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Los rayos del sol se filtraban por las rendijas de las cortinas anunciando una nueva mañana. Reiner se incorporó en la cama y suspiró, esta noche tampoco había podido dormir, pero salió a correr de todas formas antes del desayuno y de una importante reunión que tenían fuera de la casa real.

Había pensado mucho en la conversación que había tenido con Brynhild, lo que ella le había revelado y el peso que tenía, pero trató de olvidarse de ello lo más posible cuando las puertas de aquel solemne salón de reuniones se cerraron, dando inicio a una asamblea internacional.

Cómo miembros del comité de paz ellos representaban el punto más neutral entre los delegados de los cinco países presentes en la asamblea, las actuales potencias mundiales. Algunos de los delegados todavía parecían estar en desacuerdo en que aquella reunión tan importante se desarrollara en la isla, todavía se sentía la tensión producto de la devastadora guerra, pero en términos de estabilidad, Eldia era el país más fuerte ahora.

Reiner, consciente del peso de la responsabilidad que recaía sobre el comité de paz, trataba de enfocarse lo más posible, todos sus compañeros estaban al tanto de los rumores sobre presuntos favoritismos del comité de paz por Eldia, por lo que aquellos comentarios debían tener su fin en aquella reunión.

De manera imprevista, noto frente a él y unos asientos a la derecha, a una joven mujer no dejaba de mirarlo, era una de las secretarias de la delegación de un país de la antigua unión de Medio Oriente. Atractiva, de piel oscura y marcados rasgos de aquella gente, y de un porte bastante elegante.

A medida que la reunión avanzaba Reiner intervino unas cuantas veces, pero al tomar asiento podía notar que ella lo veía muy atentamente. Cuando sucedió una cuarta vez Reiner se acomodó en su asiento, incómodo, y se preguntaba si sería su imaginación o de verdad aquella mujer lo miraba con tanta insistencia, ¿Se veia demasiado demacrado por la falta de sueño?

Las voces se elevaban en ocasiones, cada uno defendiendo los intereses de su país, pero después de varias horas se acordó la creación de una organización de comercio mundial, la cual regularía la economía internacional. Celebraron también el primer tratado de intercambio comercial post guerra, después de una serie de firmas, fotografías y estrechadas de mano, la reunión se dió por terminada.

-Salió mejor de lo que esperaba -dijo Annie, bajando de la carreta cuando llegaron a la casa real.

-Ya veo por qué dicen lo que dicen sobre nosotros, aunque no sea cierto... -dijo Jean quitándose el saco-. Somos los únicos que nos alojamos aquí.

-Los otros representantes están por menos tiempo, unos días como máximo -dijo Armin.

-Es lo mismo siempre -dijo Connie-. A donde vayamos dirán que no somos imparciales.

-Como sea, ya podemos descansar. Me duele la cabeza -se quejó Pieck.

Reiner miró la puesta de sol, estaba prácticamente atardeciendo. Lentamente fue separándose del grupo, hasta que quedó tan alejado que pudo ir en dirección opuesta, sus pasos se detuvieron en la biblioteca y abrió la puerta encontrándose con una oscuridad y un silencio que lo aturdió.

Miró por un pasillo, el más oscuro y apartado, pero con una vaga esperanza de encontrar la misma lámpara de siempre encendida. No había nadie ahí, y se aproximó hasta dejar sus documentos en la mesa que siempre compartía con Brynhild.

Miró alrededor, tratando de disipar aquella frustración y molestia que sentia. Nunca había reparado en lo grande que era ese lugar, así que caminó mirando desinteresadamente aquí y allá, pensando en algo más que libros viejos, hasta que la escaleras que daban al segundo nivel de la biblioteca llamaron su atención.

Golden Pain | Reiner Braun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora