Capítulo 1

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Abrió la puerta de su departamento con velocidad, colgó su equipo de herramientas en el perchero, caminó hacia la habitación, sacó su chamarra y pantalón con velocidad, tomó una toalla y entró a darse una ducha, cerró los ojos con cansancio bajo la fresca agua que caía sobre sobre su rostro y cuerpo, suspiró con bastante cansancio, comenzó a bañarse adecuadamente, había sido una misión bastante larga, negó con fastidio, lo enviaban a misiones de alto perfil y aún era un maldito gennin con salario de gennin, ¿de qué le servía ser el héroe del maldito mundo ninja?; bien, ahora tenía el reconocimiento de la gente, pero los malditos ancianos aún no veían madurez en sus acciones, para ellos seguía siendo un chico infantil que no contaba con los conocimientos y la madurez suficiente para ser un maldito chunin, tal vez había algo de verdad en ello, pero merecía el maldito ascenso.

Negó con sarcasmo, quería salir de ese maldito departamento en el que vivía, estaba ahorrando para lograrlo, no soportaba el lugar, le causaba claustrofobia y era bastante alta la renta, quería una casa con un amplio jardín, les demostraría que aún con su bajo nombramiento saldría adelante; su sensei y su abuela habían apelado, pero los ancianos y la gente del Daimyo se habían negado rotundamente, debía pasar los malditos exámenes, cosa que era una estúpidez, las aldeas no habían hecho en un año exámenes por las alianzas y tratados, aún seguían en procesos de adaptación, mientras tanto, habían detenido los exámenes y nombramientos, negó con frustración. El rubio salió del baño con una pequeña toalla en la cadera, entró a su habitación, por un momento se observó en el espejo, tenía un cuerpo delgado y acinturado, si no estuviera seguro que era hombre por dos o tres detalles que kami le dió, juraría que era chica, negó con diversión.

Sacó ropa de una caja dentro de su closet, lamió sus labios con algo de diversión, ocupaba el dinero para su casa, el maldito Danzo había tomado su maldita herencia y la había despilfarrado en su maldita organización y experimentación, su sensei ahora hokage buscaba con el Daimyo rescatar algo de ese dinero, pero el señor del fuego se negaba a pagar algo que él no tuvo que ver, culpó a Sarutobi por su inutilidad, la familia del anciano tenía que pagar, pero Naruto se había negado, eso era el legado de Konohamaru y su clan, no podía hacerles eso cuando ellos se habían portado bien con él, por otro lado, recibía las regalías de los libros del sannin, la mitad la usaba para ayudar al orfanato, eso no lo cambiaría por nada, el resto se iba al pago de la renta del departamento, su alimentación y gastos personales, lo único que ahorraba era su salario gennin, bueno y lo que ganaba en su segundo trabajo, a veces era el doble de lo que recibía por casi morir en las misiones y no tenía un riesgo elevado, al cual más, se divertía bastante.

Comenzó a vestirse, colocó una una pequeña falda negra, tenía un trasero bastante envidiable, sonrió divertido, se colocó un top naranja no tan chillón de manga corta, holgado, mostraba su marcada cintura y abdomen ligeramente marcado, ató su cabello hasta los hombros en una coleta alta, se revisó con diversión en el espejo, colocó unas pequeñas sandalias que apenas cubrían sus pequeños pies, se acercó al espejo, sacó una caja de su escritorio con maquillaje, cubrió sus marquitas, se puso sólo un poco de rimel para sus largas pestañas, delineador negro que lo hacía remarcar sus ojos, un poco de blush y un brillo ligero en los labios con tono rojo, no ocupaba más, guardó todo con velocidad, modeló con descaro un poco en su espejo, sonrió con diversión, estaba completamente deseable.

Tomó las llaves y se asomó por la puerta, sonrió como zorro, escapó de su departamento calles adelante de dónde vivía, caminó moviendo su trasero un poco siendo coqueto con los chicos, levantó su mirada, observó un bar bastante popular en la aldea -hola Ren, ya llegué -el cadenero lo dejó pasar a pesar de la larga fila -el jefe dijo que si llegabas, fueras con él -el pequeño asintió, caminó con velocidad hacia el dueño del lugar -que bueno que vienes hoy, ocupo que atiendas una mesa esta noche, es importante, no te atrevas a equivocarte -el pequeño asintió levantando un leve puchero ofendido -es la mesa en el segundo piso -el rubio se asomó, sus ojos crecieron un poco con vergüenza, después sonrió como un zorro con maldad al recordar que no lo ubicarían definitivamente, se colocó un mandil negro pequeño sobre su falda con el nombre del bar, carraspeó un poco para fingir una voz sensual, voz totalmente trabajada gracias a su jutsu sexy, si tuviera esos melones de su jutsu sexy sería alguien mucho más hermoso que el mismo jutsu definitivamente, tomó su libreta de comandas, una charola con cerveza de cortesía y asintió decidido, comenzó a caminar moviendo su trasero con descaro como siempre hacía en el lugar, se divertía bastante coqueteando, era demasiado gay y eso le quedaba claro; nunca había entregado su virginidad, pero no se negaba si algún chico se le hacía lo suficientemente atractivo y sexy, no tenía en mente un noviazgo, no estaba seguro del porqué, talvez era una defensa para evitar que lo lastimaran aún más, tal vez sólo aún no se sentía lo suficiente maduro, tal vez sus inseguridades, no estaba claro.

Una noche (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora