La noche haciéndose paso creaba enormes sombras irregulares sobre el suelo claro, Reiner estaba de pie en el pasillo que daba hacia el jardín central, en una de las esquinas del corredor, recostado de una columna y viendo la opaca lluvia caer pesadamente, creando pequeños arroyos que bajaban por los desagues. Todavía no había podido retirarse y eso lo estaba impacientando cada vez más, había dado su palabra y no podía quedarse de nuevo ahí, pero la lluvia era tan fuerte que le impedía salir.
—¿Cuales son las probabilidades de que enferme otra vez? —murmuró entre dientes, jugueteando con el mechero y la caja de cigarrillos en el bolsillo de su abrigo. Había olvidado que los había dejado ahí, aunque había llevado consigo el abrigo en la mañana no lo habia utilizado en todo el día.
En ese momento, por más desagradable qué fuera el sabor del cigarrillo, la ansiedad que sentía lo estaba orillando a volver a tener uno entre los labios. Sacó rápidamente uno de la cajetilla y lo cogió entre dientes para llevar el mechero cerca, y a pesar de sus temblorosos dedos logró encenderlo como si hubiera tenido práctica desde siempre, de hecho, la primera vez también había sido así, y Reiner pensaba que, aparte al inexplicable deseo por probar, ese era otro indicativo de que fumar podría volverse un problema más adelante.
«tampoco es que tenga mucha ciencia fumar un cigarrillo» pensó, soltando el humo en una larga estela cuya trayectoria en el aire fue desfigurada por la lluvia «Inhala, exhala... Respirar»
Después de una tercera calada que fue acompañada de una ligera tos, un grupo de voces llamaron su atención y Reiner apagó el cigarrillo nerviosamente, tirándolo hacia el pequeño torrente de agua, la colilla se perdió rápidamente en las rejillas del desagüe, pero la estela que humo que acababa de liberar de sus labios todavía estaba tendida delatoramente en el aire.
Los chicos caminaban en dirección al comedor. Connie fue el primero en alzar la mano y hacerle un gesto para que se acercara.
—Reiner, ven con nosotros ¿Por qué no te quedas a cenar? —le dijo con tono despreocupado cuando estuvo frente a ellos, casi como si no estuviera al tanto del por qué no podía quedarse.
—Sabes que di mi palabra —dijo Reiner desviando la mirada, Armin lo veía con curiosidad y no pudo evitar sonrojarse al recordar sus propias palabras, dichas en la biblioteca apenas unos momentos atrás.
—Solo hasta que pase el mal tiempo —dijo Armin.
—¿No estarás pensando en regresar a pie hasta la posada, o sí? —continuó Connie—. Deja de condenarte tanto por un malentendido...
—Oye, si no quiere quedarse hay que respetar eso —dijo Jean dándole un ligero codazo por ser algo pesado.
—No quisiera incomodar —Reiner buscó las palabras adecuadas, viendo a Armin una vez más.
—Solo será la cena —dijo Connie—. No costará nada un plato extra, Armin buscará un transporte para ti luego ¿Verdad?
—¡Claro! —dijo Armin al instante, aunque parecía un poco sorprendido por lo que el otro acababa de proponer—. Solo si quieres...
Reiner finalmente accedió inclinando un poco la cabeza y caminó con el resto hacia la mesa, donde las chicas ya esperaban. Armin mismo fue quien avisó que necesitarían un plato mientras los otros retomaban una conversación trivial en la gran mesa rectangular, prácticamente vacía.
Reiner se quitó el abrigo y aceptó la copa de vino que le ofrecieron, aunque no bebió de inmediato, y cuando llegaron algunas sirvientas con la comida, de forma involuntaria e inmendiata su mirada se deslizó por el salón. La encontró entrando de última en la fila, sus ojos marrones no repararon en él con la misma inmediatez, sin embargo no parecía más que estar distraída.
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Golden Pain | Reiner Braun.
FanfictionDespués de cuatro años, todos intentan olvidar el horror que causó el Retumbar y rehacer sus vidas de nuevo, Brynhild Hoffmann es una joven de Paradis que lidia con una hermana conflictiva a la par que cuida de una pequeña niña y trabaja para ayudar...