Capítulo 3 - ¿Vas a comer o no?

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Jonathan abrió los ojos.

Se incorporó despacio sobre el lecho y bostezó mientras se rascaba la cabeza enmarañada. Miró en torno y recordó de inmediato lo sucedido con David, primero en la piscina, luego en la ducha, y después, dos veces más en aquella cama en la que se encontraba. Wow. Jamás había sentido su cuerpo tan ligero, libre de tensión sexual acumulada, e igualmente tan destrozado. David era una bestia realmente, pero lo había hecho alcanzar la cúspide del placer de una forma que nadie había logrado hasta el momento. Recordó que la tercera vez, consiguieron llegar juntos al orgasmo. Había sido hermoso, casi poético.

Dejó caer la cabeza sobre la almohada, sin poder dejar de sonreír, mordiéndose los labios mientras recordaba la sensación del cuerpo de David aplastando el suyo, poseyéndolo como algo propio. Carajo... Tenía que sentirse mal consigo mismo en ese momento y no estar fantaseando. Había roto su intensión de no tener sexo aún con David. Era demasiado pronto. Y lo peor: en ninguna de las tres ocasiones usaron protección. Jonathan debía sentirse mal por semejante irresponsabilidad. Pero no podía dejar de pensar en lo bien que se había sentido entre los brazos de David, la manera en que se dejó arrastrar por aquellos ojos verdes que lo miraban casi con veneración mientras era follado. Amaba esos ojazos verdes tan llenos de misterio, de pasión...

Y solo entonces surgió una pregunta. Una duda que tornó gris toda la luz que había iluminado sus felices pensamientos hasta el momento... ¿David realmente le había hecho el amor a él, o habría estado pensando en alguien más?

No tuvo mucho tiempo para alimentar aquella pregunta, ya que tocaron a la puerta. Se puso en pie de un salto, contrayendo el rostro en una mueca a causa del ligero dolor en su trasero, y se puso una bata por encima, justo cuando la señora Davis entró, portando una charola con un plato de bocadillos y un vaso de zumo:

_ Oh, señora Davis..._ dijo Jonathan tratando de alisarse los cabellos en desorden y sin poder evitar el tono escarlata de su rostro.

_ David me dijo que te habías quedado dormido, y que te subiera algo de comer para cuando despertaras, que de seguro estarías hambriento.

_ ¿Él, no está?

La señora Davis colocó la charola sobre la cama:

_ No, tuvo que salir, dice que a resolver un asunto urgente, pero que no te preocupes, que estará de vuelta muy pronto y me pidió que te dijera que los planes para esta noche siguen en pie.

Jonathan se sentía más que incómodo estando de pie en aquella habitación, solo cubriendo su desnudo y maltratado cuerpo con una bata de baño, mientras la señora Davis permanecía con las manos tomadas sobre su regazo, observándolo en silencio y con una media sonrisa:

_ ¿Vas a comer o no?_ le preguntó al cabo de unos segundos.

Jonathan encogió los brazos contra su cuerpo y trató de sonreír a la vez que alzaba una pierna y la frotaba contra la otra:

_ Ah... No tengo mucho apetito ahora... Pero gracias por la molestia y la amabilidad de traer todo eso, señora Davis.

Quería que la mentira sonara convincente, porque en realidad sí estaba desfalleciendo de hambre. Pero el ama de llaves ya lo sabía:

_ Oh Jonathan, deja esos formalismos de señora Davis. Llámame June, y por favor, no me vengas con ese cuento de que no tienes apetito luego de todo el ejercicio físico que tuviste esta tarde.

Ok. Literalmente, deseaba que la tierra se abriera debajo de sus pies descalzos y se lo tragara entero. La señora Davis, June... en serio a ella nada se le escapaba:

_ Jovencito, no me gusta repetir las órdenes, y no voy a hacerlo. Así que será mejor que acomodes ese lindo trasero que tienes y empieces a comer. Ahora.

EN LOS OJOS DE LA BESTIA (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora