Noches de Locura

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Una vez más como en los últimos seis meses más o menos, él terminaba la grabación, salía del set, sin que nadie lo viera, conducía un rato hasta las afueras de la ciudad, y entraba a algún bar, prefería los ofrecían conciertos de rock duro de bandas desconocidas, el ruido era ensordecedor y eso parecía acallar su alma y su mente.  Llamaba a un chico de su edificio para que en dos o tres horas lo viniese a buscar,  era un favor que hacía a su vecina, el chico era joven pero no conseguía trabajo él necesitaba quien lo llevara de regreso, el chico gustaba de patinar y conducir, así que mataba dos pájaros de un tiro. Ayudaba a su vecina, le daba espacio al chico, y se ahorraba la multa, y los posibles accidentes y sus consecuencias por manejar el auto ebrio, porque a eso iba al bar, a embriagarse en un par de horas, escuchando la música que lo acallaba, a y los gritos y reproches de Emma por sus acciones descuidadas.

Siempre llamaba ni bien llegaba porque así se aseguraba de saber donde estaba después de la segunda botella de whisky ya no podía leer la dirección del bar, ni siquiera preguntar dónde estaba, el alcohol lo anestesiaba hasta casi la inconsciencia casi a diario, casi siempre llegaba a la tercera o cuarta botella en dos o tres horas, las dos primeras de whisky y las otras de lo que pintara, ron, vodka, anís, cocketeles, lo que fuera, cuando Jhon llegaba el siempre estaba en la penúltima copa, en que llamaba a la siguiente, la que no calmaba su sed, la que tienta el arribo de la copa del estribo, la que estira el final a esta altura da igual ron, vino o vodka, la penúltima copa esa que nunca apaga la sed, en la el brindis seguro era por ella, la copa que tomaba con  menos apuro , la que goza desear hacer al tiempo no pasar, desafiando al que dirán, al vamos Tom de Jhon, la penúltima copa _" Ésta que vaya por los que ya no están"_ decía levantándola al aire en señal de saludo. 

Tomar la penúltima copa esa tomarse de un sorbo la vida, maldecir a la muerte escondida, olvidar lo que merezca olvidar, la penúltima copa es dejar la consciencia rindiendo cuentas al sol o a la luna, la penúltima copa no suma, solo sueña volver a empezar la noche para que esa medicina lo anestesiara más tiempo lo alejara de sus pesadillas, de sus temores, de sus rencores.

_Ay Tom, hermano, que se nos viene la muerte en un vaso, compadre. _ Decía Jhon, queriendo convencerlo que el achohol lo mataba lentamente y eso a ella a la que el quería olvidar no le hacía feliz, seguro no le agradaría verlo así, y a la otra a la que le pagaba más a él por cuidarlo, por no dejarlo solo, por mentirle las horas que había tomado, para que no fueran tantas, a esa le agradaba menos. Y él sabía que era amor lo que veía en los ojos de ambos cuando ella lo enfrentaba, se necesitaba mucho valor para enfrentar a un amigo, y ella lo hacía cada semana.

- No te aflijas Jhon, a esta hora servírme dos botellas más, total que mas da la vida es una mierda solo. Es la penúltima copa, ésta es la de la despedida, la copa repartida entre el ir y el quedar no es tomar por tomar, es tomar por querer la penúltima copa, la que invita a volver. La penúltima copa, es la que capta el momento, la que es un sentimiento que lentamente me hace recordar porque no quiero, recordar.

Cada noche era un bar diferente, ya no quedaban muchos por descubrir, pero si muchos vicios a los que no deseaba discriminar, nunca había sido así pero ahora, la vida lo había matado a él, y él no quería vivir. Esa noche antes de partir arrancó hacia el baño y allí encontró un chico vendiendo pastillas y cigarros para levantar el ánimo, y con lo quedaba en su bolsillo compró lo que le dio.

Regresó con Jhon, y éste notó la incertidumbre en los ojos de él, mirando las pastillas en su mano.

_Tom, ¿estás enfermo?, ¿tienes que tomar medicinas?_preguntó haciéndose el inocente, él sabía porque no conseguía trabajo en ese barrio todos sabían que él fue adicto y le costó mucho recuperarse comenzó a los 18 y a suplicas de su madre, logró salir luego de una temporada en una clínica estatal a los 20.

_No, estoy de maravilla, no me ves, jamás estuve mejor._Mintió, era obvio, sus ojos lloraban sus labios se reían, las anestesias de la noche fueron supremas.

_Si me permites Tom, no estás SOLO, muchos te tenemos cariño, y alguna amor, amor del bueno, del que sabe alejarse y  acercarse cuando la necesitas. Si no empiezas a creer en la vida, siempre será una mierda. _No esperó respuestas, pero supo que había hecho lo correcto, tocó donde debía,  y no volvió a hablar hasta decir_llegamos.

Ambos salieron del auto, y fueron a sus apartamentos, uno a ducharse, y dormir el otro, que estaba muy mal a escuchar música a todo volumen, no quería oír a su consciencia, pero no, esta no quería callarse, y no lo haría, hasta que su vida tomara el rumbo que debía, así, se durmió en medio del living la mitad del cuerpo en el sofá y la otra en la alfombra. Era una sombra del hombre que fue, él esa madrugada tomó conciencia de ello, lo que abría un sin fin de preguntas y algunas respuestas que no quería oír.

   


Mi Bella Bestia (La otra historia de amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora