—Me gustas, Renjun.Renjun levantó la mirada del plato y la barrió por el restaurante antes de fijarla en el hombre sentado al otro lado de la mesa. Los tranquilos y oscuros ojos de Johnny Suh encontraron su mirada y la sostuvieron. Johnny tenía un rostro fuerte y hermoso, con estilizado cabello castaño, ojos oscuros y una boca firme y sensual. Era sólo cuatro años mayor que Renjun, veintisiete años, pero tenía un aire tan sereno, decidido y confiado que parecía mayor.
Fue Sicheng quien los presentó. Él y Sicheng... realmente no conversaron sobre lo que pasó hace una semana (a Renjun le gustaba pretender que su desmoronamiento en el callejón no había pasado), pero Sicheng parecía decidido a apartarlo de la mente de Renjun y había preparado un encuentro con Johnny, uno de sus muchos primos lejanos.
Pese a descender de un linaje empobrecido de la familia de Sicheng, Johnny había hecho verdaderamente una carrera para sus veintisiete años y se había ganado una lujosa oficina, un piso arriba de la de Renjun en Industrias Dong.
—¿Sí? —dijo Renjun, dándole a Johnny una sonrisa ladeada—. No sabría por qué.
Johnny bebió su vino.
—¿Estás buscando halagos? —Tenía una buena voz, sexy, grave y ronca.
—Nop, sé que soy lindo —Renjun sonrió más amplio—. Es sólo que... Por lo que he escuchado de ti por parte de Sicheng, no respetas demasiado a las personas que nacieron con una cuchara de plata en la boca, lo que es algo gracioso. Estás emparentado con un montón de aristócratas.
Johnny rió, pero no lo negó.
—Deben ser los hoyuelos. Siempre tuve cierta debilidad por ellos.
Renjun sólo pudo devolverle la sonrisa. Estaban coqueteando, ¿no es así? Coquetear era bueno. Sicheng estaría tan orgulloso de él.
La expresión de Johnny se puso seria.
—Mira, voy a ser directo contigo. No quiero ninguno malentendido aquí. Quiero asegurarme de que estamos en la misma página —miró a Renjun a los ojos—. Estoy cansado del ambiente de los clubs y las relaciones ocasionales. A esta altura, me gustaría tener un marido y un par de niños que malcriar —Johnny se encogió de hombros—. Realmente me gustas, pero si una relación seria no es lo que te interesa, es mejor que me lo digas ahora.
Renjun tragó saliva, intentando luchar contra la ola de pánico.
Esto estaba bien, ¿verdad? Era lo que había estado buscando. Johnny era atractivo y confiado sin ser arrogante, era firme sin ser dominante, era verdaderamente agradable sin parecer débil. Tenía una voz sexy y unos músculos agradables debajo del traje. También quería hijos. Johnny cubría todos los requisitos. Era prácticamente perfecto. El hombre de sus sueños.
Renjun se llevó el vaso a los labios y tomó un sorbo de su bebida, tratando de ganar algo de tiempo. Johnny sonrió, viéndose divertido.
—No estoy proponiéndome ni nada —dijo, estirándose sobre la mesa y tomando la mano libre de Renjun. Su mano era grande y cálida—. No quiero que te espantes. Sólo digo que me gusta lo que veo... una sonrisa como la tuya no es mentirosa... y realmente me gustaría conocerte mejor. ¿Te gustaría llegar a conocerme?
Era razonable. Renjun sonrió y asintió, tratando de ignorar el nudo de ansiedad en su estómago.
El resto de la cita salió bastante bien. Era fácil hablar con Johnny. Era un buen oyente y un gran conversador. Era divertido, inteligente y atractivo. A Renjun le gustaba. Le gustaba mucho.
Después de la cena, Johnny le compró flores de camino al departamento de Renjun y lo besó castamente al final de su cita, con una mirada cariñosa y fascinada. En general, fue genial.
Luego esa noche, mientras que Renjun miraba las hermosas rosas blancas en su mesita de noche, pensó que Johnny prácticamente era lo que había estado buscando toda su vida.
Se durmió con una sonrisita en los labios, sintiéndose satisfecho y optimista sobre su próxima cita. Soñó con manos ásperas y posesivas, fríos ojos negros y un cuerpo pesado y caliente encima de él. Se despertó, sin aliento y jadeando, su cuerpo hormigueando de anhelo y hambre, del tipo que nunca había sentido antes. Lágrimas de ira brotaron de sus ojos. No era justo. No quería esto. Quería a Johnny. Quería soñar con Johnny, que era el epítome de todo lo que deseaba en un hombre.
Se preguntó qué estaría haciendo Jeno ahora mismo. Renjun gimió frustrado.
Deja de pensar en él, idiota.
Había pasado un mes desde que Mingyu y Yeji lo ayudaron a escapar. Dudaba que Jeno le dedicara algún pensamiento, e incluso si lo hiciera, probablemente sería porque estaba molesto de haber perdido una valiosa ventaja contra su padre. O quizás Renjun fue un peón tan insignificante que Jeno apenas notó o se preocupó por su fuga.
Renjun odiaba cómo esa idea lo hacía sentir estúpidamente molesto. Sus díscolas emociones le demostraban que había hecho bien en escapar cuando lo hizo. Al ritmo en que iban, unos pocos días más con Jeno lo hubieran convertido en un juguete sexual sin cerebro, enamorado y feliz de estar encerrado y ser usado cuando su captor estuviera de humor.
Había otra cosa que estaba constantemente en el fondo de su mente: había pasado un mes y todo estaba demasiado tranquilo. Aunque Renjun no esperaba que a Jeno le importara lo suficiente como para buscarlo y secuestrarlo de nuevo, sí esperaba que Jeno hiciera algo para vengarse de su padre. Pero hasta ahora, nada había pasado. La falta de reacción era un poco desconcertante. Incluso si a Jeno no le importaba Renjun, seguro que sí le importaba hacer pagar a su padre. ¿O no lo hacía?
Suspirando, Renjun se giró sobre el estómago, abrazó su almohada y trató de enfocar sus pensamientos en Johnny, recordándose que los problemas de su padre ya no eran su preocupación. Había tomado la decisión. No quería tener nada que ver con la mafia, el narcotráfico o el mundo criminal en general. No conocía a su padre tan bien como para preocuparse demasiado por él como persona, y lo que había descubierto sobre él por Jeno, no le había precisamente simpatizado. No amaba a su padre, y su padre ciertamente no lo amaba a él. Esto último se había vuelto abiertamente obvio, cuando su padre había perdido rápidamente su interés en Renjun, cuando le dijo que no sabía nada sobre su secuestrador.
"Eres un inútil", fue lo único que Huang Randall había dicho antes de irse. Renjun no dejaría que lo afectara -la falta de cariño de su padre no era nada nuevo- pero cuando Sicheng le ofreció un trabajo en su compañía, no lo dudó. Ya tuvo suficiente de intentar ser un buen hijo. Estaba tan harto. Su padre y Jeno podrían matarse mutuamente por lo que le importaba. Renjun no daba una mierda por ninguno de ellos. Iba a ser feliz. Iba a ser feliz y nunca tener que mirar por encima del hombro.
Con eso en mente, Renjun cerró los ojos y pensó decididamente en la sonrisa de Johnny.
A la mañana siguiente, el helicóptero de su padre se estrelló en Colombia.