Mew contrajo los labios en una extraña mueca frente al espejo del cuarto del baño. Había estado ahí parado durante los últimos diez minutos, con esas emociones que se asemejaban a un inquieto enjambre de mariposas, que se agitaban con una furia que, de alguna manera, lo hacía sonreír nerviosamente y quizás también con algo de anticipación.
– ¿Eres tonto? – murmuro Mew a su otro yo en el reflejo del espejo, todo era como de costumbre, sin embargo estaba inconforme, aunque no del todo, no estaba seguro. Él solo apretó los labios para evitar sonreír torpemente y volvió a reprenderse nuevamente en silencio antes de abandonar el cuarto de baño y salir a su habitación.
Entonces su ceño se fruncio sin que pudiera detenerlo al ver el desastre de ropa sobre su cama.
Hizo una mueca. Gruño y se lamentó en silencio, su corazón agitandose y llenándose con la vergüenza de sus propias acciones. No podia negar que esto lo había hecho él, que algo en la mente de pronto parecía haber enloquecido lo había orillado a tener un comportamiento tan fuera de lugar, tan patético, inapropiado y vergonzoso. ¿Que estaba haciendo?, ¿en que estaba pensando?. Hace tan sólo unas horas atrás todo estaba de cabeza, le había restado importancia a todo, y sin embargo, Mew se encontró parado frente a su gran armario tratando de decidir que tipo de prenda sería adecuada para esta noche.
Era vergonzoso, pero creía que se veía bien. No estaba tratando de decir que le importara o que le preocupara, había tomado lo más sencillo que pudo después de todo, sin embargo, su imagen en el espejo era agradable y quizás podría estar pretendiendo que la otra parte al menos se sintiera un poco entusiasmada, porque todos tenían un poco de ego, ¿no?. Era una condición humana muy natural.
Elevó una mano tratando se revolverse el cabello, sin embargo esta se detuvo antes se poder llegar a su destino y se llevó un mechón detrás de su oreja. Entonces sus labios permitieron el flujo de un suave suspiro al mismo tiempo que volvía su atención a la pila de ropa sobre su cama. Podría volver a colocar todo en su lugar pero sabia que si los hacia, terminaría por quedarse en casa.
Volvió a suspirar al mismo tiempo que negaba con la cabeza. Al salir de la habitación, atravesó parte de la sala con pasos firmes, entonces vio a su hermana salir de la cocina con un tazón de cereal con leche. Seguramente para su pequeña sobrina.
– ¿A donde vas tan arreglado? – Jayden observo al castaño con una suave sonrisa.
Mew jadeo y su cuerpo soporto un espamo repentino. ¿Por qué de pronto comenzaba a sentirse atrapado?.
– Iré a ver a alguien – fue la única respuesta que dio en tanto tomaba las llaves del auto del recibidor.
– Por tu cara debo suponer que se trata de Gulf. ¿Hay algo que quieras decirme?
– Si, que no seas tan entrometida – y rápidamente dejó el departamento sin darle la oportunidad de decir o preguntar algún otra cosa.
Mew no estaba siendo tan sensato como normalmente sería, pero lo único que sabía era que tenía que buscar a Gulf y confesarle al fin todo lo que sentía, disculparse por no ser sincero y por haberlo lastimado de alguna manera. Lo estuvo meditando toda la noche y gran parte del día, acomodando sus ideas y todo lo que tenía que decir sin huir ni enredarse con sus propias palabras. Pero si era honesto, estaba demasiado nervioso y preocupado, temia que Gulf no quisiera verlo por no haberlo buscado antes y darle una explicación del porque lo había besado.
Ya no había tiempo de retroceder o cuestionar las cosas, ya había llamado a su puerta. En la espera, acomodó sus cabello desordenado por ese trote desesperado que lo acompaño en su recorrido por las escaleras. Espero por largos segundos que parecian eternos minutos, hasta que la puerta se abrió y la persona que se encontraba del otro lado, lo miraba entre sorprendida y confundida.
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Inesperado
Roman d'amourEn ocasiones, el amor se encuentra en las personas menos esperadas. - MewGulf