𝗼𝗻𝗲

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singin' in the old bars
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—Oye Jiwon —la voz masculina de un chico la llamó mientras su mano se movía de un lado a otro limpiando las mesas

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—Oye Jiwon —la voz masculina de un chico la llamó mientras su mano se movía de un lado a otro limpiando las mesas.

El rostro de la chica giró ante el llamado y con una sonrisa miró a su compañero. El ambiente del atardecer haciéndose presente en el pequeño club; el sol que pasaba por los vidrios de las ventanas iluminaron el rostro de la chica, haciendo lucir su cabello rubio todavía más brillante.

— ¡Woobin! —exclamó emocionada y con pasos rápidos saltó a los brazos de su amigo, quien con sus largos y grandes brazos, la abrazó como si hubiese pasado una eternidad sin verla—. Pensé que todavía estabas en Daegu. ¿Qué haces aquí?

— ¿No pensaste que te iba a dejar sin tu mejor guitarrista esta noche, o si? —Jiwon sonrió ampliamente escuchándolo y rápidamente volvió a abrazarlo—. ¿Cómo estás, cómo va todo?

Unos segundos de silencio aparecieron. La mirada de Jiwon bajó a sus pies, claramente queriendo evitar el tema de los últimos meses. Un suspiro se escapó de sus labios y pronto sintió la mano de Woobin en su espalda dando pequeños círculos a modo de consuelo.

—Hey...

—Todo ha estado mejor, he intentado pasar la página, pero umm —hizo una pausa soltando una pequeña risa, burlándose de ella misma— es ridículo.

—No es ridículo.

—Lo es, han pasado meses Woobin. Igual tengo algo preparado para hoy y espero que con eso, pueda comenzar a dejar todo esto atrás.

— ¿Necesitas ayuda? —preguntó Woobin con una sonrisa compasiva en su rostro, comprendiendo el dolor de la chica.

—No... creo que lo haré sola.

— ¿Piano? —preguntó el chico con una sonrisa. Jiwon asintió y Woobin la abrazó una vez más, esta vez depositando un beso en la cabeza de ella—. Va a ser la mejor canción del mundo, te lo prometo.

Jiwon tomó un gran suspiro una vez más y volvió a trabajar en lo que estaba haciendo antes de que Woobin apareciera. Habían muchas mesas que limpiar y su deuda universitaria también tenía que pagar.

Woobin le dijo que pronto volvería, que tenía que atender unas cosas en su casa por su regreso. Jiwon lo entendió, después de casi tres meses sin estar en casa, de seguro tenía muchas cosas que hacer, con sus hermanas y sus padres.

El trabajo en el club no le molestaba de todo a Jiwon, llevaba trabajando ahí alrededor de un año y el dueño era la definición de un sol con ella, la alimentaba gratis cuando se quedaba hasta tarde y el sueldo que le daba, a pesar de no ser mucho, la ayudaba con las deudas que tenía con sus padres y la universidad. Tampoco es que tuviese muchas deudas, pero el costo de la carrera de química farmacéutica no era el más bajo del mundo y sus padres no eran los más ricos de todo el país, así que Jiwon decidió ayudarles con algo de dinero.

𝗦𝗨𝗕𝗨𝗥𝗕𝗔𝗡 𝗟𝗘𝗚𝗘𝗡𝗗𝗦 | HAECHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora