CAPÍTULO 4

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Tres meses después


—¿Estas lista hermana? —preguntó Miran en cuanto entró.

Lo miré fijamente desde el espejo de mi nueva habitación y con voz segura respondí.

—Vengo preparándome para este momento desde hace meses —volteé a verlo—. Estoy lista, podemos irnos.

—Serás la mujer mas hermosa de toda la velada —me elogió y asentí, claro que lo sería.

¿Cómo podía cambiar una persona tanto en tan poco tiempo?

Yo era la respuesta ante esa pregunta, después de que el abuelo Asaf me explicara todo lo que había acontecido antes de estar en coma, mientras y lo que sucedería, mi corazón fue congelándose hasta el punto de no sentir nada más sino el deseo de la venganza contra la familia Kurt, y en especial con el hombre del que alguna vez estuve completamente enamorada.

Uno de ellos había saboteado el automóvil donde siempre viajaba, me querían ver muerta, pero claro...su plan tuvo algunas fallas. Esa persona fue el culpable de que perdiera a mi bebé y de paso, todo lo que había construido hasta ese momento. Admitía que aún estaba el dolor en mí, pero estaba trabajando para canalizarlo de la peor manera.

Habíamos llegado a Turquía hace una semana, todos sabían que la familia Yildiz había vuelto para quedarse, los medios no dejaban de hablar sobre ello y no dejarían de hacerlo después de lo que sucedería hoy en la inauguración del nuevo hotel de la familia Kurt. Como socios estábamos invitados y era el momento perfecto para hacer mi aparición.

Sabía que todos quedarían desconcertados, para todo el mundo estaba muerta...era la esposa fallecida de Aslan Kurt.

De atuendo había elegido un vestido ajustado corto con una cola incorporada, lo que lo hacia ver extremadamente elegante, tacones, maquillaje sencillo y mi cabello completamente lacio.

El trayecto no era tan largo, así que inevitablemente empecé a sentir nervios ante la expectativa de lo que sucedería. No podía imaginarme nada.

—Todo saldrá bien, estaré a tu lado siempre —susurró en mi odio, guiñándome un ojo cuando se separó.

—Gracias Onur —sonreí.

Sin duda él había sido de gran ayuda para mi recuperación. Era el mejor doctor y en estos meses habíamos congeniando muy bien, era bueno tenerlo como primo, pero algo me decía que él me veía como algo más.

El automóvil se detuvo e inhalé hondo al saber lo que eso significaba.

—No debo salir aun —lo detuve de abrir la puerta—. Deja que la familia entré, después lo haremos los dos.

—¿Te arrepentiste? —quiso saber.

—Jamás —dije de inmediato—. Tengo nervios, solo quiero calmarme un poco y hacer que mi entrada sea una inolvidable.

El teléfono de ambos empezó a sonar, pero le dije que él contestara, sabía que era mi abuelo y hermano.

—Miran....evet (sí), aun no salimos. Esta bien.

—¿Qué te dijo?

—Él nos avisará cuando entremos, así que señorita Aysun —agarró mi mano suavemente—. Nos quedaremos mas tiempo aquí en el auto.

Ese sería el tiempo suficiente para calmarme.

—No me quejo, tu eres una buena compañía —susurré, recostándome en el asiento.

CORAZÓN DE HIELO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora