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Creía que no llegaría y apagó la lámpara dejando la mesa a oscuras, sintiendo que había hecho el ridículo por esperar por tanto tiempo, cerró el libro de poemas que tenía en las manos y fue a dejarlo en el lugar donde lo había encontrado, pero al caminar Reiner divisó en uno de los pasillos a la muchacha buscando entre los libros del área de literatura y se detuvo abruptamente, porque estaba a punto de marcharse pero ella sí había llegado después de todo.

-Brynhild...

Ella dió un pequeño saltó dejando caer el libro que estaba sacando en ese momento, lo miró sorprendida y se apresuró a recoger el ejemplar.

Reiner notó que no dobló del todo una de sus piernas, incluso por encima de la falda de su vestido gris se notaba un ángulo muy antinatural, pero aunque tenía curiosidad, una vez más no dijo nada.

-Me ha asustado... -dijo sin mirarlo, guardando el libro de nuevo en su lugar-. Estoy buscando el libro, perdón si lo he hecho esperar.

-¿Este? -preguntó Reiner mostrándole el que tenía, y aunque Brynhild no sonrió su rostro cambió perceptiblemente, dejándolo saber que estaba en lo correcto-. Me di cuenta de que éste era el que tenías ayer... No hay más ejemplares.

-¿Más qué?

-Otros libros iguales -explicó, viendo el libro en sus manos-. En las bibliotecas suelen haber más de un libro idéntico, si uno está ocupado y quieres consultarlo, hay más ejemplares disponibles...

-Ah... Tiene dibujos bonitos -dijo ella solo por decir, titubeante. Reiner le hizo un ademán con la cabeza y se dió la vuelta para ir de nuevo a las mesas.

-Creí que no vendrías... -dijo en voz baja, como para matar el silencio tratando de restarle importancia y sin dirigirle la mirada.

-Llegué un poco tarde, señor -admitió, y por las gotas de agua en su hombro que caían desde su cabello, Reiner dió por sentado que ella había estado aseándose antes de ir-. Estaba ocupada en la cocina y como creí que usted no estaría aquí tan rápido, primero fui a hacer otras cosas... -concluyó.

-No es nada en realidad... -dijo él.

La verdad era que él había estado esperando desde las cuatro de la tarde y pronto sería la hora de la cena, había esperado por casi tres horas, y a pesar de tener un buen rato para pensar y analizar Reiner seguía sin entender por qué todo el día se había sentido ansioso porque llegara ese momento.

-¿Empezamos? -preguntó Reiner mientras encendía la lámpara de nuevo, tomó asiento indicándole que se sentara al frente y ella obedeció en silencio, quedando cara a cara-. ¿Cuál quieres leer?

-¿No los va a leer usted por mí? -preguntó viéndolo y frunciendo el ceño en señal de confusión.

-Bueno... Podría leerte uno y tú intentas leer el siguiente -le propuso buscando una página cualquiera, el poema no venía acompañado de ningún dibujo.

-No sé hacerlo bien -recordó.

-Te ayudaré -dijo viéndola, pero ella apartó la mirada hacia el libro-. La finalidad es que puedas mejorar...

-Bueno, si usted lo dice -dijo ella, no del todo segura.

Él leyó el primero sin colocarle ningún tipo de matiz a la voz, por lo que el poema sonó plano y carente de significado, sin sentimientos. Cuando terminó le acercó el libro a Brynhild, pero ella lo rechazó de la misma forma, arrastrándolo por la mesa suavemente.

-Lea otro más... -pidió, antes de que fuera su turno-. Luego lo haré yo. De verdad...

-De acuerdo... -dijo viéndola con cierta duda, ella parecía no querer tomar el libro, como si en realidad le tuviese miedo y por eso lo evitaba.

Golden Pain | Reiner Braun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora