La bruma se disipa.

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Ambos miraron a su alrededor era un bosque seco, con unas ruinas, parecían un arco de triunfo pensó Hermione, los arbustos rastreros a simple vista parecían fieras, luego volvías a mirar y eran arbustos, aunque se movían de forma extraña para ser plantas. Atravesando el portal, la luz era impresionante, la naturaleza no estaba muerta, parecía haberse congelado en el tiempo, de allí había salido la anciana que los miraba con semblante sereno. Es como si allí entraran en otra dimensión del mundo mágico, no tenían claro dónde, o cuándo estaban, tal ves esa fuera la verdadera pregunta. No tanto dónde, sino cuándo.

Draco tubo la misma impresión que Hermione, no podía dar crédito a sus ojos, él había visto antes a esa mujer pero dónde, su cabello, sus ojos se le hacían tan familiares, todo era tan extraño. Tenía miedo, pero a la vez no se sentía agitado, claro su miedo no era por él, ya había experimentado el miedo, el terror y a manos de su propio padre y de su tía, una mujer tan loca, que el mayor de los dementes conocidos apenas tendría un leve caso de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo).

La bruma se disipaba mientras caminaban, se aventuraron a cruzar el portal. La mujer les hizo seña para que tomaran asiento en un tronco. Jamás se separaron, ni soltaron sus manos cada uno era el apoyo, la certeza y la seguridad del otro.

Ellos la miraban sin salir de asombro, él abrazaba a Hermione sin decir una sola palabra, ella sentía sus miedos, tomaba su mano con fuerza protegiéndose, pero a la vez la anciana le daba ternura, y respeto, no le daba miedo.

La anciana preguntó:

_Lucius, ¿murió?, ambos asintieron.

Una lágrima rodó desbocada por la mejilla de Draco, él estaba seguro que su padre no merecía ni una lágrima, pero ahora su alma estaba activa, y sentía que no lo había llorado y si no fuese por él no estaría vivo, si no hubiese vivido lo que vivió, jamás habría pensado en cambiar y su vida no sería lo que es, y ella , ella no estaría con él.  Hermione la secó, le dijo algo al oído, él sonrió.

La anciana los miró y continuó hablando.

" Érase una vez, en un país lejano, el joven príncipe de una muy prestigiosa familia que vivía en una resplandeciente mansión. A pesar de tener todo lo que podía desear, el príncipe era egoísta, déspota, y concentido. Aunque alguien lo amó, con devoción y locura, él nunca encontró la felicidad, ni siquiera cuando su único hijo nació , y sabía que sería el único que tendría, aún así no conoció la felicidad.

Pero, una noche de invierno llegó a la mansión una anciana que por el largo viaje parecía mendiga, aunque era solo su bisabuela y le ofreció una simple rosa a cambio de cobijarse del horrible frío. Repugnado por su desagradable aspecto, el príncipe despreció el regalo y expulsó de allí a la anciana. Pero ella le advirtió que no se dejara engañar las apariencias, porque la belleza se encuentra en el interior. 

Y volvió a rechazarla, entonces el aspecto de la anciana desapareció, dando paso a la belleza eterna de las hadas del lago. Él la reconoció al segundo, era su bisabuela, un hada que apoyaba mucho a los muggles, y toda su rama familiar la despreciaba y le temía. 

El príncipe trató de disculparse, pero era demasiado tarde, pues ella ya había visto que en su corazón no había amor. Y como castigo, lanzó una maldición a su pequeño hijo "Si éste no era capaz de ver más allá de la sangre, más allá de lo físico, más allá de lo terrenal y aceptar el verdadero amor cómo única opción de vida, éste se transformaría en una horrible bestia y lanzó un poderoso hechizo sobre la mansión y sobre todos los que allí vivían, sería un lúgubre lugar y sus habitantes no tendrían ni amor, ni paz."

 Avergonzado por su actitud, el verdadero monstruo se encerró en su interior y trató por todos los medios de revertir el hechizo pero solo logró empeorarlo. La rosa que ella le había ofrecido era en realidad una rosa encantada que seguiría fresca hasta que él cumpliera veintiún años. 

Si era capaz de aprender a amar a una mujer y ganarse su amor antes de que cayera el último pétalo, entonces se desharía el hechizo. Si no, sería condenado a seguir siendo una bestia para siempre.

 Al pasar los años, comenzó a impacientarse, a aliarse a peligrosos magos oscuros para que le ayudaran pero claro no era la intención de sus aliados ayudarlo a él y perdió toda esperanza. 

Pues, ¿quién iba a ser capaz de amar a una bestia? al decir esto último señaló a Hermione y ella entendió y respondió.

_Solo alguien puro, amaría a una bestia, y las lágrimas rodaron por sus ojos mientras abrazaba el brazo de Draco que estaba de su lado.

Draco sabía que la amaba, pero todo eso lo tenía muy contrariado y su cara lo mostraba aunque sus abrazos y besos en la cabeza de su amor eran todo el agradecimiento que ella necesitaba.

_Ahora, ¿se ha roto el hechizo?, aquí termina todo, ¿verdad?

_No querida, aquí comienza todo, tu padre ha sido un necio, un papanatas y te ha complicado la vida más de lo que te imaginas (señaló el brazo de Draco que guardaba la marca tenebrosa) pero... podrán, juntos podrán.

La bruma reapareció y todo se ensombreció, el aire cambió de olor y el jalón de ombligo, un mareo terrible, y ....



Mi Bella Bestia (La otra historia de amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora