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La semana había transcurrido normal. Bueno. Sin contar todos los mensajes cursis que le he tenido que mandar a Iván. Ahora estaba yendo a la reunión que teníamos los dos con Santiago, por lo de mañana. Al llegar a la oficina saludé a todos como de costumbre y les di una caja de dulces que siempre les doy cuando vengo. Tengo una buena relación con el equipo y me enorgullezco de ello. Con más de alguno somos muy buenos amigos, de vez en cuanto salimos a comer o cosas así. Me subí al ascensor y marque la planta número 4. Al llegar abrí la puerta del despacho de Santi, Iván ya estaba allí. Un punto positivo—el único.—agarre asiento y alejé bastante la silla a la de Iván, Santiago me puso mala cara.

—ya os dije que no tiene que haber malos rollos.

—y yo ya te dije que eso va a ser imposible.—más de una vez se lo he dicho.

—bueno. No me distraigas. Vamos a hablar de mañana.

—porfavor. Tengo muchas dudas.— Iván suplicó.

—voy a empezar explicandoos cómo va a suceder la cita—odio saber que Iván y yo ibamos a tener dos cenas, una por obligación y la otra por mi voluntad. Dios. Como he podido aceptar esto.— bien. Para empezar. Iréis al restaurante en el mismo Uber. Lo pagaré yo. Al llegar Iván te vas a bajar primero y, como buen caballero que eres le abrirás la puerta del auto y la darás la mano. Luego entraréis juntos y cenareis. Nadie del equipo estará dentro del sitio, pero fuera sí. Intentar estar cerca, agarrados de la mano.—que bien, me tendré que lavar la mano con jabón 20 veces.—Oliva, tú subirás una foto a Instagram de la cena, no puedes enseñar con quién estás, solo di que tienes una cita. Con la foto, claro. Por último os daréis un beso. En la boca. Solo es eso. No es complicado.

—no. No pienso besar a Iván.— da asco de solo pensarlo.

—está en el contrato.—Santiago aclaró.

—¡no dijiste nada de eso!—protesté.

—pues lo siento. Ya lo firmasteis

—¿Sólo es eso?— pregunté rendida.

—Sí, solo eso.

—vale, pero yo tengo preguntas.

—haber.

—la primera, ¿hay que ir elegantes o no?

—Obviamente. Es un restaurante caro.

Y después de una larga ronda de preguntas, Iván porfin había acabado.

—bien. Ya que hemos acabado yo me voy.
—Santiago dijo para después irse.

—olivia, quiero hablar de la cena con mis viejos.

—¿No te llegó con lo que hablaste antes?

—lo digo en serio...

—vale está bien.

—perfecto. La cena podría ser este jueves. ¿Te viene bien?

—sí.

—bien. Pues he iría a buscar a las 5 para llevarte a Santa fé.

—espera. ¿¡Qué!?, No dijimos nada de santa fé.

—mis viejos son de allí creo que era obvio.

—¿Y yo que iba a saber?, No somos amigos.—todo lo contrario. Enemigos.

—pronto lo seremos.

—ni en mis peores pesadillas.

—bueno que ya me dijiste que sí. Ahora ya está.—iván dijo y yo suspiré.

—tienes razón. El jueves voy contigo.

—perfecto. Che, ¿A tus viejos no se lo vas a contar?

—No.— es obvio que no nos conocemos bien. Si supiera lo que pasó con mis padres...—de solo pensarlo me dan escalofríos.

—¿Por qué te dan escalofríos?—Mierda. Creo que lo último lo dije en voz alta.

—por nada.— rápidamente intenté cambiar de tema—¿Cómo se llaman tus padres?

—no cambies de tema. ¿Por qué?

—la verdad no quiero que sepas de mi situación familiar.

—¿Quién lo sabe?

—¿y a ti que?, Repito. No eres mi amigo. Eres por así decirlo mi enemigo. No quiero que sepas nada de mi parte, ¿Vale?, Ya en el pasado fuiste un idiota con lo que nos había pasado, no quiero que lo vuelvas a ser.

—Olivia, ¿No lo entiendes?, Se que fui idiota, se que fui un pelotudo, pero porfavor, ya te pedí perdón muchas veces. ¡Superalo!, No quiero que nos llevemos mal.

—Lo sé, Iván, lo sé. Pero lo que hiciste no se olvida con un perdón.—pude notar como mis ojos se llenaban de lágrimas de rabia.—me hiciste mucho daño, y lo sabes. Y no me pediste perdón hasta meses después. Fuistes un niñato. No puedo superar algo tan gordo. Y no puedo dejar de odiarte tan fácil, ¿Es que no lo ves?—ya estaba llegando a mi límite, me levanté con un amago de irme, pero me interrumpió.

—¿En serio te has puesto así por mencionar a tus padres?, Dios, que seas buena con tus padres no tiene nada que ver conmigo boluda.—ya está. Había tocado fondo. Él no sabía el daño que me habían hecho mis padres, no tenía derecho ninguno a inventarse cosas. Las lágrimas de mis ojos que antes eran de rabia habían cambiado, ahora eran de dolor, mucho dolor. Sentía que estaba empezando a tener un ataque de ansiedad. Me costaba respirar. Iván se dio cuenta y me preguntó que me pasaba. No le contesté la pregunta tan solo lo insulte.

—Eres el mayor gilipollas que he conocido.—dije para empujaro he irme corriendo. Casi no podía respirar, me tropezaba al correr. La única imagen que se me venía a la mente era la de mis padres. Lo que me habían hecho. La herida se había abierto, y mucho más fuerte que antes.

𝘼𝙢𝙤𝙧 𝙋𝙤𝙧 𝘾𝙤𝙣𝙫𝙚𝙣𝙞𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖 // 𝙎𝙥𝙧𝙚𝙚𝙣𝘿𝙈𝘾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora