Capítulo 10

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Tres días después, Renjun miraba con malhumor la puerta cerrada hacia el dormitorio de Jeno. No podía oír nada del otro lado.

Levantó la mano y golpeó la puerta, ignorando la voz en el fondo de su mente que le gritaba que estaba loco. No le importaba. Estaba agotado y de un humor inestable por apenas haber dormido por cuatro noches seguidas.

Era todo culpa de él.

La puerta se abrió y Renjun se encontró en el extremo receptor de una mirada helada. Jeno apoyó su amplio hombro contra el marco de la puerta, escudriñándolo de pies a cabeza. Sólo vestía un par de boxers negros, su negro pelo alborotado y un leve rastrojo adornando su mandíbula.

Renjun pasó el peso de un pie al otro, mirando cualquier cosa, excepto el pecho desnudo de Jeno y los tatuajes en sus musculosos brazos.

—¿Hay algún motivo para que estés golpeando mi puerta a las seis de la mañana? —dijo Jeno.

Renjun entrecruzó los brazos sobre el pecho.

—Tengo hambre.

—Tienes hambre —repitió Jeno, arreglándoselas para transmitir lo absolutamente irrelevante que eso era para él sin cambiar de expresión.

—Sí —dijo Renjun—. No he comido nada desde ayer por la tarde —No pudo resistir echar un vistazo sobre el hombro de Jeno hacia la gran cama que dominaba la habitación. Estaba vacía, con las sábanas arrugadas—. Así que su puta se fue —dijo antes de poder contenerse.

Inmediatamente se arrepintió de hacerlo, cuando la mirada de Jeno se agudizó, apareciendo en su rostro algo semejante a la diversión.

—¿Estabas escuchando tras la puerta, gatito?

Renjun lo miró enfadado.

—No pude dormir en toda la noche por sus gemidos. Por cuatro noches consecutivas. ¿Y tiene que follarla a las tres de la madrugada en nuestro... en el baño que compartimos? —Incapaz de seguir sosteniendo la mirada a Jeno, desvió la vista hacia su oreja izquierda—. Tengo hambre, y necesito otra cosa que vestir. La camiseta que me dió ya se siente asquerosa.

—Es entrañable como crees que puedes perturbar mi sueño sin una razón suficientemente buena —dijo Jeno, con un toque acerado en la voz.

Renjun se congeló, sus ojos parpadeando hacia Jeno. Tragó saliva. Jeno estiró la mano, agarró el cuello de la camiseta de Renjun y lo jaló más cerca. El corazón de Renjun dió un vuelco en su garganta; su boca reseca.

—¿O sólo quieres mi atención, amor?

Sonrojándose, Renjun negó con la cabeza. Por supuesto que no deseaba la atención de Jeno. Había tenido demasiado de ella en los últimos tres días. Cada día, Jeno iba a su habitación, hablaba con él sobre cosas aparentemente inconexas, y lo observaba. Era algo exasperante, aunque Renjun no podría quejarse de que estuviera siendo maltratado. Tenía una cama suave, era alimentado lo suficientemente bien, y las palizas de los guardias ya eran un recuerdo distante. Jeno ya ni siquiera lo tocaba.

Francamente, Renjun tenía poco de lo qué quejarse. En lo que refiere a secuestros, esta no había sido una experiencia tan desagradable... si tan sólo no fuera forzado a escuchar orgasmos femeninos noche tras noche.

Jeno se rió entre dientes, llevando su mano desde la camiseta de Renjun hasta su garganta. Su pulgar presionando el pulso desenfrenado de Renjun.

—Pequeño mentiroso —dijo—. ¿Has venido hasta aquí porque estás celoso de la agradable mujer que me entretuvo anoche?

【𝖚 ┃𝖕┃ 𝖈】 ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora