Capítulo 18

1.4K 163 54
                                    

Pete removió sus cabellos, su reflejo en el espejo era gentil y ciertamente encantador. Tenía las mejillas sonrojadas, esa mirada suave y cálida que guarda un precioso brillo en sus ojos cafés, junto con una piel lisa que enaltece sus delicadas facciones. Lucía tal como se sentía, muy ilusionado. Que no podía dejar de sonreír y avergonzarse, no era el mismo Pete que llegó a Bangkok. Cambió, el deber que regía sobre su vida no era más un extraño para sus sentimientos. Tal vez nunca lo fue, eran pocas las veces que se detenía a entender lo que ocurría en su cabeza y corazón. Solía simplemente arrastrarse por las órdenes y necesidades de los demás, poniéndose siempre al último y reprimiendo sus emociones.

Se desconocía, no lo iba a negar. Dejó de ser el perfecto guardaespaldas que cumplía severamente con las reglas, por convertirse en aquel que se liaba de la misma seguridad para escaparse. Entendía que era incorrecto, que estaba faltando a la inmensa benevolencia de Khun Korn al no seguir portándose como P' Chan. Mas no podía retener remordimiento alguno cuando eran esas bonitas sonrisas y esos ojitos iluminados de las personas que más eran consumidas por la oscuridad de este mundo, lo que divisaba al llegar.

No había razón para considerar como un error a sus decisiones, o para que la culpa recaiga en sus hombros. Él estaba siendo sincero consigo mismo, totalmente libre. Que asustaba, comprendiendo a Porsche. Pete suspiró, quizás no podía organizar citas como su amigo lo hacía. Mas aquello no lo detendría para mostrar lo que sentía. Así que, aprovechando el tiempo libre que le dio Khun No, iría al centro de la ciudad a buscar la dichosa botella de vino que Vegas le sugirió para la cena.

"Cabernet Sauvignon", Pete leyó con dificultad de su celular. Decidió apuntar el nombre del vino en una pequeña nota, sospechando que su pronunciación entorpecería su misión. La guardó en el bolsillo delantero de su pantalón y terminó por salir de su habitación, no olvidando su billetera. Se cruzó con Pol y Arm, ambos corrían con las últimas ediciones de la revista Cottona. Seguro por orden de Khun No, el primogénito de la primera familia aún no se decidía por la decoración de la cena del domingo. Para lo que el mayor juró no necesitarlo, fue de bastante ayuda para la degustación de platos. O eso le dio como mentira para convencerlo de no interferir más y disponer de ese tiempo para acudir a las sesiones en el salón de belleza que agendó.

Khun No estaba empeñado en que usara su día libre para esa cita a ciegas que le organizó, prometiéndole que su elegido era lo que su corazón anhelaba. A lo que realmente vacilaba, el primogénito de Khun Korn estaba lejos de conocer o aceptar verdaderamente su corazón. De lo contrario, no interfería. Le permitiría arriesgarse, respetar a quienes él ya había dejado que se adentraran a su vida y ganaran un lugar en este impredecible corazón suyo. Por lo que, rogaba que el enojo de haberle desobedecido e incluso engañado no fuese tan severo y excéntrico.

Pete negó con la cabeza, jurando que los vellos de sus brazos se erizaban de pensar en el castigo que tendría. No estaba dispuesto a vestir ese ridículo disfraz de camarón, menos mostrarlo al resto de sus compañeros. Tenía que mantener su imagen de jefe de seguridad en alto, así que hacer de sus mentiras lo más convincentes posibles era una prioridad. Arm ya le había conseguido el perfil de su supuesta cita, pudiendo enterarse de su información más básica y trivial. Con ello y las experiencias de Porsche sobre sus propias citas con Khun Kinn, crearía la perfecta historia de amor que Khun No ansía escuchar el domingo por la mañana.

Se la daría, se esforzaría.

Pete avanzó seguro, siendo interrumpido por Porsche. Dio un brinco sorprendido, su amigo debería estar resguardando a Khun Kinn en su junta con P' Hetm. No deambulando en las afueras de la mansión. —. Esa sonrisa, eh. ¿Acaso tendré que cubrirte esta noche?

—No, pienso regresar. —El recesivo asintió, aplastando la colilla de su cigarro contra la pared escarchada. Se encontraba cansado y ciertamente irritado. El llanto del bebé de la alfa P' Hetm resonaba en su cabeza, causándole un insoportable dolor. Lo que se evidenció en su largo suspiro que Pete prestó atención. —. ¿Todo está en orden?

Choose us, Pete! [VEGASPETE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora