Capítulo 16

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El lago Geneva era hermoso... al menos la parte que Renjun podía ver desde la ventana de su cuarto.

Bien, técnicamente era el cuarto de Jeno, pero como él solía ausentarse la mayor parte del día, regresando tarde por la noche, Renjun había llegado a pensar en el dormitorio como suyo.

Observó con nostalgia las hermosas montañas a la distancia. No estaba seguro de por qué Jeno lo trajo a Suiza. Pasaba solo todo el día.

Tenía que escapar. Tenía que hacerlo.

Porque estaba asustado. Asustado de lo que le estaba pasando. Aterrado porque con cada semana que pasaba, era más y más difícil entender lo que sentía en torno a Jeno. Asustado de despertar una mañana habiendo olvidado que tenía una vida a la que regresar en casa. Una vida a la que deseaba regresar. Estaba asustado de perderse a sí mismo. Asustado de que fuera demasiado tarde.

Ya había signos de ello.

Vestía la ropa de Jeno todo el tiempo, y le gustaba. Tenía algunas marcas semipermanentes en su cara y muslos por los besos de Jeno, y amaba eso. Su cuerpo estaba cubierto de mordeduras de amor y arañazos y diversos moretones que no podía dejar de mirar con fascinación. Jeno lo follaba tan a menudo y tan a fondo que Renjun apenas necesitaba alguna preparación últimamente. Era aterrador cuan perfectamente compatibles eran en la cama. Renjun siempre había amado el sexo, pero el sexo nunca se había sentido así: tan adictivo, tan necesario. Nunca había sentido como si las manos de un hombre correspondieran estar jodidamente sobre su cuerpo.

Lo horrorizaba. No se suponía que se sintiera así, no con este hombre.

Un sonido en la puerta lo hizo estremecerse, arrancándolo de sus pensamientos. Con su corazón acelerándose, Renjun se giró cuando la puerta se abría.

Pero no era Jeno.

Era una joven. Ella lo miraba con la boca abierta. Él le devolvió la mirada asombrada. Era bastante bonita, con cabello y ojos oscuros que estaban cargados de perplejidad. Había algo familiar en ella, pero no podía determinar qué.

—Oh —murmuró ella en ruso—. Bueno, esto definitivamente no es lo que esperaba —Se acercó, mirando a Renjun con curiosidad.

—Hola —dijo Renjun, jalando la camiseta de Jeno, repentinamente tímido por sus piernas desnudas. ¿Quién era? ¿Cómo había entrado en el cuarto? Hasta donde Renjun sabía, Jeno tenía la única tarjeta-llave de la habitación y la casa estaba fuertemente custodiada—. ¿Quién eres tú?

Sus cejas ascendieron.

—¿Quién eres tú? Esta es mi casa.

El estómago de Renjun se apretó en un nudo incómodo. ¿Su casa? ¿Acaso Jeno tenía una... una esposa de la que nadie sabía? Antes de que pudiera formular una respuesta, oyó el sonido de pasos y un muy pálido Mingyu apareció en la entrada.

—Yeji, no deberías estar aquí —le dijo en ruso—. Jeno estará enojado, ya está enojado. Lo llamé.

La mujer -aparentemente, Yeji- puso las manos sobre sus caderas y resopló.

—Yo también estoy enojada —señaló hacia Renjun—. ¿Quién es él? ¿Por qué está en el dormitorio de mi hermano?

¿Hermano? ¿Era la hermana de Jeno?

Mingyu frunció los labios, disparando una mirada tenebrosa en la dirección de Renjun.

—Es un huésped —dijo, agarrando el brazo de Yeji y jalándola hacia la puerta. Yeji no se movió.

—No soy estúpida, Mingyu. ¿A qué tipo de huésped se le permitiría entrar al dormitorio de Jeno, vistiendo sólo lo que parece ser una camiseta de Jeno?

【𝖚 ┃𝖕┃ 𝖈】 ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora