The Prince ✙《 HyunSung 》

03

En la noche, el calor de Jisung había aumentado, ahora sudaba mientras terminaba de limpiar los zapatos de uno de los hermanos del Rey, el cual era un Beta.

—Li-Listo...—Se alejó e hizo una reverencia.

—¡Te faltó ahí escoria!—Recibió una patada en su rostro por su poco profesionalismo. Gimió adolorido y lo miró a duras penas.

—Lo lamento tanto, no puede ser que haya olvidado limpiar ahí, mi señor...—Dijo sin comprender en donde le había faltado, mientras se acercaba y frotaba el trapo con cuidado sobre aquellos caros zapatos.

El hombre bufó y miró a otro lado.

Al finalizar se retiró y caminó a su cuarto, debía subir al ante último piso, pero al llegar encontró su puerta abierta, su corazón se acelero y el miedo lo gobernó.

¿Quien había entrado? Y ¿Para qué?

Se asomó en silencio absoluto y encontró a Minho olisqueando la camisa que Hyunjin le había dado. Agrandó sus ojos, era claro que sabía a quien le pertenecía aquella prenda, no dudaría en hablar.

No podía permitir que a Hyunjin lo castigaran por pasar tiempo con un esclavo, y mucho menos se enteraran que le dió su ropa.

Así que no le quedó de otra que hacer ruido para ser visto. Movió la puerta y al instante Minho lo miró.

—¡Mi esclavo favorito! ¿Cómo estás? ¿Qué haces el olor de mi primo impregnado en esta bonita camisa? O mejor dicho ¿Qué haces con la camisa de Hyunjin en tu cuarto?—Sonrió. De inmediato se acercó para olerle, notando un leve y casi nulo aroma a rosas.

Jisung tragó saliva y se adentró, cerró la puerta detrás de él, Lee ladeó su cabeza.

—S-Se la robé...—Susurró. Minho frunció su ceño.

—¿Por qué? ¿Cómo entraste al cuarto del príncipe?

—Fui a llevarle un pedido de comida que hizo, y me ensucié en el camino, así que le robé su ropa para poder lavar la mía mientras...

—Le diré a todos que le robaste, así te mandan al calabozo y aprendes la lección—Han bajó su mirada, una horrible presión se instaló en su pecho. Sentía angustia, no sabría que le sucedería.—Aunque, si me dejas jugar un poco contigo, quizás no diga nada...—Susurró.