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Elizabeth

Noche buena había llegado, así que estaba ayudando a susannah a cocinar cada cosa de la cena navideña.

—¿todo esto será para nosotros? —pregunté viendo todas las recetas que estaban dispersas en la mesa.

—aunque creas que es mucho, ellos lo terminan comiendo todo —sonrió mientras mezclaba la masa que tenia en mano.

—¿ellos? ¿Quiénes? —sentí unas manos en mi cintura y un beso en mi cabello cuando Conrad llegó.

—ustedes —respondió divertida su madre.

—¿¡nosotros!? —Jeremiah apareció con una mano en su pecho simulando ofensa.

Los hermanos fisher se miraron entre ellos y negaron con una sonrisa en ambos rostros.

—no inventes cosas de nosotros, madre bella —comentó Connie divertido.

Susannah alzó sus cejas asintiendo mientras sonreía.

—bueno, ya. Es hora que se vayan de la cocina —deshice el agarre de Conrad en mi cintura echando a ambos del lugar.

—pero si no estas haciendo nada, amor —se quejó el ojiazul.

—pero la estoy manteniendo entretenida —me defendí.

Ambos se rieron mientras se iban a la sala de estar. Suspiré cuando llegue nuevamente a la cocina.

—siguen siendo iguales como cuando eran niños —susurró susannah cuando metió la mezcla al refrigerador.

—¿sí?

—sí, siempre me molestaban cuando cocinaba para la cena navideña —sonrió— y más que todo Conrad tomando un poco de cada mezcla que hacía para probarla.

Me reí sabiendo que aún sigue siendo así.

—de hecho, el otro día que se quedó en mi casa hicimos galletas y estaba inquieto por probar la masa.

—¿se ha quedado en tu casa? —preguntó mientras limpiaba sus manos.

—solo fue un día y fue hace meses —respondí con simpleza.

Ella asintió sonriendo.

—¿qué tal?

—¿huh? —pregunté un poco desconcertada.

—¿qué tal es de novio?

—oh, es muy bueno y dulce —sonreí.

—¿Connie siendo dulce? —preguntó sorprendida.

—y más de lo que cree. ¿Ve esta cadena? —señalé mi cuello, donde estaba la que él me había regalado— me la dio el día que me pidió ser su novia.

—wow, nunca lo había visto dando detalles de esa manera —relamió sus labios aún con expresión de sorpresa.

—ni yo, pero es lindo —encogí mis hombros.

—¿quién es lindo? —entro el último mencionado sonriendo— ¿yo? Ay, ya lo sé.

Me bajé del taburete asintiendo.

—sí, tú. Eres el novio más dulce que he tenido en mi vida.

—¿yo, dulce? Jamás —miró a su madre para luego mirarme a mí.

—ya lo sé, Con. No tienes que ocultarte —dijo la rubia divertida.

Él sonrió mientras me veía, tomó mi cintura y me beso. Cuando se separó, dejó un beso en mi frente.

FALSE GOD | CONRAD FISHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora