Capítulo 12

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Renjun no podía respirar.

O mejor dicho, podía, pero cada respiración requería muchísimo esfuerzo, porque su rostro estaba enterrado en la almohada y él estaba aplastado debajo de algo grande y pesado.

Antes de que el pánico se asentara en su soñolienta mente, un aroma familiar golpeó sus fosas nasales. Jeno. Por supuesto que era él. Renjun expiró aliviado y casi se echó a reír. Todo este tema era algo bizarro. Alivio es lo último que debería sentir en esta situación. No podía ser tan estúpido como para pensar que estaba a salvo con este hombre, sin importar el fantástico sexo que habían tenido anoche.

Pensar en la noche anterior ciertamente no ayudaba con su erección matutina. Tampoco lo ayudaba que el leve rastrojo de barba de Jeno raspara la piel sensible de su mejilla cada vez que respiraba. ¿Y eso era...? Sí, esa larga dureza presionada en su trasero era inconfundible.

Mordiéndose el labio, Renjun escuchó con atención. Jeno todavía estaba dormido, su respiración era lenta y pareja. Estaba estirado sobre Renjun, pesado y firme en las partes correctas. Su cuerpo era musculoso, el cuerpo de un hombre en su cúspide, nada parecido a los cuerpos de los tipos de su misma edad con los que Renjun generalmente se acostaba.

Dios, todo era tan injusto. Renjun siempre había tenido debilidad por los hombres mayores y en forma, idiotas, figuras de autoridad, hombres que parecían poder aplastarte sin siquiera sudar, Jeno representaba todas esas cosas. Era como si Jeno fuera la mezcla perfecta de todas las cosas malas que no deberían atraer a Renjun, pero lo hacían.

No debería haber dejado que Jeno lo follara. Debería haberse alejado cuando Jeno le dió la oportunidad; Renjun lo sabía. Sólo que no había querido pasar otra noche escuchando los gemidos de alguna tipa. Era él quien había provocado esa erección en Jeno. Era suya.

Genial. Al parecer ahora se estaba volviendo posesivo con la erección del tipo. Lo cual no era, para nada, descabellado.

Renjun se retorció un poco, intentando sacudirse a Jeno y salir de la cama, pero fue inútil. No sólo no lo había logrado, sino que tanto retorcerse sólo lo excitó, y Renjun se encontraba sonrojado y jadeante debajo del cuerpo de Jeno, inseguro ahora de querer levantarse o no. Olvidemos eso, seguro que quería hacerlo -apenas podía respirar y se sentía pegajoso por dentro y por fuera- pero su estúpido cuerpo traidor estaba perfectamente feliz de quedarse donde estaba, debajo del hombre que lo tenía secuestrado por Dios–sabrá-qué motivos.

Se retorció otra vez sin demasiado entusiasmo y su aliento quedó atrapado en su garganta cuando la erección de Jeno asomó entre sus mejillas, atrapada al límite de su agujero. Jeno gruñó y se tensó contra él, su respiración ya no era estable. Unos dientes rasparon el cuello de Renjun.

Hochu yobnut tebya, kudryashka (Quiero follarte, Ricitos) —dijo Jeno en ruso, con su voz todavía ronca por el sueño—. Hochu trahnut tebya bez rezinki (Quiero follarte sin condón).

Renjun se estremeció. No había entendido todo lo que había dicho Jeno, pero la idea general era bastante clara: Jeno quería follarlo sin condón, y había usado algunas de las palabras sucias rusas para decir "follar". No fue las palabras lo que lo sorprendió; fue el hecho de que Renjun lo quisiera también, y eso lo agitó profundamente. El sexo sin condón era la más profunda forma de intimidad, algo que requería una total confianza en la pareja. Renjun nunca dejó que nadie lo follara sin uno. Desearlo con este hombre era una locura. ¿Estaba loco?

Profundamente incómodo, Renjun murmuró:

—Me está aplastando.

Luego de un momento, Jeno rodó apartándose y se puso de lado, apoyándose en un codo. Respirando, Renjun volteó la cabeza hacia él. Jeno lo observaba atentamente, sus ojos negros todavía algo desenfocados por el sueño, sombra de un leve rastrojo en crecimiento enmarcando su mandíbula perfecta. Renjun se preguntaba cómo se sentiría ese rastrojo contra sus muslos.

—Ni siquiera lo piense —dijo, tratando de no comerse con su mirada los anchos hombros y el pecho muscular de Jeno—. No dejaré que me folle sin condón. Nunca se lo permití a nadie.

La comisura de la boca de Jeno se torció.

—¿Ese es un honor reservado para tu "hombre agradable"?

Allí definitivamente había un borde burlón cuando había dicho la palabra "agradable".

Renjun frunció el ceño.

—Puede que sí, o puede que no. Pero un hombre que toma a una mujer distinta cada noche, definitivamente no consigue hacerlo.

El bastardo de hecho sonrió.

—Eres lindo cuando te pones celoso —Antes de que pudiera decirle cuan ridículo era, Jeno se inclinó y lamió la comisura de los labios de Renjun—. Ve a lavarte los dientes. Quiero besar tu bonita boca.

—Su aliento mañanero tampoco huele exactamente a rosas —Renjun se quejó, aunque el aliento mañanero de Jeno estaba bien.

—Los villanos tienen ciertas libertades —dijo Jeno, con el rostro serio—. Está escrito en "Cómo Ser un Villano para Principiantes". Última edición.

Renjun no pudo contener una risita. Jeno se lo quedó viendo con una expresión extraña.

—Tienes treinta segundos para cepillarte los dientes, Ricitos. Luego vas a regresar, chuparme la lengua y sentarte en mi polla.

Fue más que vergonzoso cuan rápidamente Renjun rodó fuera de la cama y se dirigió directamente al baño. Por lo menos, Renjun se consoló después, tuvo la suficiente fuerza de voluntad como para insistir en un condón.

Era un pequeño consuelo.

【𝖚 ┃𝖕┃ 𝖈】 ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora