˚₊★₊˚ˑ༄ؘ 𝑻𝑯𝑬 𝑩𝑨𝑳𝑪𝑶𝑵𝒀
❝ La joven modelo y poetisa siempre había estado muy apegada a sus amigos y a su ciudad. Roma era todo lo que le inspiraba, pero los ojos azules de Victoria De Angelis era todo lo que necesitaba para...
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𝐉𝐔𝐋𝐈𝐄𝐓𝐀.
Paredes oscuras de tonalidades marrones, cables por todo el suelo, salas amplias e insonorizadas... Todos típicos del estudio cálido en donde Måneskin producía y grababa sus canciones. Hacía apenas un año desde que « Il Ballo Della Vita » había salido al mercado, pero cada dos semanas los músicos se pasaban por estos lares para ensayar nueva música y grabar algunas pistas. Se encontraban produciendo una balada desde hacía un mes, pero no habían sacado nada en limpio todavía y Damiano se estaba empezando a desesperar mientras que ambos rubios inventaban nuevas melodías por doquier. Ethan, en cambio, tan solo ponía orden entre la de ojos claros y el vocalista, pues aunque se quisieran como a nadie más, sus personalidades trabajadoras y perfeccionistas chocaban constantemente.
Por otro lado, mi última noche había sido peor que cualquier otra, aunque eso pareciese imposible. Había recapacitado sobre mi estado con ambos de los anteriormente mencionados, y creía que les debía una disculpa. Aún así, no sabía si debía dirigirme a ellos después de mis malas palabras y formas la madrugada anterior. Estaba tan cansada y llena de inseguridades que ni siquiera sabía que quería. Intentaba ser amable con ellos, luego lo echaba a perder, ellos se molestaban y les insultaba por ello. ¿En quién me estaba convirtiendo? ¿Era lo que quería para mí, verdaderamente? ¿Debía echar a perder de aquella forma todo lo construido? Quizás era verdad que Marlena estaba mucho más presente para ellos de lo que yo imaginaba, ciertamente. Pensar en aquello hacía que se me encogiera el corazón, pero al mismo tiempo el resquemor de que quizás se arrepintieran de su elección de musa tras mi comportamiento reciente estaba presente constantemente.
Victoria y yo llevábamos un par de días distantes, como era de esperar. De todos modos, había convencido a Ethan e insistido a Thomas para acompañarlos al estudio, pues me gustaba sentarme en una esquina de la sala y verlos trabajar o incluso opinar y aportar sobre lo que sacaban en limpio. Como siempre decía la bajista, diez orejas hacen más que ocho. Variando a lo común, decidí no interferir demasiado y dejarlos trabajar tranquilamente; es por eso que entré en la sala del piano. Sus paredes eran de madera, al igual que el suelo. Algunos amplificadores de sobra se encontraban allí, posados sobre una alfombra con estampados hippies de colores cálidos. También, sobre ella, se encontraban cables negros entrelazados entre sí, conectados a teclados, micrófonos y diferentes bajos de Victoria. El piano se encontraba justo en la entrada, a la izquierda de la puerta. Por ello, no tuve que desplazarme sobre aquella sala demasiado, aunque no hubiera sido un impedimento debido al tiempo que había pasado allí a través de los años.
