Capitulo 11. Familia en Acto

1.4K 109 15
                                    

[Levi narra]

Mis labios van abriéndose y cerrándose en un arco reflejo por conseguir aire, pero no simplemente lograba soltar más burbujas de aire.

Muere... Muere...

Este recuerdo es tan vivido, profundo e incluso soy capaz de sentir el peso de sus dedos alrededor de mi garganta. Ahorcándome. Me recuerdo a mí mismo y al intenso frio del agua hundir mi rostro y parte de mi cuerpo. Ese miedo de no poder escapar. Esa incapacidad mía para respirar en la oscuridad del agua.

Mis ojos se mantuvieron abiertos los primeros segundos al entrar en contacto con el agua. Luego recordé porque mi vida siempre dependía de los demás... De este hombre en realidad.

Muere, ¡Maldito bastardo!

Si, dentro unos segundos lo entendí. Yo no era su hijo. Era su entretenimiento. Nunca comprendí sus maltratos o su odio hacia a mi hasta ahora. En la que me doy cuenda de que había echo mal en aferrar mis esperanzas y aferrarme a mi mismo a esta persona qué solo me lastimaba. A pesar de todo eso, ¡Yo... Yo no quería morir aquí!

Fue entonces que lo decidí y saque fuerzas de donde no tenía. Me retorcí en el agua. Despertando a ese subconsciente que vive en mi, ha ese instinto natural que tenemos todos para seguir viviendo y seguir poniendo un pie delante para seguir peleando. En sus manos me remuevo, revuelco mi cuerpo con movimientos bruscos. Tras unos segundos le di una patada en el abdomen, soltándome del su agarre. Colando una de mis manos al borde la fuente y aprovechando que mi opresor estaba aún metido dentro del agua, es que yo voy saliendo a traspiés. Descalzo, la piedra cubierta de nieve me ardía ¡Y me quemaba la planta de los pies, aunque no fuera fuego el contacto!

— ¡Rivaille devuelveme eso! ¡Rivaille, vuelve aquí! -vocifera el hombre tratando de seguirme. Yo me aventuro a huir, a pesar de que mis piernas me advirtieran que se congelarían. Periferia eso a estar muerto por sus manos.

Usando aquel camisón blanco, empapado por la parte de mi pecho y sin secar los mechones mojados de mi frente es que lo hago, voy corriendo por la intemperie y con la nieve cayendo por la espalda. Ella es la única testigo que tengo, de mi lucha, de mi partida y la única que que definiría mi destino. Muerte o vida. Todo lo decidiría el frio... El asesino más silencioso y paciente que conozco.

.

— Señor, se lo suplicó ese niño, no se encuentra bien. -habla en mi defensa una delgada voz femenina

— No podemos mantenerlo en las instalaciones, mientras no sepamos quien es. -le reprende ahora la voz de un hombre a la mujer que lo iba siguiendo. Pidiéndole lo mismo una y otra vez.

— Señor, yo...

— Celice. -la nombra, pero esta vez con severidad y la mujer comprende el tono al verlo a la cara, ella va bajando la mirada.

— De acuerdo. Yo le preguntaré... -acepta su derrota.

Escuchando parte de la charla por detrás de una puerta de madera con vidrios opacos, me fui despertando entre los almohadones y sabanas blancos. No le veía el rostro, sólo eran figuras de una mujer y un hombre discutiendo. Tras unos minutos decidí cerrar los ojos y fingir que dormía en la camilla. La mujer fue entrando, tratando de que el ruido del rechinido fuera leve para que aun descansara, por lo visto no me quiera despertar pero yo ya lo estaba sin que lo supiera.

— Niño... -pregunta con delicadeza y al parecer ternura, tocando mi cabeza. 

Abro los ojos, descubriendo a mi delante a esa mujer. Delgada, bella y de rostro pálido pero amable, cruzaba las manos a la altura de su estomago mientras que con la mirada en el suelo parecía querer llorar. 

Tienes Mi Corazón (SNK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora