres, las paredes guardan recuerdos y secretos por muchos años.

—¿Por cuánto tiempo estuve en...en coma? —pregunté con miedo, aunque ya lo sabía, pero necesitaba confirmarlo.

—Tres años —respondió mientras me miraba fijamente.

—Tres años —el airé me empezó a faltar de repente y negué levemente. No entendía—. Si estuve tres años en coma y Aslan esta vivo, ¿por qué razón no está aquí?, ¿qué pasa?, ¿qué sucede?

—Es mucha información por hoy, tienes que descansar...más adelanté sabrás lo demás.

Pasaba algo y tenía que saber que era.

—No —dije firmé, retirando las lagrimas de mis ojos—. Me dirás ahora, o juro que creeré que toda esa historia es mentira y me iré en cuanto esté bien...no sé dónde estoy, pero me iré y jamás me volverás a verme.

—No estamos en Turquía, así que no tienes a donde ir...

—¡Dime! ¡¿Dónde esta Aslan?! —grité, no aguantando más silencio.

—No quería decírtelo, aun no estabas preparada, pero lo sabrías pronto y entre más rápido lo sepas, hará que nuestro regreso a Turquía sea más pronto de lo esperado.

—¿Dónde está Aslan?

Presentía que lo que quería saber me dañaría y aunque una parte de mi no deseaba saberlo, tenía que.

Miró el reloj en su mano y con las palabras más frías posible terminó por destruir mi corazón.

—En este momento tu esposo Aslan se está casando con su prima Zeynep.

CORAZÓN DE HIELO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora