˚₊★₊˚ˑ༄ؘ 𝑻𝑯𝑬 𝑩𝑨𝑳𝑪𝑶𝑵𝒀
❝ La joven modelo y poetisa siempre había estado muy apegada a sus amigos y a su ciudad. Roma era todo lo que le inspiraba, pero los ojos azules de Victoria De Angelis era todo lo que necesitaba para...
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𝐉𝐔𝐋𝐈𝐄𝐓𝐀.
Happiness Is A Butterfly. Esta canción sonaba desde mi dispositivo móvil en un tono poco audible, es decir, tenías que prestar atención para percatarte de la melodía que componía tal canción de Lana Del Rey. Se mezclaba con el sonido de los pájaros, a pesar de que ya había caído el crepúsculo. También lo hacía con el sonido de las chicharras, animal que reproducía un zumbido en las noches de excesivo calor, y estas eran completamente reconocibles desde el balcón del 2ºB.
Lo único que alumbraba mi zona era el color naranja que desprendía el fuego del cigarrillo que iba quemando y, en efecto, consumiendo el mencionado. Mi pelo oscuro y largo estaba mojado, haciendo que mis ondas naturales se marcasen, mi ropaje únicamente se componía por un camisón blanco y ropa interior y mis pies estaban descalzos y apoyados en el filo del balcón. La silla donde estaba sentada no era excesivamente cómoda, siendo sincera, pero no podía pedir más, pues los chicos y yo sobrevivíamos en un par de pequeños apartamentos en mitad de Roma.
—Está bien la canción —analizó susurrando mi rubia acompañante, Victoria.
La ojiazul se encontraba sentada en la cama a unos metros de mí apoyada sobre sus manos y los codos a su vez en sus rodillas. Era posible oír su voz tan cerca, ya que la puerta que facilitaba el acceso al balcón estaba abierta de par en par y la cama se encontraba a escasos pasos de este.
Me sobresalté ante la presencia de la bajista dando un pequeño bote y echando el humo del tabaco que poseía dentro de mi boca rápidamente. No esperaba que la chica estuviera observando mis movimientos y, conociéndola, intentado descifrar en qué pensaba en silencio durante tanto tiempo.
—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —cuestioné todavía sin introducir el contacto visual.
—Lo suficiente para contar que te has fumado tres cigarrillos en un periodo de media hora —informó, a lo que yo no me sorprendí en absoluto, pues podía notarse mi semblante de tranquilidad e indiferencia al respecto—. No puedo asegurarte si eso es mucho o poco, ya que como sabes repudio esa droga blanda, pero yo creo que ya está bien por hoy —habló retirando la cajetilla de Marlboro de mi alcance.
