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Shiganshina, al sur del muro María.
Año 845.

-Defiéndete...

-¿Qué?

Luego de haber visto todo aquel abuso desde su escondrijo, la niña bajó del barril de un pequeño salto y con sus grandes ojos marrones miró al otro niño, más pequeño y llorón, de ojos azules y ropa empolvada por haber caído fuertemente al suelo producto de un empujón que le habían dado unos bravucones.

Brynhild Hoffmannn sabía que Armin Arlert era menor que ella y que quizá no era muy fuerte, igual que ella, pero aún así le repitió con naturalidad:

-Defiéndete...

-No puedo hacer eso...

-Ella solo busca atención, de aquellos... -señaló a la pequeña pandilla de adolescentes que reían estruendosamente mientras le hacían jugarretas a los borrachos de la Guarnición, ahí estaba el que recién lo había empujado y robado unas monedas-. Tú y yo somos los más débiles, así que ella nos molestará hasta demostrar que es como ellos, es más, que es mejor que ellos...

-No puede molestarte Brunilda, es tu hermana...

-Eso no tiene nada que ver, y llamo Brynhild -le dijo con cierta dureza-. Defiéndete o no te dejarán tranquilo ¿No es eso lo que te dice el llorón de Jaeger siempre?

Armin se levantó en silencio, viéndola con algo de desconfianza mientras se sacudía el polvo, que bailó flotando brillante por la luz del atardecer. Entendía su desconfianza, pero ella pensaba que quizá entre los débiles podrían ayudarse.

Brynhild sabía que no era su amigo, él no le tenía la confianza suficiente y tampoco la tenían los amigos de él, y los entendía a los tres, porque su hermana se encargaba de hacerle la vida imposible pero también se encargaba de que no tuviera más compañía que ella misma.

Ningún niño quería juntarse con Brunilda cuando Josephine era como la abeja reina, llevando a sus espaldas un enjambre de adolescentes hormonales y violentos que obedecían sus órdenes cada vez mas.

La creían una secuaz cuando en realidad era una víctima y una sombra, y lo que era aún peor, Brynhild io entendía por qué su hermana era tan cruel con ella ni encontraba la forma de detenerla, por eso sentía que sus esperanzas de mejorar la relación con su hermana mayor se habían agotado.

-¡Bryn!

A lo lejos, la voz aguda de su hermana la llamó. Ambos vieron en la dirección de dónde provenía la voz, estaba lo suficientemente lejos como para que Armin huyera, lo suficientemente lejos como para que ella misma corriera a casa y se evitara algún mal rato por parte de Josephine.

Él se fue sin decir nada, con temor inundando sus ojos, y ella caminó a casa sabiendo que al llegar igual tendría que compartir habitación con ese monstruo de ojos verdes, pero fue alcanzada por su hermana poco antes de llegar, y que el el último acto del día le pegó varios cardos en el cabello solo por diversión.

Sus esperanzas de ser más unida a su hermana se había agotado, pero su impotencia y sus ganas de hacerse valer era una fuerza que creía cada vez más dentro de ella, Josephine y ella no se llevaban muy bien, y nunca fue de otra forma, por eso estaba firmemente segura, de que en algún momento terminarían separándose definitivamente.

Lo que Brynhild no sospechaba, es que ese momento estaba muy cerca.

Lo que Brynhild no sospechaba, es que ese momento estaba muy cerca

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Golden Pain | Reiner Braun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora