13

145 25 21
                                    

Después de tomar el desayuno junto con el equipo Reiner tomó algunos papeles dispuesto ir a su habitación para leerlos en tranquilidad antes de la reunión pautada para las dos de la tarde, y luego de varias horas pensando en exceso y una lectura de horas que al final terminó con poca concentración, se dió un pequeño descanso yendo por algo para beber.

La cocina estaba solitaria y supuso que los encargados estaban ocupados en otras faenas, si algo había notado Reiner era que no habían muchos sirvientes en la casa real, a lo máximo doce o quince personas, hombres y mujeres por igual cumpliendo las mismas tareas. La reina no pasaba todo su tiempo ahí sino en su verdadero hogar a las afueras, con su familia, había designado varios encargados y se quedaba en Mitras solo para asuntos importantes que requerían su presencia.

Se sirvió jugo de naranja que parecía recién exprimido volvió a su habitación sin encontrarse con nadie en particular. Cuando tenía trabajo en exceso su mente se ocupaba tanto que no quedaba espacio a otros pensamientos más difusos, pero a veces era un desastre para organizar su espacio de trabajo.

-¿Dónde dejé el maldito calendario con las fechas?... -murmuró rebuscando en su escritorio.

Unos toques en la puerta de su habitación lo hicieron detenerse, Reiner abrió la puerta encontrándose con Brynhild y de inmediato sintió una extraña sensación, como si su corazón se acelerara por alguna razón desconocida y olvidó todo lo que estaba haciendo en ese momento.

-Buenos días...

-Hola -dijo y se aclaró la garganta, estaba parado justo en la puerta obstaculizando el paso, pero ella no se había movido de su lugar, aún así Reiner sintió la urgencia de hacerse a un lado-. ¿Se te ofrece algo?

-De hecho sí -dijo ella, señalando con su dedo índice una canasta que estaba a sus pies-. Debemos lavar las sábanas y tengo órdenes de cambiarlas.

Se dió la vuelta agachándose un poco hacia la canasta y de allí mismo sacó unas sábanas, bien dobladas, que le mostró como prueba de que estaban limpias y perfumadas.

-¿Puedo llevármelas? -preguntó-. Le dejaré la cama bien hecha...

-Ah, claro... Adelante -Reiner terminó de quitarse y ella pasó.

Brynhild dejó las sábanas en la silla junto al escritorio y empezó a despejar la cama de los papeles que él tenía regados ahí, pero se detuvo un instante sin saber como colocarlos al ver que eran demasiados.

-Disculpa, permíteme...

Reiner le quitó los documentos de las manos con suavidad y terminó de recogerlos rápidamente, los dejó sin mucho orden en el escritorio pues igual tendría que ordenarlos mejor después para la reunión, se apartó un poco mientras ella empezaba desvestir la cama y las almohadas.

-Si quiere puede esperar afuera, no me llevará mucho tiempo -dijo ella sin verlo-. Puedo sacudir el polvo...

-Esta bien, no hay polvo todavía no te preocupes... -dijo Reiner apartando la vista cuando Brynhild le echó un vistazo-. Me quedaré.

No parecía muy satisfecha con la respuesta que había recibido, pero después de todo ninguno estaba haciendo nada malo, pensó Reiner.

-¿No vas a decirme que hacías anoche rondando los pasillos? -preguntó él al ver que ella estaba en completo silencio, más como para cortar el silencio que se le estaba haciendo incómodo en ese momento.

-¿Es necesario?

-Bueno... -Reiner dudó, en realidad no lo era, pero debido a la mirada que ella le dió, surgió una gran curiosidad en él-. Quiero saberlo...

Golden Pain | Reiner Braun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora