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-Es el último... -informó el soldado al conductor de la carreta.

-Pero vamos juntos -dijo un chico rubio, tímido, mientras era separado de sus amigos.

-Vamos, sube -dijo Reiner algo impaciente-. Igual todos vamos al mismo lugar, los verás allá...

El chico de cabello largo tragó visiblemente intimidado y solo asintió, subiendo a la carreta luego de un momento. Reiner fue el último en subir y después de un par de órdenes de los soldados, la carreta que los transportaría al campo de entrenamiento empezó a moverse tironeada por un par de caballos.

Se sintió victorioso en ese momento, aunque no había logrado demasiado, estar dentro del ejército era un paso enorme en su misión, su única meta era volver como un héroe.

No habían avanzado demasiado cuando escuchó risas y comentarios de asombro, varios chicos se levantaron de sus asientos y se asomaron fuera de la lona que los cubría. Reiner escuchó gritos de una chica, llamaba el nombre de alguien casi con desesperación, mientras los nuevos cadetes se burlaban porque iba detrás de la estela de polvo.

-¡Qué tonta!

-¿Qué hace? -preguntó una chica al lado de Annie, pero la rubia se mantuvo con los ojos cerrados tratando de ignorar el barullo que formaban los otros.

-¿No fue a la que rechazaron por desnutrida? -murmuró un chico frente a él, haciendo una mueca de lástima, y Berthold un puesto más allá se asomó con curiosidad.

-No quiere rendirse... ¡Deja de perseguir la carreta! -dijo el chico que estaba más cerca de la salida sujetándose de una de las correas de la lona para no caerse por el movimiento, de pronto se dió la vuelta y cuestionó al montón de críos-. ¿Eh? ¡¿Quien es Armin Arlert?!

-¿Yo?...

El chico bajito y de cabello largo a su lado se asomó por detrás de él, confundido. Reiner lo observó levantarse y caminar con dificultad, pero inesperadamente la rueda cayó en un bache que hizo que varios se tambalearan hacia todos lados.

Reiner se levantó rápidamente al ver al chico a punto de caer y logró tomarlo por la camisa para que no perdiera el equilibrio, pues estuvo no muy lejos de irse de bruces y caerse de la carreta.

-Ten cuidado -le dijo algo irritado, colocándolo detrás de sí de un leve empujón.

El chico lo miró, nervioso y tembleque.

-S-soy Armin Arlert...

Todavía curioso por saber quién gritaba su nombre, el chico intentó asomarse por encima de su hombro, pero él era más alto y por mucho. Reiner miró hacia afuera entonces, dándose cuenta de que una muchachita lloraba y corría casi exhausta, pero al verlo, dejó de correr abruptamente.

Sus miradas se cruzaron, sus ojos llenos de asombro lo observaron y él hizo lo mismo, sintiendo que su rostro se desencajó completamente por la corriente nerviosa que recorrió por completo su cuerpo.

Era ella, la misma que había dicho aquellas palabras «podríamos enlistarnos en el ejército para conseguir comida e información» Reiner la miró consternado, como si aquella pequeña chica representara una amenaza, la miró hasta por que la distancia fue imposible captar los detalles de su rostro, hasta que se volvió una mancha extraña en el paisaje.

Se dió la vuelta, pero sorpresivamente quedó cara a cara con Berthold, que lo miraba de manera sombría.

-¿Qué te pasa? -le preguntó Reiner frunciendo el ceño.

-Por tu culpa Marcell está muerto.

Reiner miró a los demás, sorprendido y alerta, pero aquellas palabras parecían no haber levantado la mínima sospecha en los cadetes.

Golden Pain | Reiner Braun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora